La demanda en La Haya y la propaganda

Marcelo Ostria TrigoMARCELOOSTRIATRIGOOK_thumb2El fundamento que el Gobierno boliviano ha esgrimido en la demanda ante la Corte Internacional de Justicia es que Chile debe avenirse a negociar con Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico. Esto con el respaldo de la doctrina del Estoppel, aceptada por la jurisprudencia internacional, pues “no solo las convenciones son fuente de derechos y obligaciones entre los Estados. Lo son también los actos unilaterales –como la notificación, la protesta, la promesa, la renuncia, el reconocimiento– y aun la propia conducta pasiva de ellos, que mueve a otros Estados a actuar en consecuencia” (Rodrigo Borja. Enciclopedia de la Política).El planteamiento boliviano debe ser resuelto, entonces, por la Corte Internacional de Justicia, la que actúa –como es natural– con independencia de gobiernos u otros organismos internacionales. Entonces, salen sobrando los intercambios verbales, cada vez más agresivos entre personeros de los dos países. Ya se ha llegado al insulto inconducente que, con seguridad, no tendrá peso alguno a la hora de dictar sentencia sobre este caso. Pero no solamente se trata del intercambio público de argumentos, sino que se está dando la impresión de que con la frenética actividad de un vocero estaríamos “ganando la batalla en La Haya”. Eso es, por lo menos, irresponsable.El pecado de la agresividad sin destino lo cometen ambas partes. A una declaración viene la respuesta ácida. En el caso de nuestro oponente en el juicio, muchas veces proviene de un canciller machacón: “Los tratados se respetan”, como si se estuviera demandando la nulidad o modificación del Tratado de 1904, esto acompañado también de frases agraviantes.Para sostener una causa judicial internacional, no se requiere de intercambios verbales ni de propaganda; tampoco de viajes al extranjero, ni de visitas a organismos internacionales con la pretensión de que, así, se pueda influir en jueces que, como se sabe, no son susceptibles de tomar en cuenta propaganda alguna.En el supuesto –hay elementos que podrán jugar en favor de la demanda boliviana– de que, en unos años, pues eso dura un pleito en La Haya, la sentencia sea favorable a Bolivia, se debería entrar en negociaciones bilaterales con Chile y, con este ambiente de agresividad no es como se arriban a acuerdos entre las naciones. La serenidad y la prudencia, sin abandonar los argumentos que nos asisten, son elementos que nos deben mostrar, en cambio, como un país serio que busca se repare una injusticia más que centenaria.El Deber – Santa Cruz