Ovidio Roca
El planeta y el ecosistema van a sobrevivir por millones de años y habrá vida; lo que es una buena noticia es que para los que creen en el karma y las sucesivas reencarnaciones; pero seguramente no la conseguirán en mamíferos, quizá en insectos como el “chulupi”, las cucarachas. Pues el tipo de vida como la conocemos hoy, seguro no habrá.
El planeta y la vida orgánica sobrevivió a muchas calamidades, una de las ultimas hace 65 millones de años, mato más del ochenta por ciento de la vida en el planeta y entre ellos a los dinosaurios, lo que permitió que unos pequeños mamíferos que sobrevivieron, pudieran prosperar y adaptarse a las nuevas condiciones sin el peligro de esos tremendos depredadores; de esos pequeños bichos es que venimos nosotros. En el futuro cercano, habrá otras especies que sobrevivirán a la bomba poblacional y poluyente que estamos generando; serán especies más adaptables al nuevo ambiente y muy diferentes a las actuales.
Entretanto, casi todos miramos angustiados las perspectivas y los impactos del cambio climático: un mundo de clima extremo, de sequias, desertificación, lluvias, inundaciones, olas de calor y de frío, tifones, huracanes. Unos se preocupan y lamentan y otros ante lo irreversible, se preparan para hacer negocios.
Al parecer hay más negocios inmediatos en reparar los daños causados por los fenómenos meteorológicos, en construir defensas y prestar servicios de seguridad, que en la prevención, el uso responsable de la naturaleza, la conservación del ecosistema y uso de tecnologías limpias que evitan el daño ambiental, acción que tiene buenos efectos, pero a largo plazo.
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Por su parte los países y las agencias internacionales, cercadas por los intereses económicos de los grandes consorcios empresariales mundiales y los de cada país en particular (tanto en el área comunista como capitalista), miran displicentemente como se desequilibra el actual ecosistema, en el que se desarrolló y puede vivir la especie humana.
A nivel de la institucionalidad internacional se han creado: La convención marco de las naciones unidas sobre el cambio climático; El protocolo de Kioto; los Mecanismos flexibles (Implementación conjunta; Mecanismo de Desarrollo Limpio y Comercio de emisiones). Son buenas iniciativas y las agencias se reúnen periódicamente para analizar el tema, se preocupan, pero no se ocupan y menos se ponen de acuerdo en reducir el impacto ambiental y frenar las actividades, las explotaciones y los negocios generadores de estos desajustes, en sus respectivos países.
A su vez, todos vemos sin inmutarnos como crece la población, aumenta exponencialmente la basura, se contaminan las aguas potables, los ríos y los océanos; disminuyen los peces, se destruyen los bosques y día a día desaparecen especies que permiten el equilibrio ecológico, por ejemplo para la polinización de las plantas.
Entonces, uno se pregunta la razón por la cual ante hechos evidentes de daño y desequilibrio ambiental, las personas, los países y las instituciones no toman acciones efectivas, y una respuesta siguiendo a Santos Noco Choco, es porque hacerlo da trabajo y ninguna ganancia monetaria y lo explica al decir: “el órgano más sensible del hombre es el bolsillo”.
Podemos ver además que el problema del desajuste climático no será igual para todos, ni para las regiones, ni para las personas de distinto nivel de ingresos.
A los países Nórdicos, les llegara el verano y probablemente sean favorecidos por el cambio climático, a los países del sur y áfrica les “ira como la mona”.
Los países y personas de alto nivel de ingresos podrán protegerse y serán clientes de emprendedores que lucran con los negocios del agua, la refrigeración, la protección de bienes y personas, la protección contra las inundaciones, etc.
Por tanto siguiendo a nuestro compatriota originario de Mojos, lo que debemos hacer es, dada la naturaleza humana, lograr que los mecanismos de desarrollo limpio sean tan buenos o mejores negocios que aquellos que se originan por el desastre climático.
Aunque tenemos esperanzas de que algún rato tomaremos las decisiones correctas, recordamos a Einstein, cuando dice "Hay dos cosas infinitas; el universo y la estupidez humana, de la primera, tengo mis dudas".