Del mar y otros bemoles

Susana Seleme

susana s 1) Tras el reciente fallo de La Haya, Evo Morales abriga esperanzas de llegar a un entendimiento sobre el tema marítimo con Michelle Bachelet. ¿Es ingenuidad o compromiso político-ideológico?

Ante todo, el salomónico fallo de La Haya, que le dio a Perú solo un poco de lo que pedía y no le quitó a Chile todo lo que pedía Perú, sin tocar límites territoriales, deja más dudas que certezas para Bolivia. Y aquí la prudencia más prudente sería la mejor opción, sin alharacas chauvinistas no demagogas.



Por otro lado, yo no veo compromiso político ideológico alguno entre Evo Morales y Michelle Bachelet. Y le explico: ella militó siempre en una izquierda democrática, socialista, luchadora contra la dictadura de Pinochet, consecuente con sus ideas, tanto que estuvo presa y sufrió torturas, junto con su madre. En cambio Evo Morales no es ni lo uno ni lo otro. Fue y sigue siendo un sindicalista cocalero con prácticas violentas, cultiva coca, es máximo dirigente de su gremio en defensa de esa hoja, materia prima de la cocaína, y antes de llegar a diputado y a presidente de Bolivia no se le conocía militancia socialista, ni de izquierda, ni democrática, ni defensa de los pueblos indígenas ni de la Madre Tierra. Se le conocían solo sus berrinches antiimperialistas.

2) Precisamente, por sus enfrentamientos verbales con la embajada norteamericana, en los que expresaba un feroz antiimperialismo, se asumía esa posición común a las ideologías de izquierda y socialista.

Los berrinches más que ideológicos, eran porque la erradicación de los mal llamados cultivos de coca excedentaria -en los hechos ilegales dado que existe un número fijo de hectáreas para tal fin- tenía ayuda expresa y directa de la embajada de Estados Unidos de Norteamérica. En Evo Morales, su antiimperialismo era y sigue una fachada para encubrir la defensa del cultivo de la hoja de coca y su masticado, que ahora han elevado a sagrado, tan sagrado que nadie pone freno a la extensión de su cultivo, que ronda las 40 mil hectáreas, cuando el consumo humano tradicional solo necesitaría cerca de 10 mil, según expertos. Por eso, expulsó al embajador y a USAID, la agencia de cooperación para el desarrollo en Bolivia, que manejaban datos reales.

Sobre el supuesto compromiso ideológico entre Morales y Michelle Bachelet, es una construcción mediática boliviana. Morales creyó que porque el era el ‘primer presidente indio’ de Bolivia, afín al socialismo del siglo XXI, arropado por el revolucionario venezolano Hugo Chávez (+) y solo por autodefinirse de izquierda y hasta marxista se merecía esa demostración de buena voluntad. Y porque Michelle Bachelet lo trató amistosamente, supuso que iba a lograr el retorno soberano al mar, sin conocer lo establecido en el Tratado de 1904, ni los posteriores, y mucho menos lo que significa una política de Estado como la chilena.

En todo, ambos ya tuvieron tiempo de haber puesto en practica cualquier compromiso de afinidad ideológica durante la primera presidencia de Bachelet, de 2006-2010, donde nunca se pudo avanzar en el tema marítimo. Y es que no se trata de compromisos ideológicos, sino de una política del Estado chileno desde 1879, cuando ganó la guerra a Bolivia y Perú. Es una política de Estado invariable y que se cumple a rajatabla, independientemente de quien gobierne. Por lo tanto ni presidente ni ideología alguna puede modificar los límites territoriales de ese Estado.

3) En su criterio, entonces, ¿Bolivia no tiene posibilidades ni siquiera con el recurso jurídico interpuesto en la Corte Internacional de La Haya?

Cualquier persona experta en asuntos jurídico-internacionales dirá que modificar límites territoriales es de suyo muy complicado, que es nuestro caso, diferente al chileno-peruano, que eran límites marítimos sin tocar fronteras territoriales. ¿Se imagina si Bolivia empieza a pedir soberanía sobre el Chaco Boreal -perdido también en una guerra absurda- que era nuestra salida natural al Atlántico por la vía fluvial Paraná-Paraguay? Al centralismo andino nunca le importó esa opción, y persiste desde hace más de cien años en “recuperar” esa parte de la geografía chilena actual con soberanía. Ya Chile dijo que no piensa ceder territorio, y no lo hará con Bachelet ni sin Bachelet. Además el organismo internacional donde se ventila el caso tendrá que tomar en cuenta que el Tratado de 1904 que fue aprobado ante dos congresos soberanos, que Chile pagó 300.000 libras esterlinas–una fortunaza en la época-, que Bolivia ganó el libre tránsito por la zona y Chile se comprometió a construir un ferrocarril para beneficio del perdedor que fue todo el país, pero no para los intereses mineros de la oligarquía de la plata en Bolivia que tuvieron esa vía férrea para sacar el mineral más rápido, pronto y seguro. Esa es la triste realidad.

4) Sin embargo, ¿no tener salida soberana al mar afecta a su desarrollo?

Para un análisis serio y sin demagogia, más importante es el litoral y no el mar perdido, porque sus connotaciones tienen diferencias significativas, tomando en cuenta la determinante económica en última instancia, sin desdeñar las políticas, las sociales y otras. No en vano hoy se habla cada vez más sobre “ Países sin Litoral” y no así “sin mar”. El litoral comprende el mar y sus costas, donde están los puertos que otorgan cualidad marítima. Esta cualidad significa infraestructura portuaria para el intercambio, el comercio, la exportación e importación para el desarrollo. ¿Tomará el Tribunal de La Haya ese criterio? ¿Cómo podría compatibilizarlo con su salomónica sentencia actual que ya quitó a Chile parte de su litoral marítimo?

Por lo demás ¿qué sentido tiene insistir en soberanía que es un concepto que se define en torno al poder político de un Estado? El mar ha sido y es para Bolivia un traumático problema utilizado por los políticos, casi sin excepción, con tintes utilitarios y siempre con grosera propaganda chauvinista. Creo que el lema “El mar nos pertenece, recuperarlo es un deber” es un error militarista-nacionalista, aprovechado por políticos demagogos, como Evo Morales y casi todo los anteriores, pues lo que hoy importa más que la soberanía territorial, es la calidad marítima y la riquezas de sus aguas. Y eso es, precisamente, lo que ha reclamado Perú, que también perdió territorio en la guerra del Pacífico, pero no reclamó tierra sino aguas.

5) Insisto en la soberanía porque parece ser el tema prioritario del gobierno.

Es demagogia, amén de populismo puro y simple porque esa ha sido la tradición de todos los gobiernos en Bolivia. ¿Dónde está la verdadera soberanía? Asumo que debiera estar en pensar otras salidas al mar, ya sea por Ilo o por el Atlántico, o aun por territorio chileno sin exigir soberanía sino calidad marítima. Soberanía con visión de futuro sustentable, es no sacrificar el largo plazo frente al corto plazo populista del presente, que despilfarra la transitoria riqueza generada por el extraordinario incremento del precio del gas y los minerales, pero que le puede dar votos para su ilegal re-reelección.

¿De qué soberanía vamos a hablar si, en caso de que Morales sea re-reelecto, podrá imitar al amoral Daniel Ortega, que abusó de su hijastra, y hoy puede ser electo presidente indefinidamente? Qué desvergüenza y que injuria a la democracia que defendemos, si en la última reunión de la CELADE en Cuba, nadie dijo esta boca mía. Resulta que ahora la democracia la hereda un mismo presidente.

Estos y otros más son los bemoles del mar, del litoral y su la cualidad marítima.

El Día – Santa Cruz