Crimen con el sello narco de un colombiano en Palermo, Argentina

Por Fernando Soriano

Bicicletas. Peritos de la Policía Federal, ayer a la tarde, revisando las bicicletas en las que iban las víctimas. Los asesinos les dispararon once veces./LUCIANO THIEBERGER



Un feriado en horario post almuerzo. Y cientos, miles de personas que hacen gimnasia y corren en la zona de los bosques de Palermo. Algunos también van en bicicleta. Entre ese grupo, ayer pedaleaban los colombianos Carlos Gutiérrez (40) y su compañera, Solange Trujillo (21). Iban por la ciclovía de Figueroa Alcorta cuando un hombre se bajó de una moto, puso una rodilla en el suelo, apuntó y disparó once veces con precisión y frialdad de sicario. A él lo mató de tres tiros. Ella terminó internada en el Hospital Fernández, con dos balazos, herida de gravedad, pero viva.

El episodio tiene el sello de un ataque narco, porque se dio a plena luz del día, delante de mucha gente y porque fueron directamente a matar, igual que en otros hechos ocurridos en el país (ver Lista de venganzas…). El de ayer fue cerca de las tres de la tarde. Según contó Trujillo a la Policía, minutos antes del hecho la pareja se acababa de encontrar con otro colombiano, quien habría huido antes del ataque y podría ser un entregador. Por eso lo busca la Policía, igual que al hombre que disparó y a quien manejaba la moto. Cuando Gutiérrez y Trujillo habían cruzado Agustín Méndez, sobre la ciclovía de Alcorta, recibieron los tiros. Quien disparó lo hizo con una pistola .380, aparentemente con silenciador –algunos testigos dijeron escuchar un “silbido”–, y sin quitarse el casco. Luego la Policía encontró en el lugar 11 vainas, según explicaron, de una marca de balas que no es frecuente ver en Argentina.

Gutiérrez murió casi instantáneamente. Recibió tres balazos; en el omóplato, en la cadera y en la nalga. Y quedó tendido, boca abajo, a un costado de la ciclovía. Muchas personas fueron testigos del ataque y vieron cómo caía el colombiano, en remera y pantalones cortos.

Trujillo sobrevivió, a pesar de que un tiro le entró por la espalda y le salió, cruzado, por un hombro, y el otro le dio un el gemelo de la pierna derecha.

“Estaba tranquila; no preguntó por su compañero”, comentó a Clarín un empleado del SAME que participó del traslado de la mujer al Hospital Fernández.

Por las características del episodio, los investigadores no dudan de que fue un ajuste de cuentas. Sospechan que pudo haberse tratado de una venganza narco pero no descartan cualquier otra posibilidad. Hasta anoche no existían mayores datos para confirmar alguna hipótesis. Al momento de morir, Gutiérrez tenía encima un poco de marihuana en un tubo pequeño y dos pastillas de color azul. “Por la escasa cantidad, es obvio que la marihuana la tenía para consumo personal. No podemos afirmar que fue un crimen narco por eso, aunque por cómo se dio el hecho tiene las características ”, reconoció a Clarín una fuente de la investigación, quien adelantó que Trujillo declararía anoche –al cierre de esta edición– o a más tardar esta mañana “y ahí vamos a empezar a entender todo un poco mejor”.

Los investigadores esperaban ayer los registros de las últimas llamadas telefónicas de las víctimas y lo que pudieron haber captado de las cámaras de seguridad de la zona. Aunque puntualmente, tal como admitió el secretario de Seguridad, Sergio Berni, en el lugar donde ocurrió el asesinato no hay cámaras, y ese es un dato que para los especialistas no es casual.

Así actúan los sicarios. “No obstante, ya pedimos las filmaciones de la zona para intentar encontrarlos en el momento de la huida o la llegada”, explicó la fuente.

La pareja colombiana había llegado a la Argentina el año pasado. Vivía en un departamento en zona Norte, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, en el partido de Vicente López. Según contó Trujillo mientras era trasladada, Gutiérrez se presentaba como fotógrafo, aunque hasta ayer no se sabía para quién trabajaba o dónde publicaba sus fotos. Ella simplemente lo acompañaba, aparentemente no trabajaba.

La fiscal del distrito Núñez– Saavedra, Cristina Caamaño, a cargo de la investigación, esperaba información de Migraciones para conocer si estaban en el país con visa turística o de trabajo y precisar la fecha de arribo al país. Anoche, nadie se había presentado ni en la Policía, ni en el Fernández ni en la Justicia como familiares de las víctimas. Por ahora la vida y la muerte de Gutiérrez y también la historia de su compañera –al menos el capítulo que transcurrió en Buenos Aires– es un misterio.

Fuente: clarin.com