El trastorno por déficit de atención e hiperactividad: una plaga moderna

La mayoría de los diagnosticados de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tienen entre seis y nueve años y son varones en una proporción de cuatro a uno. En España, un 3 % de los niños padece este trastorno, mientras que, en la población mundial, la tasa oscila entre un 6 % y un 9 %.

 



En dos terceras partes de los casos, se mantiene en la edad adulta, a pesar de que los síntomas varían con la madurez. La hiperactividad y la impulsividad disminuyen, mientras que la falta de atención, la desorganización y la desregulación emocional –irritabilidad, por ejemplo– permanecen.

 

Por el momento, la observación de los síntomas es el único indicador para realizar un diagnóstico. “Hasta hoy, las variantes genéticas que predisponen al trastorno no han conseguido suficiente significancia”, afirma Josep Antoni Ramos-Quiroga, coordinador del programa TDAH del Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona. Y añade: “La genética es un factor de susceptibilidad y de riesgo, pero no te explica por qué una persona tiene TDAH”.

 

En 2013, la Administración de Alimentos y Medicamentos norteamericana (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó la comercialización del primer método de diagnóstico a partir de impulsos eléctricos de las neuronas y su frecuencia por segundo. Aun así, la misma institución recuerda que esta prueba solo es “una parte de un examen médico y psicológico completo”.

 

En España, el doctor Alda coordinó la guía de práctica clínica que editó hace cinco años el Ministerio de Sanidad sobre este trastorno recogido, dicho sea de paso, en los manuales de las sociedades de psiquiatría europea y estadounidense, el CIE-10 y el DSM-5 respectivamente, los libros de referencia de los trastornos mentales en el mundo occidental.

 

Por su parte, el coordinador del DSM-IV, el psiquiatra estadounidense Allen Frances, denuncia en su nuevo libro ¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014) una inflación en el diagnóstico de enfermedades psiquiátricas y la medicalización de la sociedad. “No logramos predecir las epidemias de TDAH, autismo y trastorno bipolar. Tendríamos que usar el manual para advertir de los diagnósticos poco elaborados y no para diagnosticar en exceso”, advierte Frances. “El DSM-IV –continúa– preveía cambios que provocarían un incremento de tan solo el 15 % de diagnósticos, pero ahora un 30 % de los universitarios estadounidenses y un 10 % de los escolares toman medicación contra el TDAH”.

 

 

Más información sobre este tema en el reportaje Niños agotadores, escrito por Núria Jar . Puedes leerlo en el número 405 de Muy Interesante.

 

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Fuente: muyinteresante.es