Jimmy Ortiz SaucedoComentario: Esta es una buena noticia para Bolivia. Su solo anuncio fue una bocanada de aire fresco, para un país con casi 9 años de confrontación interrumpida.La novedad del ofrecimiento hizo que sea noticia de portada en varios medios nacionales. Evo Morales, el líder duro y confrontacional, ofreciendo reconciliación, es todo un acontecimiento.Que Su Excelencia lo cumpla o no, ya es otro tema. Hago votos para que no sean cantos de sirena de tiempos electorales. Esperemos que no viole su ama llulla andino.Bolivia necesita que Morales cumpla la promesa, hecha nada menos que en la Casa de la Liberad donde nació Bolivia. Lo necesita para construir el verdadero Estado nacional, que no llega a 189 años de su creación. Un Estado donde todos nos sintamos parte, sin hijos y entenados. Un Estado fraterno sin preso político ni exiliados. Un estado que sea construido con el esfuerzo de oficialistas y opositores. Un estado sin colonialismo interno o externo. Un Estado donde la heterogeneidad sea nuestra fortaleza, no nuestra debilidad. No es poca cosa la promesa.Es bueno también el reconocimiento implícito de la violencia política durante su gobierno, que paradójicamente el Vice García Linera llama la década de oro, con la mentalidad terrorista que lo caracteriza.Es reconocer la violencia fratricida en la toma de la prefectura de Cochabamba y el asesinato de Cristian Urresti. Los asesinatos de: Gonzalo Durán, José Luis Cardozo y Juan Carlos Serrudo, en La Calancha. El atentado del guarda espalda de Evo Morales George Peter Nava, a Unitel Yacuiba. El golpe de Estado a la gobernación de Pando, con la muerte del Pastor evangélico Luis Antonio Rivero y otros. El Cerco a Santa Cruz del 2008, con la muerte de nuestros héroes Cambas: el profesor de Portachuelo Pedro López y del unionista de La Guardia Edson Ruíz. Los asesinatos del Hotel las Américas, que desataron la persecución contra los cívicos y la oposición política cruceña. Los asesinatos de los estudiantes en Caranavi: David Callisaya y Fidel Hernany. El caso Chaparina y el atentado al periodista Fernando Vidal de Radio Popular de Yacuiba. Solo para citar los que vienen a mi memoria.Es bueno destacar que todos estos casos permanecen impunes, con la excepción de George Peter Nava, que salió libre de polvo y paja; cuasi canonizado por la «justicia». Es la ventaja de ser «propietario» del Poder Judicial, aunque la independencia de poderes; intrínseca a la democracia, se vaya al tacho.¿Esto es lo que el Vice García Linera llama la década de oro? ¿O se refiere a la bonanza económica de su familia, que le critica Ernesto Suárez?Para que el loable ofrecimiento de su excelencia, pase de la retórica a la práctica, le hago dos sugerencias:1) Decretar una amnistía general e irrestricta, liberando a los presos políticos y permitiendo la vuelta de los exiliados, como se hacía incluso en los tiempos del Plan Cóndor. ¡No es democrático tener elecciones con más de 700 exilados, varios presidenciables! Además de uno preso en el país.2) Y para una verdadera reconciliación nacional, es preciso aclarar todos estos actos de terrorismo de estado, metiendo en la cárcel a los actores materiales e intelectuales. Fue desleal arremeter contra el pueblo que los llevo al poder.Tener a personajes oscuros entre sus ministros, viceministros, representantes diplomáticos y otros afines, no es una buena señal.Bolivia necesita cualificar su democracia, si esto que vivimos puede llamarse así. Sería un buen inicio comenzar teniendo una justicia independiente, que trate a todos como iguales frente la ley. Un sueño que los bolivianos han acariciado desde siempre. Sueño transformado en pesadilla, con el irresponsable experimento que termino en un descrédito mayúscula de su justicia. «Elegir» jueces en votación popular, fue el colmo del populismo.La justicia es el pivote de la democracia, en ella descansa la institucionalidad del Estado, así como la garantía de los bienes y la libertad de los ciudadanos. Es el árbitro de una sociedad civilizada.En buena hora la declaración de Su Excelencia, esperemos su cumplimiento.