Nicolás Maduro cumplió ayer seis meses como presidente de Venezuela en un marco de inflación récord, precario crecimiento y sequía de dólares, mientras el equipo económico parece bloqueado por la pugna entre pragmáticos e ideologizados ortodoxos, coinciden analistas.»Venezuela va a cerrar 2013 con una de las mayores inflaciones en el mundo con 50% cuando la meta era de entre 14% y 16%, y en el primer semestre de este año el PIB tuvo un exiguo crecimiento de 1,6% contra 5,8% en 2012″, enumera el economista Jesús Casique al resumir la gestión de Maduro.Además en los seis meses de este gobierno la cotización del dólar en el mercado ilegal subió a más del doble y ya septuplica el valor del oficial en un marco de estricto control de cambios.Como sucesor de Hugo Chávez (1999-2013), Maduro llegó al poder obligado a dar continuidad al modelo socialista impulsado por el fallecido mandatario. Pero medio año después y según cifras del Banco Central, Venezuela, quinta economía latinoamericana y con las mayores reservas petroleras del mundo, cerró septiembre con una inflación anual de 49,4% y un acumulado de 38,7% en 2013, por lo que analistas dan por descontado que cierre el año en 50%, contra 20% en 2012.Con esos indicadores en el papel, el Fondo Monetario Internacional, con el que Venezuela no tiene relación desde hace siete años, ha descrito la situación económica como «insostenible» con desbalances que se hacen «cada vez más anchos».«Guerra económica»El presidente Maduro reconoció el 8 de octubre ante la Asamblea Nacional, a la que pidió poderes especiales en materia económica y anticorrupción, que la economía venezolana «atraviesa una coyuntura especial» resultado, dijo, de una ofensiva del sector privado ligado a la oposición.No ha habido ni un solo día en que esa burguesía y esos medios (de comunicación) me dejen gobernar tranquilo, no me han dado ni tregua ni cuartel ni un segundo», señaló Maduro.Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, reconoce que al llegar al poder, el presidente tuvo acercamientos con empresarios pero «pareció más una estrategia política que un deseo sincero de resolver las cosas». «Cuando se le complica el panorama, cuando tiene que asumir costos políticos, el presidente prefiere utilizar a los empresarios como `punching ball` (costal), señalarlos responsables de la crisis y la relación se deteriora», añadió.De la mano del deterioro en los indicadores, la crónica escasez de alimentos y productos básicos (además de insumos industriales) se ha agudizado, y se multiplican las filas de venezolanos frente a comercios buscando harina, azúcar, café, leche o papel de baño.Tanto León como Casique señalan que el mayor detonante de la crisis que arrastra Venezuela es el férreo control cambiario que rige desde hace una década y que mantiene el dólar oficial en 6,30 bolívares, mientras en el mercado paralelo supera holgadamente los 40.El presidente venezolano explica ese descalabro recurriendo a la teoría del enemigo saboteador y no en función de variables económicas.Para Maduro la desatada demanda de divisas («orgía de dólares» la califica) es parte de un plan opositor que usaría el nombre clave de «colapso total» con el fin de desatar revueltas sociales con miras a las elecciones municipales del 8 de diciembre, vistas como un plebiscito de su gobierno.»De guerra los empresarios no sabemos nada, no consideramos que haya una guerra económica. Hay indicadores que no favorecen la gestión de Maduro y ahí es donde hay que buscar culpables», comentó Jorge Roig, presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (Fedecámaras).Roig admite sin embargo que en 2002, cuando la intentona golpista contra el entonces presidente Hugo Chávez, Fedecámaras tuvo un «papel político» que se ha convertido en «estigma» para los empresarios y complica la relación con el gobierno. «Debe haber un gobierno sin prejuicios y que olvide los errores del pasado para pasar la página y nos sentemos a trabajar en un pacto social».OpuestosEn materia económica, coinciden los analistas, Maduro tiene un escaso margen de maniobra resultado de una pugna al interior del chavismo entre los «pragmáticos», que apuestan por una apertura, aunque modesta, y los «ideológicos», que pugnan por la continuidad del modelo socialista que impulsó Chávez.»Es evidente que hay una pugna entre pragmáticos e ideológicos. Los pragmáticos sienten que hay que hacer ajustes importantes, los ideológicos sienten que no está funcionando porque hay que profundizar más el socialismo», comenta Roig. En el tira y afloja, opina León, Maduro carece del carisma de Chávez como para poder tomar «decisiones modernas» que conduzcan a una apertura, una devaluación y un ajuste de precios. «El presidente no puede decirle a la población que postergue gratificaciones. Puede debilitar su posición”, dijo el director de Datanálisis.El País – Montevideo