Pobreza o desigualdad

Roberto Ortiz Ortiz*

RORTIZ Nos encontramos en tiempos de campañas políticas, tiempo en que los políticos se empeñan en mentirle a los ciudadanos, además de hacerse pasar por arrogantes sabelotodo pues aseguran tener conocimiento de las necesidades y hasta problemas personales de cada uno de los habitantes de este país. Sin importar la subjetividad del tema en cuestión, el político siempre encontrara la manera demagoga de convencer al votante. Sobre todo al votante pobre, al que le cuentan sobre la desigualdad económica, mientras le cultiva odio, recelo y un enorme sentimiento revolucionario hacia la famosa igualdad.

En Bolivia, un país de once millones de habitantes en el cual aproximadamente seis millones son pobres, ¿Acaso importa la desigualdad? La desigualdad no es más que el final feliz de la propia acción humana, donde miles de millones de personas actúan día a día con el fin de ser diferentes, de satisfacer sus necesidades mientras satisfacen las de los demás y sobre todo de cumplir sus sueños. Es menester recalcar que esta hermosa desigualdad solo se puede obtener en un sistema de libre mercado y de justicia imparcial. Y me refiero a la situación de desigualdad como hermosa, pues el mero hecho de pensar en una sociedad donde todos seamos iguales y nuestro esfuerzo no valga una mayor recompensa, simplemente me espanta.



Desigualdad no es igual a pobreza en ningún sentido, todos podemos ser desiguales y vivir dignamente sin celos ni rencores. Es muy probable que si Bill Gates (fundador de Microsoft) o Mark Zuckerberg (creador de Facebook) no fueran millonarios, yo no estaría escribiendo en esta computadora ni compartiendo con amigos de otros rincones del mundo al mismo tiempo. Miles de personas, yo incluido, no gozaríamos de la calidad de vida que hoy gozamos si no fuera por la desigualdad existente.

Llegamos a la conclusión que ¡la desigualdad no importa!, mas lo que en verdad importa es la pobreza. Los bolivianos –para esta nueva gestión de gobierno- queremos que los políticos se preocupen por la pobreza, sin aprovecharse de los pobres para hacer campaña ofreciendo bonos y dadivas que terminan por hacernos más pobres a todos, sino con políticas públicas serias, que desregularicen el mercado (fuente real de ingresos), con políticas que formalicen de forma rápida y eficiente a los informales, con políticas que eliminen los impuestos absurdos y que terminen con la asquerosa corrupción, centralismo y burocracia pública que aniquilan inmediatamente cualquier iniciativa de salir de la pobreza siendo independiente de un papá-estado y aún más importante, libre.

*Estudiante de ingeniería comercial