Política, listas y realidades

Carlos Federico Valverde Bravo

VALVERDE OK OK OK Se oficializó el lanzamiento del tiempo político; los que hablaban de ‘unidad’ se dividieron y andan desafiándose a ver quién es más y mejor, mientras que el partido de Gobierno los mira, divertido. Por otra parte, los que querían desterrar las prácticas corruptas de la política (entiéndase el Gobierno) se juntan con lo peor del pasado y presente. Uno de ellos, Carlos Subirana, protector de Marino Diodato y extorsionador de detenidos y enjuiciados en el ‘caso Rózsa’ y otros, que pacta su silencio con el Gobierno y corona su ‘omertá’ (código de honor de la mafia siciliana que impide dar cualquier información sobre las actividades de la organización o personas de la misma a terceros) con su inclusión en la lista del MAS.

Por otro lado, en Potosí el pueblo se entera azorado de la inclusión de René Joaquino, el ejemplar alcalde que nunca tuvo una denuncia de corrupción en su gestión (salvo la improbada del MAS), que termina corrompiendo su conducta aceptando la presión del MAS para ser su candidato a senador por ese departamento. Así actúa el poder en este país; en el caso de Joaquino, con la presión directa para lograr un concurso que le permita prestigiarse como partido y, por el otro lado, como si fuera el arca de Noé, es decir, que quien entra a la lista (barca) se salva, como el caso de Subirana.



Esperaremos hasta el lunes para saber de las demás listas; mientras tanto, hay una realidad cada vez más lacerante que sigue golpeando a los ciudadanos que pretendemos vivir en un país civilizado: el recrudecimiento de los linchamientos en Bolivia. Esto va más allá de las elecciones o de la búsqueda de poder, esto hace a nuestra cotidianidad y nos está acostumbrando. Los nuevos casos ya no ocupan páginas principales de los diarios ni apertura de medios en radio o TV; llegamos al extremo de que en una red televisiva líder en el país se avisó de un linchamiento sin muertes (afortunadamente) con el encabezado: Escarmientan a golpes a tres asaltantes (?).

Seguramente ese titular está representando la sensación de todos nosotros: los linchamientos son parte de nuestro vivir cotidiano y no son ‘ni buenos ni malos’, simplemente ocurren. Y sí, ocurren, mientras la política ocupa todo nuestro tiempo.

El Deber – Santa Cruz