El caso del departamento de Pando

Ismael Schabib Montero*

SCHABIB El departamento de Pando hasta el inicio de la década de los años 70´s era la región más vulnerable de Bolivia. El poder del Estado boliviano estaba representado por las unidades militares precariamente asentadas. Pando dependía del Brasil casi en todo: salud, cultura, economía, medios de comunicación como la TV y la radio; Cobija no podía gravitar como capital de Departamento porque no tenía las condiciones mínimas. En los hechos en esa región “no había Estado”. En esa situación se dieron casos en que sus habitantes se asociaron con los brasileños para explotar madera, almendra, goma elástica en nuestro territorio, incluso se comenta que alquilaban sus parcelas a agricultores y empresarios brasileros para sobrevivir. La población de Cobija apenas pasaba de los 5 mil habitantes. Estaban solos, aislados y dependían totalmente del país vecino. Sólo faltaba que ese país oficializara la anexión de Pando a su soberanía.

Esta situación se revirtió en gran medida en el régimen militar que presidió el Gral. Banzer entre los años 71-78. Se nombró a un Oficial Naval como Prefecto y Presidente de CORDEPANDO (Corporación de desarrollo de Pando) en una especie de descentralización administrativa que se dio sólo en ese departamento. Esta gestión fue muy exitosa, se abrieron caminos, se instaló ENTEL, se construyeron escuelas, postas sanitarias, agua por cañerías y se empezó a construir el aeropuerto internacional.



Hago mención a estos hechos para desmentir la campaña que montó este gobierno para desprestigiar a los habitantes de esa sufrida región, especialmente a sus políticos; un régimen que agredió al pandino de la forma más cobarde, con la aplicación de un plan para hacer ver a sus líderes como genocidas y racistas, cuando su objetivo era cambiar la relación del voto cuya mayoría era contraria al régimen, para tumbar al resto de los departamentos orientales, que eran sus opositores, llevando también colonos del Occidente masivamente.

Pedro Shimose apunta en un artículo de su autoría, “La Ley del racismo”: “…La conquista de un pueblo por otro, la colonización, la migración masiva y el éxodo generan violencia, segregación y discriminación con evidentes secuelas de servidumbre, exclusión, desprecio y humillación… Toda conquista… es violenta porque está consumada por grupos armados… y se imponen a los pueblos vencidos… Pando es un departamento ya ocupado por el poder militar colla/aimara”.

Todos los bolivianos tenemos derecho a vivir en cualquier parte del territorio nacional en igualdad de condiciones, eso no se discute, pero la forma en que se ha actuado en Pando ha sido con exclusivo interés partidario, violentando las normas democráticas más elementales como el respeto a la pluralidad, a la identidad regional. La toma por la fuerza ha sido acompañada con sembradíos de coca ilegal con la que se elabora cocaína. Entre los efectos de la ocupación se anota que existen cientos de sus habitantes exiliados en el Brasil, con su principal líder en calidad de preso político y trofeo de guerra, padeciendo una grave enfermedad. Además que se ha convertido en zona roja del narcotráfico como lo han denunciado periodistas brasileños.

A los pandinos, en nuestra calidad de bolivianos debemos admirarlos y quererlos, no pisotearlos y humillarlos. El daño que este régimen racista causa en Pando en lo tangible y lo intangible no se puede medir. Hay heridas que se abren y perduran en el tiempo.

*Vicealmirante de la República de Bolivia