Separan a feto de su madre para evitar las maldiciones

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Hernán Apaza en el velorio de su esposa y su hijo que no pudo nacer en Chullpakasa, ayer. dico solÍZ

Ademar es el nombre del niño que murió en el vientre de su madre Juana Clara Ayala tras ser aplastada por una mazamorra en Chullpakasa Chico en Morochata, el pasado sábado por la noche.Tenía apenas siete meses de gestación y su nacimiento estaba programado para fines de abril.Su padre, Hernán Apaza, se encontraba muy entusiasmado por el nacimiento de su primogénito. Recuerda que el día de la tragedia se encontraba en la casa a punto de compartir una cena con su suegro y sus cuñadas cuando escuchó un estruendoso ruido.



Salió corriendo y a su lado se encontraba su pareja, sujetándola del bolsillo de su pantalón para no caer. Por su estado, fue difícil seguirle el paso al papá de su hijo durante la huída por lo que desapareció en medio de las piedras y la tierra que caía desde una altura mayor a los 700 metros.“A mi esposa y a mi hijo me los quitó la tierra. Se los ha tragado”, contó.

Dijo también que él, su suegro y su sobrino de 12 años lograron salvar sus vidas al ponerse detrás de una roca de gran tamaño.EL RESCATE El cuerpo de Juana Clara de 17 años fue rescatado el pasado miércoles junto a otros tres cadáveres.Hernán apareció ayer en el velorio de su esposa y de su hijo para contar su tragedia.“Era mi primer hijo, le íbamos a llamar Ademar, ese nombre me gustaba mucho. Ese día estábamos muy felices”, contó.En una de las aulas de la Unidad Educativa de Chullpakasa Grande a pocos metros del lugar de la tragedia, también eran velados los cuerpos de Nelly Ayala, Modesta Rodríguez y Silvia Álvarez.MALDICIÓN Tras el rescate del cuerpo de Juana, fue sometida a una cirugía para extraer al bebé y de esta manera evitar las maldiciones.En la comunidad existe la creencia de que cuando una madre y su hijo son enterrados juntos y con la cabeza en lado contrario, el niño se convierte en un diablillo que ronda por la comunidad lanzando maldiciones y provocando desastres.

La médico general del Centro de Salud, Rosmery Burgulla, tuvo que realizar la cirugía para separar al feto del cuerpo de su progenitora, caso contrario, “será la culpable de todo lo malo que suceda en la comunidad”.Recordó que después de realizar el corte en el estómago de la fallecida y sacar al feto lo entregó a los comunarios que con agua y sal le hicieron la señal de la cruz en la frente.“Es como un bautizo y su padre decidió ponerle el nombre de Ademar en ese momento”, explicó.Dijo también que el pequeño cuerpecito fue puesto en el ataúd, al lado de su madre, en una posición de abrazo mutuo “para que vayan juntos al cielo”.La profesional quedó sorprendida porque a pesar de que los comunarios profesan diferentes religiones como la católica y la evangélica, principalmente, estas creencias están muy arraigadas y son de fiel cumplimiento.

EL ENTIERRO Finalmente, los cuerpos de las cuatro personas, más el feto, fueron enterrados en el cementerio de la comunidad, donde se construyeron los nichos para darles “un descanso eterno” a las víctimas del deslizamiento. El espacio se encuentra a un lado del camino, en un camposanto improvisado.La lluvia que fue más intensa por la tarde impidió que los trabajos se aceleren y el entierro se concrete a la hora fijada (16:00).

Las mujeres que llegaron desde las comunidades vecinas con sus flores y velas ofrecieron toda su ayuda para la preparación de alimentos. Mientras tanto, los varones se sumaron a la búsqueda de los cuerpos con palas y picotas, además de sus propias manos para separar la tierra y el lodo. Eran más de cien personas entre rescatistas del SAR FAB, Bomberos, SAR Bolivia, soldados de Cotapachi, el Grupo Bersa y los campesinos que trabajaron en seis puntos diferentes.

Creencias.

La muerteEl respeto a la muerte trae consigo una serie de creencias. Una de ellas es no enterrar juntos a una madre y su feto en el mismo ataúd si se encuentran en posición contraria uno del otro.La separación de ambos familiares hace que el “angelito” sea vulnerable al ataque del mal y toda su furia por estar solo caiga sobre los que están más cerca.

Damnificados se niegan a dejar su tierra pese a ofertas

Las familias afectadas por el deslizamiento de un cerro en la comunidad de Chullpakasa Chico, en el municipio de Morochata, se niegan a dejar su tierra para trasladarse hasta el oriente, propuesta que les hizo conocer un día después de la tragedia el presidente Evo Morales.El ministro de Obras Públicas, Servicios y Vivienda, Vladimir Sánchez, les reiteró la oferta de construcción de una vivienda y la producción de tierra en esa región del país donde se prevé dotar de 50 hectáreas a unas 21 familias.Carlos Ayala, que perdió a su esposa y tres hijas en este siniestro pidió quedarse en la tierra donde nació y donde está acostumbrado a trabajar.“Este es mi lugar, ya no tengo nada ni a nadie pero quiero empezar de nuevo aquí”, le dijo a la autoridad de Gobierno.Por su parte Sánchez dijo que las opciones no están cerradas y que se debe concertar con los damnificados ya que la disponibilidad de tierras para vivir y trabajar continúa.“Podemos construir casas aquí (Morochata) y que vayan a sembrar la tierra al oriente, esa es una opción porque hemos visto que no hay muchos espacios, todo está ocupado”, manifestó.Asimismo comprometió que este año se concluirá la construcción de las viviendas para los damnificados donde decidan.

Recordó que desde el 2011, a raíz de los desastres naturales se procedió a construir 1.064 viviendas en diferentes regiones del país. Este año se cuenta con un presupuesto de 190 millones de bolivianos para atender estas emergencias y si es necesario contar con más recursos, el Gobierno está dispuesto a otorgarlos.“No vamos a dejar a nadie sin ayuda, se va a buscar una salida para reconstruir la economía”, acotó.Por su parte, el funcionario de la Alcaldía, René Molina, que se reunió con la autoridad de Gobierno, calculó que se requieren al menos una hectárea para las viviendas y otras cinco para la producción. Recordó que estas dimensiones pueden variar porque en todo el municipio de Morochata existen al menos un centenar de familias damnificadas y la tierra es escasa.Entre tanto el ejecutivo de la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Cochabamba, Jorge Castellón, aseguró que se harán las gestiones correspondientes para garantizar la dotación de tierra. “Si quieren en Cochabamba, hay tierra en Colomi, en el trópico y en Albarrancho, pero vamos a analizar bien”, manifestó.

Comunarios evacuados y familiares de víctimas tratan de rescatar sus pertenencias

Julián Mamani ingresó ayer a la zona del deslizamiento para recuperar las pertenencias de sus tíos que fueron sepultados por la tierra.Salió del lugar del desastre con una carga de papa en la espalda mientras los rescatistas continuaban con la búsqueda de los cuerpos. Casi trotando, subió el cerro y lo bajó con mucha facilidad pese a la greda y la cantidad de piedras de todo tamaño que se encontraban en su camino.

De la misma manera lo hicieron los propietarios de las viviendas que fueron evacuadas por el riesgo que sufrían de ser aplastadas. Después de cinco días, volvieron a sus casas y con los catres, sillas, mesas, calaminas y mangueras, entre otros objetos a cuestas, cruzaron el río que separa el cerro donde se encontraba la comunidad de Chullpakasa Chico para trasladarse al lugar donde actualmente están acogidos (Chullpakasa Grande). Pese al riesgo que significó buscar equilibrio para pasar sobre unos troncos, lo hicieron con el apoyo de los expertos.El trajín se prolongó por varias horas y los soldados de Cotapachi coadyuvaron con el rescate. Ingresaron a la escuela que en cualquier momento puede caer y sacaron los pupitres, pizarras y todo lo que se requiere para continuar con las actividades educativas. En medio de estas tareas, un ruido alertó a todos los que se encontraban en el cerro de que podría suceder otra tragedia.La responsable de la Secretaría de Protección de la Madre Tierra de la Gobernación, Cintya Vargas, advirtió que el terreno sigue cediendo y el riesgo continúa, por lo que urge encontrar el resto de los cuerpos para abandonar el lugar.

Cerca del mediodía, de la parte húmeda cayó una mezcla de tierra con agua y piedras a gran velocidad. Y es que en el cerro hay una filtración de agua que humedece la tierra y sería la causa del deslizamiento de la tierra donde 15 personas perdieron la vida.La permanente lluvia que se registra desde el mes de diciembre en el municipio de Morochata, también se constituye en una de las causas de esta tragedia. Según explicaron los comunarios, las precipitaciones pluviales se extendieron más del tiempo previsto, es decir que antes solo era constante en diciembre o enero, pero ahora se prolongó hasta febrero, (tres meses).RESCATE Por la mañana, se sumaron dos perros a las tareas de rescate de los cuerpos que continúan desaparecidos en el cerro. Se trata de Kira y Bodoque, de la Unidad de Canes de la Policía que ingresaron a la zona para buscar el lugar donde pueden estar enterrados los cuerpos. Detectaron dos nuevas pistas, que se suman a las seis que tenía Tacha hasta ayer y donde solo se requería iniciar el trabajo de excavación.Las fuerzas de los voluntarios se fueron perdiendo con el paso de las horas, pero volvían cuando el olor de los cuerpos, que se encuentran en estado de descomposición, se hacía cada vez más intenso al cavar la tierra.Seis grupos en diferentes puntos del cerro continuaron durante todo el día con la búsqueda pero no obtuvieron resultados favorables. Sobre la tierra solo se pueden ver los restos de un caballo y un toro que murieron aplastados.

Fuente: Opinión