Celos, miedos, prejuicios y dudas por las acusaciones contra Woody Allen

Tras los cruces entre el director y su hija adoptiva, psicoanalistas analizan qué factores operan en el conflicto.

Veintiséis años atrás. Farrow, Allen, Ronan y Dylan en 1988. Eran tiempos más felices para la familia. ARCHIVO



No hay cruces cara a cara, sólo un ida y vuelta de acusaciones en cartas que se publican en The New York Times. Sin embargo, la novela de los Allen-Farrow no termina, cuando ya pasaron 21 años desde que la actriz denunció al cineasta ante la Justicia estadounidense por abuso sexual contra Dylan (28), una de las hijas adoptivas del matrimonio. Woody Allen dice que es una fabulación de Dylan, producto de la presión ejercida por su madre, Mia Farrow. La joven insiste con la acusación. Una historia de celos, abandono y despecho que parece no tener fin.

El fin de semana trascendió la extensa carta con la que Allen le respondió a Dylan. Dijo que nunca abusó de su hija adoptiva, y que todo fue una maniobra de su ex esposa luego de que él comenzara a tener una relación con Soon-Yi Previn, que la actriz había adoptado en un matrimonio anterior. Dylan volvió a hablar y lo acusó de “refritar” los viejos argumentos.

“Desde que tengo memoria, mi padre siempre me había hecho cosas que no me gustaban. No me gustaba con cuánta frecuencia me apartaba de mi madre, mis hermanos y mis amigos para estar los dos a solas. No me gustaba que me metiera su dedo pulgar en la boca. No me gustaba tener que meterme en la cama con él, bajo las sábanas, cuando él estaba en calzoncillos. No me gustaba cuando colocaba la cabeza en mi regazo desnudo y respiraba hondo”, disparó Dylan en su primera carta, el 1 de febrero, y despertó el escándalo.

Allen le contestó el viernes: “No es que dude de que Dylan no haya llegado a creer que ha sido molestada, pero si desde los 7 años una madre fuerte le enseña a una niña vulnerable a odiar a su padre porque es un monstruo que la abusó, ¿es tan inconcebible pensar que, después de muchos años de este adoctrinamiento, la imagen que Mia quería establecer de mí haya echado raíces?” En su escrito, el director de cine es citó la conclusión a la que llegó “un grupo de hombres y mujeres imparciales y experimentados” de la Clínica de Abuso Sexual Infantil del Hospital Yale-New Heaven, a los que convocaron para el juicio: “Nuestra opinión experta es que Dylan no fue abusada sexualmente por el señor Allen. Además, creemos que las declaraciones grabadas en cámara y las que dijo ante nosotros durante nuestra evaluación no se refieren a eventos que le hayan ocurrido el 4 de agosto de 1992. Al desarrollar nuestra opinión consideramos tres hipótesis para explicar las declaraciones de Dylan. Primero, que sus declaraciones eran ciertas y que el señor Allen abusó sexualmente de ella; segundo, que las declaraciones de Dylan no eran ciertas y fueron inventadas por una nena emocionalmente vulnerable que quedó en un disturbio familiar y que estaba respondiendo al estrés que había en la familia; y tercero, que Dylan fue instruida o influenciada por su madre, la señora Farrow. Mientras podemos concluir que Dylan no fue abusada sexualmente, no podemos definir si la segunda o la tercera formulación son ciertas. Creemos que lo más probable es que una combinación de estas últimas dos formulaciones expliquen de la mejor forma los alegatos de abuso sexual de Dylan”.

Para Dylan, Allen recurre siempre a los mismos argumentos. A su carta, ella respondió: “El insiste en que fue mi madre la que levantó cargos en su contra, cuando en realidad fue un pediatra quien reportó el incidente a la Policía basándose en mi propio relato. El asegura enfáticamente haber pasado la prueba del detector de mentiras, pero en realidad se negó a hacer la prueba administrada por la policía estatal (él contrató a alguien para que le hiciera su propio test, el cual fue rechazado por las autoridades como evidencia)”.

Más allá del abuso sexual, que hasta ahora nunca fue probado por la Justicia, ¿qué otros factores podrían operar en este conflicto? Mia y Allen estuvieron 12 años juntos y se separaron en 1992, cuando la actriz descubrió que el director tenía una relación con una de las hijas adoptadas por Farrow en un matrimonio anterior, Soon-Yi, que entonces tenía 19 o 21 años (se desconoce su edad precisa) y que ahora es la mujer de Allen. Para la psicoanalista Sara Zusman de Arbiser, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “Mia sintió celos y furia narcisística por haber sido abandonada”. ¿Y Dylan? La joven “pudo sentir los mismos afectos”, apunta la especialista, aunque aclara que no sabe “si las denuncias son ciertas o no”.

“Está demostrado que en caso de divorcio, el padre o la madre pueden presionar a los hijos para que lo acusen de algo, por ejemplo de abuso. Pero eso no descalifica su relato. A los chicos hay que escucharlos”, dice Juan Tesone, psiquiatra y psicoanalista de la Universidad de París XII y miembro de APA. Agrega que “un abuso deja huellas traumáticas” y que no es raro que una persona tarde en salir a hablar, aunque sea años.

El tema, que genera prejuicios (algunos defienden a Allen porque les gusta su cine; otros a Dylan porque Allen se casó con la hija adoptiva de su esposa), no parece estar cerca de ser esclarecido.

Fuente: clarin.com