Angustias que arrugan


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El exceso de preocupaciones no solo genera dolores de cabeza. La piel, por ser el órgano más grande del cuerpo, suele asomar primero los efectos de las mortificaciones.

Esas arruguitas en el rostro, tan molestas, no aparecen por casualidad o solo por efectos de la edad. Algunas personas jóvenes pueden lucir más envejecidas y otras con más años deslumbrar por su aspecto lozano. ¿Qué hace la diferencia? ¿Son los cosméticos que utilizan? Definitivamente no es lo principal, también está ligado con la actitud que se asuma ante las preocupaciones de la vida, la higiene emocional, la alimentación y cómo se lleven las relaciones personales.

Las angustias mal canalizadas provocan alteraciones en el sueño, agotamiento físico, mal humor, tristezas y depresiones. Todo esto se verá reflejado inevitablemente en la piel, porque el organismo se altera, se afecta el sistema inmunológico, disminuyen las defensas, se producen desequilibrios hormonales, cambia la circulación sanguínea, se dificulta la eliminación de las toxinas y se altera el metabolismo.
Una persona muy angustiada por lo general va a fruncir más el ceño, reflejará más tensión en el rostro o gesticulará más y hará más muecas, lo cual, a la larga, se traducirá en más líneas de expresión en la frente, hacia los lados de la nariz y la boca. Si la piel ha perdido firmeza y elasticidad, con el pasar del tiempo, se favorecerá la formación de arrugas o la profundización de las que ya existían y eso contribuirá a un envejecimiento prematuro.

Por algo se dice que una persona tiene «mala cara», no solo por su expresión gestual, también porque su piel ha perdido luminosidad, se ve opaca, pálida, amarillenta o grisácea.
Equilibrio desde adentro hacia afuera



Con el aumento de las preocupaciones, las personas suelen caer en comportamientos ansiosos y consumir comida alta en grasas saturadas y grasas trans, más azúcar que les proporciona un efecto calmante, colorantes, conservantes y sabores artificiales lo cual genera un proceso llamado «estrés oxidativo». Esto se intensifica, aún más, si a la alimentación descontrolada se le suman hábitos como el cigarrillo, la ingesta desmesurada de alcohol o la exposición al sol sin protección; así es como comenzarán a aparecer signos de envejecimiento cutáneo, incluso de forma prematura. El balance alimenticio es esencial para mantener la elasticidad de la piel y prevenir la flacidez que suele reflejarse en el tercio inferior del rostro, cuello y contorno de los ojos.

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Una piel hidratada siempre lucirá más bonita. La recomendación es ingerir diariamente entre 6 y 8 vasos de agua en su forma libre y también consumir fuentes naturales de vitamina C para favorecer la producción de colágeno y crear un efecto antioxidante. Dicha vitamina se encuentra en frutas como la naranja, la toronja y el limón, la guayaba y la fresa; y en vegetales como el pimentón, el tomate y el brócoli.
Sin embargo, los problemas en la piel causados por las angustias no desaparecerán hasta que no se aprenda a manejar de raíz esas emociones negativas, se logre un buen descanso y se mejore la actitud ante la vida, de manera que no generen más consecuencias graves para la salud. Para lograrlo, se requiere la orientación de un especialista médico.

Fuente: www.eluniversal.com