El deber de solidaridad

Mauricio Aira

mauricio_aira2.JPG Casi medio millón de bolivianos, 4 mil familias, están sufriendo la caída de sus casas, inundaciones, riadas, aislamiento. La tremenda desgracia ha ocasionado ya 50 muertos, 15 desaparecidos y daños inconmensurables por lo que Los Tiempos en su edición última demandó la solidaridad de estantes y habitantes, de las instituciones, del entorno continental, para organizar campañas y recolectar dinero, medicamentos, ropa y alimentos, creando el mecanismo más efectivo, pronto y real.

Ha demandado LT celo y honestidad en esta tarea evitando los robos que suelen darse y castigando a quienes hagan mal uso de recursos ciudadanos para esta obra de bien. Por las imágenes tomadas en los sitios de la tragedia se podría decir que no ha quedado una sola región a salvo de la embestida de las aguas y los daños no terminan por la furia de la naturaleza, de ahí que la ayuda humanitaria no ha sido suficiente, hasta la fecha con el reparto de 250 toneladas de vituallas, conforta por ello la ayuda internacional ofrecida por países amigos.



Bolivia ha sido siempre un colectivo solidario. Sus aportes han sido oportunos y generosos. Todo consiste en encauzar la entrega de recursos y organizar su llegada a los más necesitados. Sin embargo la magnitud del desastre es tal, que ningún dinero estará sobrando de las partidas ya dispuestas por el Supremo Gobierno. Resultará por tanto plausible, que se de prioridad al gasto solidario y se deseche lo superfluo, como ser por ejemplo, la compra de decenas de vehículos blindados para la llamada Cumbre de los 77, eligiendo la vía del leasing en lugar de una onerosa adquisición.

Austeridad. Recato. Espíritu de cuerpo reclama la extraordinaria circunstancia y mayor dedicación del Jefe del Estado, del staff de Gobierno a las tareas de asistencia a este casi medio millón de hermanos bolivianos afectados por la fatalidad. Intolerable que mandatarios y autoridades focalicen su trabajo en la mera tarea electoral y partidista cuando la Nación reclama todo su tiempo y sus recursos.

Ante la destrucción de dos mil viviendas, cientos de caminos y carreteras asfaltadas, de puentes inservibles, de pasos a nivel y otras obras civiles hace bien la Administración de Caminos en poner a trabajar a su personal, sus máquinas y su capacidad para acudir a las 130 municipalidades afectadas por esta crecida de ríos, lluvias tormentosas, vientos huracanados que se han presentado en nuestra extensa geografía. Bienvenida la ayuda amiga, a la par que inaceptable la discriminación de prestar socorro privilegiando zonas simpatizantes del Régimen. A la hora de la tragedia todos somos bolivianos sin distingo alguno.