Fútbol, pasión de multitudes

Marcelo Ostria Trigoostria-trigoUn cronista deportivo argentino solía decir que el fútbol es “el deporte más hermoso del mundo”. Para una gran mayoría esto es cierto, pues el fútbol ya es parte de la historia y de las tradiciones de muchos pueblos. Y también es ostensible que este deporte, nacido en Inglaterra, se extiende y es el preferido en el mundo. La magia del espectáculo que ofrece el fútbol, el talento de los jugadores convertidos en ídolos, el colorido de las multitudes de espectadores y el ambiente festivo muestran la cara amable de este deporte. Pero hay la otra, la que preocupa desde hace tiempo: la de los fans, ‘hooligans’, hinchas, barras bravas, torcidas, etc., que ocasionan víctimas y daños dentro y fuera de los estadios.Los integrantes de las barras bravas han causado muchas tragedias. Una de ellas, la de 1985, en Bruselas, en el juego final de la copa 1985 de Europa, cuando los disturbios y las peleas provocados por los hooligans ingleses dejaron 39 muertos. Estas tragedias no solo resultan del enojo o la frustración de los fanáticos, sino también de la algarabía de las victorias. Se recuerda la desenfrenada celebración por el triunfo del seleccionado de Colombia sobre el de Argentina en 1993, con un abultado marcador, que causó en Bogotá 76 muertos y 912 heridos. Ahora, los festejos por los triunfos colombianos en el Mundial de Brasil ocasionaron en Bogotá 3.000 riñas, 15 heridos y nueve muertos. El ministro de Gobierno de Colombia dijo: “No podemos seguir celebrando goles y enterrando muertos”.Está visto, por otra parte, que hay hinchas que erróneamente creen que, en un partido entre selecciones, está en juego el honor nacional, que hay que defender a sangre y fuego. Se enarbolan banderas, se vocifera contra el adversario, procurando así alentar a un equipo que no está en guerra sino, simplemente, compitiendo deportivamente. Se sabe que se han identificado a muchos de los violentos que empañan el fútbol y que se intentan medidas para impedir su acceso a los estadios. Pero, por lo visto en Brasil, esto no es suficiente. Es necesario que los gobiernos de los países afiliados a la FIFA lleguen a acuerdos internacionales efectivos para tomar acciones conjuntas a fin de evitar desmanes.El Deber – Santa Cruz