¿Gasolinazo o especulación peligrosa?


Una de las lecciones más importantes que nos puede dar la economía en cualquier país, sea cual sea su realidad, es que el comportamiento de los agentes económicos es guiado por «rumores que pueden afectar, de alguna u otra manera, la toma de decisiones en el mercado.

Al respecto, en esta época electoral se están escuchando todo tipo de aseveraciones acerca del comportamiento que tiene, o que vaya a tener en un futuro el Gobierno, hablando con mayor exactitud, del  gasolinazo que, según el candidato por Unidad Demócrata, Samuel Doria Medina, estaría preparando para 2015.



Esta afirmación la dio a conocer el mencionado anteriormente en una conferencia de prensa, fundamentando esto simplemente con que «está en la cabeza del Presidente hacerlo, algo parecido como los rumores que afectan a las subidas y bajadas de las acciones de las empresas en las principales bolsas de valores de mundo.

Pero en verdad, y tomando en cuenta nuestra actual realidad macroeconómica, ¿un gasolinazo es posible? Para ello hay que tomar en cuenta  por qué no es posible.

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Según el teorema del «segundo mejor perfecto -introducido por Richard Lipsey y Kelvin Lancaster a mediados del siglo XX-,  «si una de las condiciones necesarias para lograr un Óptimo de Pareto no es obtenible, las otras, a pesar de ser teóricamente posibles, dejan de ser deseables.

Explicándolo de manera más simple: una subvención no es lo más óptimo para una economía, pero si se la elimina, puede causar graves problemas dentro de ella, con fuertes repercusiones sociales, ésta se debe mantener en la medida y en los parámetros que sean posibles.

En cierta manera la subvención a los hidrocarburos fue algo muy perjudicial, pero hay que resaltar que fue una herencia de gobiernos anteriores. Esto debido a que después de la capitalización, las pocas inversiones captadas solamente se orientaron a la explotación y posterior venta del gas natural, en claras condiciones perjudiciales para el Estado, sin contemplar una industrialización, para extraer derivados, tanto del gas como del petróleo.

Ahora la situación es distinta. Se puede rebajar la subvención gracias a los diferentes proyectos de industrialización que se están llevando a cabo en el país, como ser la Planta de Separación de Líquidos de Río Grande, mediante la cual producimos el GLP y ya no lo importamos ni lo subvencionamos.

En el caso de la gasolina, con la construcción de la Planta de Reformación Catalítica e Isomerización, para 2016 ya no habrá necesidad de subvención, porque produciremos gasolina para nuestro abastecimiento interno.

Con el diésel pasa lo mismo. Con la ampliación de la producción en la refinería de Cochabamba de 51.000 a 63.000, la subvención para 2015 será de 399 millones de dólares, un 34% menos que en 2014.

En conclusión, al terminar de poner en marcha los proyectos de industrialización mencionados anteriormente, no habrá necesidad de subvencionar los hidrocarburos, cubriendo la demanda interna, sin cambiar los actuales precios de los hidrocarburos anteriormente mencionados.

Por todo lo anteriormente mencionado, un gasolinazo es imposible y todas las especulaciones peligrosas mencionadas en el marco de esta campaña electoral no tienen fundamento alguno. La subvención se levantará siempre y cuando el pueblo lo decida.

 

Óscar Eduardo Machicado

Mendoza es economista
Fuente: paginasiete.bo


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