El ángel de Rosalía

Claudia Tolay, una empresaria tarijeña que daesperanza a niños como rosalía apaza, que no cuentan con recursos para salvarse

Claudia Tolay y su esposo, Joseph Currier, se convirtieron en los ángeles protectores de Rosalía, que ahora vive y se recupera en casa de ellos, junto con su padre, Agustín Apaza.



Por Alicia Bress Perrogón – Fotos  David Corbera /APG/AKFA

El 21 de mayo de 2013 la vida de Rosalía Apaza (5) cambió cuando fue atacada por un perro Rottweiler que le destrozó el cuero cabelludo, parte de su rostro y le trituró sus brazos y piernas, dejándola en estado de coma y con pocas posibilidades de vivir. Ese mismo día también dio un giro la vida de Claudia Tolay, una empresaria tarijeña radicada en Estados Unidos, casada con el médico Joseph Currier, que al ver las fotos de la niña en el Facebook decidió movilizarse y buscar ayuda para llevarla a Boston y devolverle la esperanza perdida.

“Soy madre y cuando vi las fotos desgarradoras de ‘Pochita’, como la llamamos de cariño, y las pésimas condiciones en las que estaba, sentí un desgarro interno y me puse a llorar”, cuenta Claudia, que junto con su esposo, que trabaja en el Boston Childrens Hospital, llegaron al país a llevarse a Rosalía en su avión privado el 21 de junio del año pasado y desde entonces son sus padrinos.

Al ver la recuperación de Rosalía, y luego la de Carlitos Gutiérrez, otro niño boliviano que sufrió un accidente y fue llevado a Boston para su tratamiento, la idea de crear la organización Healthy and Happy Kids (Niños Sanos y Felices) fue tomando cuerpo y desde el 31 de diciembre de 2013 está legalmente establecida y en condiciones de ayudar a más de 80 niños bolivianos por año. Por su loable labor, Erbol la eligió Personaje del Año 2013.

Sus inicios
Claudia Tolay nació en Tarija y es la mayor de cuatro hermanos. Su abuela paterna vendía en el mercado central de Tarija, mientras que su abuelo, con el que se crió, era agricultor y tenía su molino al que acudía mucha gente humilde de campo que caminaba días y días con sus burros cargados de maíz, trigo o pan duro.

“Desde pequeña estuve en contacto con la realidad de esta gente, conociendo sus necesidades y observando a mi abuelo cómo siempre les brindaba ayuda y también cariño. Hoy en día soy lo que soy, gracias a que de niña me dieron amor incondicional y oportunidades. Sé que si doy a los niños lo mismo que me dieron a mí, serán grandes seres humanos y velarán en favor de los más necesitados. Un chico que recibe amor incondicional; lo retribuirá”, remarca.

Estudió la primaria en la escuela pública María Laura Justiniano y la secundaria en el colegio San Bernardo, de Tarija. En 1996 se fue a Santiago de Chile a continuar con sus estudios universitarios, luego a España y desde hace tres años vive en Estados Unidos. Es empresaria y trabaja haciendo realidad varios proyectos que involucran la protección del mar, las costas y la tierra, aplicando sistemas ecológicos de sostenibilidad para una o varias comunidades.

“Nos enfocamos en conservar los lugares más hermosos del planeta y hacemos de estos verdaderos santuarios naturales para evitar la destrucción por la mano del hombre. Hay pocos sitios en el mundo donde sus habitantes en conjunto cuidan la tierra que les da de comer y donde se enseñe a los niños a cuidarla y respetarla. Estos son los lugares donde invertimos y trabajamos, porque la conservación de la naturaleza es el mejor negocio que existe para nosotros y para toda una comunidad”, afirma Tolay.

¿Cómo está Rosalía?
Después de ocho meses del accidente, Rosalía está muy bien. Ha recuperado el 50% de su cuero cabelludo y todas las heridas de su cuerpo han cicatrizado, pero a raíz del ataque de los perros y la fuerza de estos en la cabeza, sufre un severo daño cerebral que le causa epilepsia y trastornos en su personalidad. Estas secuelas están controladas con medicamentos, que suele tomar dos veces al día. Pero dentro de todo, Pochita es una niña feliz, traviesa y muy segura de sí misma.

¿Faltan más cirugías?
El 13 de febrero está programada la primera de la última etapa de cirugías plásticas.

Esta última etapa, que es estética, pero también muy importante para el futuro de mi ahijada, dura de siete a nueve meses hasta finalizar.

Tenemos la esperanza que pueda recuperar entre el 95 y el 100% de su cuero cabelludo. Para toda mujer es vital verse bien con uno mismo y el pelo juega un papel importante. Como madre, y ahora madrina de Pochita, quiero que se sienta feliz, segura y sea aceptada por todos, por eso es importante esta etapa de recuperación. Aún no sabemos cuándo va a ser dada de alta porque el tratamiento es largo, y menos cuándo volverá a Bolivia.

¿Dónde se hospedan Rosalía y su papá?
Desde que llegaron Rosalía y su padre, Agustín Apaza, viven con nosotros, ambos ya son una parte de mi familia.

¿En diciembre llevaron también a Carlitos ? ¿Cómo está?
Carlos Daniel Gutiérrez (10) y su padre, Juan Carlos, son de Oruro. Llegaron el 1 de diciembre y la semana pasada ya retornaron a Oruro. Él sufrió un accidente de tránsito con secuelas graves en su mano derecha e izquierda y gracias a Dios ya está recuperado.

¿Cómo te sentís al haberle devuelto la esperanza de una vida mejor a Rosalía y a Carlitos?
Estoy muy feliz de verlos felices, sonriendo, siendo lo que son, niños y cada día más sanos, seguros y muy motivados para continuar. Son unos verdaderos campeones que vencieron a la muerte y no van de víctimas. Ellos celebran sus vidas como nadie y no-sotros con ellos.

¿A cuántos niños ya han devuelto la esperanza?
Dios me abrió el camino para ayudar a 11 niños de diferentes países sudamericanos.

La organización

¿Cómo nació la idea de fundar Healthy and Happy Kids?
Siempre tuve la idea rondando en mi cabeza, pero Healthy and Happy Kids (Hhkids) (Niños Sanos y Felices) se concretó al ir a Bolivia a traer a Rosalía y ver a otros niños en la sala de cuidados intensivos del hospital del niño de La Paz que necesitaban la misma ayuda que ella. Mi esposo y yo nos sentimos un poco injustos por traer solo a Pochita y no a los otros, que también requerían y merecían la misma atención y cuidados.

He visto una necesidad urgente de ayudar en Bolivia y en otros lugares de Sudamérica, donde los médicos son unos ‘Macgyvers’ de la medicina porque hacen lo que pueden para salvar vidas, a pesar de no contar con los recursos médicos ni con la tecnología para poder ayudar como ellos quisieran. Esto afecta a los hospitales públicos, que en su mayoría reciben a los niños de escasos recursos, con familias que apenas tienen para su día a día y no para la salud ni medicinas y mucho menos para sacarlos al extranjero y darles una posibilidad de vida.

En Bolivia estamos mal con lo básico, peor aún con la salud que debería ser una prioridad.

No nos damos cuenta de ello hasta que por cosas de la vida alguien de nuestra familia se enferma o se accidenta y allí despertamos a la cruda realidad. Ojalá las cosas cambien ¡y deben cambiar! Mientras tanto, no puedo quedarme con los brazos cruzados, criticar o mirar para el otro lado. Decidí ser proactiva y ayudar en lo que pueda a estos niños, porque confío y sé que con ellos llegará la real evolución.

¿Cuándo se creó?
El momento que decidimos empezar fue a finales de septiembre, pero el cumpleaños legal es el 31 de diciembre del 2013, acabamos de cumplir un mes de vida.

¿Cómo funciona?
Por ahora estamos ayudando a niños de familias de escasos recursos con quemaduras graves, secuelas de estas, casos ortopédicos y algunos que requieran de cirugías reconstructivas y que no puedan ser tratados en Sudamérica por diferentes motivos. También la colaboración va destinada a médicos y a los especialistas de la salud que deseen aprender nuevas técnicas otorgando becas de actualización en estas áreas en los mejores hospitales de Boston, catalogados también entre los mejores del mundo, como son el Shriners Hospital for Children s y Boston Children s Hospital, con los que tenemos sociedad. El objetivo es ayudar a más niños en Bolivia.

¿De dónde provienen los recursos para ayudar a los niños?
Nos ayudan muchos empresarios privados. La mentalidad y el corazón filantrópico en Estados Unidos son muy grandes y solo puedo darle las gracias por todo el apoyo incondicional que nos brindan para poder ayudar. Cuesta mucho conseguir el apoyo, pero cuando la gente ve el trabajo que estamos haciendo, se contagia de esta energía y nos ayuda no con palabras, sino con hechos.

¿Es solo para los niños bolivianos? ¿Cuál es la prioridad?
Niños enfermos con las patologías mencionadas. Para la organización todos son prioridad, sin importar la nacionalidad.

¿Cómo eligen a los niños?
Luego de analizar las historias clínicas de los niños, se evalúa y se ve las que requieren con más urgencia una ayuda especial. Con este criterio se decidió hacer viable el viaje de Obner, Rubén, Carla, Limbert y Luis Miguel.

¿Qué les pasó a estos niños?
Hace tres años Rubén se quemó el 80% de su cuerpo y sufre las secuelas. Carla es una niña cuya madre murió calcinada cuando explotó un carro en Arani y ella sobrevivió pero con el 75% del cuerpo quemado. Limbert se cortó el conducto de la gran parótida y segrega su saliva por el pómulo. A Obner Soria, de 8 años, unos criminales le prendieron fuego el 22 de junio en Totora.

¿Hay alguna limitación?
Si hay un caso ‘especial’ y que está dentro de nuestras posibilidades ayudar, ¡ayudaremos! Llevamos cuatro meses desde que decidimos empezar y ya son tres niños a los que les celebramos la vida.

¿A cuántos niños pretenden ayudar por año?
Tenemos la capacidad para ayudar a más de 80 niños por año. Si Dios y los ángeles lo permiten.

¿Qué es lo que más te llena de satisfacción?
Es un trabajo arduo y estresante, pero también es revitalizante y lo que más llena de satisfacción es sentir el amor de los niños y ver que poco a poco vamos logrando algunos cambios.

¿Cuál es tu trabajo en la organización?
Como fundadora y presidenta de Hhkids, mi trabajo es dirigir al equipo de ayuda humanitaria y velar que todo esté en armonía y equilibrio, pero en tiempo récord, porque trabajamos con vidas. Mi labor va desde desarrollar y dirigir el plan de buscar socios filantrópicos que colaboren a la causa, realizar la convocatoria de ayuda, analizar los casos que nos llegan con mi esposo, que es el director médico de la organización, hasta coordinar, reunirme con el equipo de médicos en Boston y del lugar de origen de donde vienen los pequeños para saber cómo apoyarlos, ayudar a sus familias y, sobre todo, darles cariño una vez estén en Boston.

¿Qué otros proyectos hay?
Humanitarios Healthy and Happy Kids es una hermosa realidad. Ahora espero que me permitan hacer el primer hospital con todas las especialidades infantiles que es una prioridad en Bolivia.

Me quedo con este párrafo del un director del hospital del niño en La Paz, que me decía: “Ayúdenos a comprar un ecocardiógrafo. Averiguamos y cuesta $us 50.000.

Tenemos una especialista infantil en cardiología, recién llegada de Buenos Aires, pero no contamos con un solo ecocardiógrafo. Se nos mueren niños y no podemos hacer nada para evitarlo”. Esta realidad tiene que cambiar.

Está claro que si tuviéramos líderes que amen a su familia, a sus hijos o sepan la realidad de tener un hijo enfermo y no tener los recursos para llevarlos al extranjero, sería distinto. Por eso tenemos que actuar y trabajar por el bien en común.

Espero la colaboración del pueblo boliviano en esta labor totalmente humanitaria. No tenemos que esperar que los políticos lo hagan.

Toda la ayuda la logro llamando a mis conocidos, amigos y contactos que tengo fuera de Bolivia.

Es el turno de los bolivianos, por eso llamo a que nos colaboren personas, empresarios privados, médicos, abogados, comerciantes, veterinarios y a todo el que quiera y sienta en su corazón colaborar para construir un sistema de salud para el bienestar de los mismos bolivianos.

¿Cuáles son tus proyectos a corto, mediano y largo plazo?
Vivo el presente y el hoy por hoy. Sin embargo, el objetivo a mediano plazo es que nuestros propios médicos puedan cuidar y velar por la salud de los pequeños en Bolivia. Esta debe ser una meta de los bolivianos. Todos los que somos padres, futuros padres y los que amamos a los niños, unidos tenemos que lograr que nuestros hijos puedan ser tratados en nuestro país y no que deban emigrar para buscar una solución médica. Dios quiera que las familias y los médicos nunca más tengan que resignarse a perder la vida de un niño solo por falta de recursos médicos o económicos. Es hora de ser proactivos y no solo reactivos. Hago esto porque sé que juntos podemos lograrlo.

Su vida
Sabemos que no te gusta compartir tu vida personal, pero contanos algo de tu historia…
Salí del país hace 18 años, pero hace menos de tres que me mudé a Boston con toda mi familia por la expansión de mi empresa hacia el mercado americano. Viví 13 años en Europa, específicamente en Barcelona, y antes estuve cuatro años en Santiago de Chile.

Hablanos un poco de tu familia…
Dios bendijo mi vida para compartirla con mi mejor amigo, que es mi marido, Joseph Currier, y nos regaló cuatro maravillosos hijos y un perro: Ariadne Yael (13), Borja Andreas (10), Sacha Athena (2), Olympia Victoria (1) y Chester, nuestro cachorro o ‘hijo mayor’, de 14 años.

¿Cómo es tu vida?
Vivimos en Boston durante ocho meses al año y los otros cuatro en una isla reserva natural llamada Chappaquiddick. Gracias a Dios tengo la vida de mis sueños. Vivo de una forma simple, donde menos es más, y rodeada de mucha naturaleza en las afueras de la ciudad. Me siento feliz y en conexión con todo lo que me rodea. Eso sí, mi día requiere mucha disciplina y organización, enfoque entre mi trabajo, la organización y mi familia, pero tengo la suerte de contar con grandes profesionales y con un excelente equipo humano que me ayudan en todo y juntos hacemos posible lo imposible

Fuente: El Deber.