“Chile debería estar preocupado por el fallo de la Corte de La Haya”

Afirma el excanciller boliviano Gustavo Fernández. ”Es lógico que cada una de las partes tenga analizada su reacción, lo que hará en uno u otro caso”.

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PÁGINA SIETE, La Paz



Gustavo Fernández (centro) con periodistas de Página Siete.

El excanciller Gustavo Fernández, miembro de la delegación boliviana que asistió a las recientes audiencias de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), dijo sentirse optimista ante el fallo de La Haya   tras los  alegatos de  Bolivia y  Chile sobre  la competencia del tribunal en la demanda marítima.

«Quien debería estar más preocupado es Chile. Creo que a Chile se le presenta un dilema si en octubre o noviembre la Corte se declara competente y decide continuar conociendo el tema”, declaró en el Desayuno de Trabajo de Página Siete.

En alusión al «plan B” anunciado por el presidente Evo Morales en caso de un fallo adverso para Bolivia,  Fernández señaló que «es lógico que cada una de las partes tenga discutida y analizada su reacción, lo que hará en uno u otro caso. Chile, mucho más que Bolivia”.

¿Qué le pareció el alegato boliviano?

El razonamiento del alegato boliviano es mucho más sutil que el que esperábamos, porque no conocíamos la memoria. La memoria ha sido publicada ahora que se ha llegado a la fase legal. Hubo una cantidad de especulaciones sobre los derechos expectaticios y los actos unilaterales. Hubo una gran cantidad de trabajos que se hicieron alrededor de estas supuestas bases, pero la demanda boliviana es una demanda bien armada y parte del principio de que Chile reconoció explícitamente, casi después de 1904, que el acceso soberano de Bolivia al mar era un problema pendiente. Es decir, existe un problema pendiente entre Chile y Bolivia, y ese problema es el acceso soberano de Bolivia al mar, y ese problema está reconocido por Chile desde el principio. El presidente Domingo Santa María (1881-1886) lo dijo y de ahí hay, en adelante,  en una sucesión de ocasiones, diversas autoridades chilenas que reconocieron la existencia del problema y que es un problema que hay que resolver. Y el argumento, muy bien planteado por los abogados, es que no se resuelven las cosas que ya están resueltas. Es decir, el Tratado de 1904 no ha resuelto el problema, que es la base de la argumentación chilena. Ese es el punto. Chile lo reconoce. No es Bolivia, es Chile. De ahí deriva el siguiente razonamiento lógico: una de las bases del derecho internacional es que los problemas pendientes se deben resolver por medios pacíficos, mediante negociación. Es allí donde Chile, una vez reconocida la existencia del problema pendiente, decide resolverla mediante negociaciones propuestas. De ahí deriva su obligación de negociar. Cuando te obligas a negociar tienes que resolver el problema pendiente, pero cuando negocias debes hacerlo de buena fe. Esa es la secuencia en el derecho internacional.

¿Y el alegato chileno?

Chile trata de salirse de eso, de su obligación a negociar. Su razonamiento parte de la lógica de que cualquier solución de acceso soberano de Bolivia al Pacífico modifica el Tratado de 1904 y que, por tanto, la CIJ es incompetente para conocer el tema, porque el artículo 6 del Pacto de Bogotá  de 1948 dice que los pactos o tratados suscritos o resueltos  hasta 1948 no pueden ser revisados por la vía jurídica. Ese es el razonamiento de Chile, pero ahí viene el siguiente punto que figura en las respuestas de Bolivia, y es que Chile,  desde un principio, al mismo tiempo que admitía que debe resolver el acceso soberano de Bolivia al mar, señalaba que esa solución no podía tocar el Tratado de 1904; más aún,  condicionaba las negociaciones a que no se tocara el Tratado de 1904. De esa manera reconocía explícitamente que la solución no implica la modificación del Tratado de 1904.

Cuando el juez Christopher Greenwood planteó la pregunta sobre la fecha en que Chile se había comprometido a negociar con Bolivia una salida soberana al Pacífico, la delegación boliviana dijo que no había una «fecha mágica”, no dio una fecha concreta. ¿Por qué?

La respuesta tiene varias fechas, no tiene una sola, porque son muchas las propuestas. No hay un solo momento, son varios, antes  y después del Pacto de Bogotá.  Chile trató en todo momento de llevar las aguas a su molino, que es el Tratado de 1904, pero la respuesta está en las propias expresiones de Chile y en los compromisos de Chile. Allí está el reconocimiento de la existencia de un problema pendiente, cosa que ahora niega públicamente, y  también la definición de acceso soberano al mar. Entonces  su línea de argumentación no es muy fuerte.

¿Por qué Bolivia no recusó al juez Greenwood, que había actuado como asesor de Chile en el contencioso de La Haya con Perú?

Bolivia ha dicho muchas veces que confía en la imparcialidad de la Corte y por eso ha presentado la demanda ante esa instancia. Según el procedimiento, dicen, yo no sé, no soy un experto, las preguntas son previamente consensuadas entre los jueces. O sea, no es que cada uno dice lo que quiere, sino que consulta. Entonces, las dos preguntas fueron consensuadas.

El presidente Morales anunció un «plan B” para el caso de que la gestión ante la CIJ resultara adversa. ¿Qué opina al respecto?

Yo creo que tenemos que sentirnos relativamente optimistas sobre el fallo en la excepción preliminar. Quien debería estar más preocupado es Chile. Creo que a Chile se le presenta un dilema si en octubre o noviembre la Corte se declara competente y decide continuar conociendo el tema. Igual si decide analizar la excepción preliminar junto con el fondo de la causa, es decir, postergar su fallo hasta el fin de la demanda. La opinión de los abogados de Chile fue, en su momento, que Chile no debía  plantear la excepción preliminar, pero la señora Bachelet decidió presentar la excepción. Fue una decisión política, no sustentada  jurídicamente. ¿Qué pasa si la Corte dice no a la excepción? ¿Chile seguirá el juicio? Desde el punto de vista político, seguir en el juicio sería para la señora Bachelet una muestra de debilidad, sería objeto de ataques muy duros de incompetencia y debilidad, porque estaría aceptando lo que dijo que no iba aceptar. Y ahí viene el segundo tema: las declaraciones de Heraldo Muñoz y otras autoridades, de que Chile no aceparía nunca la competencia del tribunal ni un fallo de la Corte que lo obligue a negociar con Bolivia. En su presentación,  el agente Felipe Bulnes dijo que Chile no consiente ni consentirá la competencia de la Corte. Entonces, si la Corte dice sí, que es su competencia, y ellos dicen no para apaciguar su política interna, estarán en un grave problema internacional, porque se estarán saliendo del sistema jurídico internacional. Ese es el dilema de Chile, entre una crisis de política interna y una crisis del sistema jurídico internacional. Por eso digo que Chile debería estar más preocupado que Bolivia. Ahora, siendo optimista, nadie puede decir que el asunto ha terminado hasta que el tribunal expida su sentencia, y para cuando la expida es lógico que cada una de las partes tenga discutida y analizada su reacción, lo que hará en uno u otro caso. Chile, mucho más que Bolivia.

En  relación a  la opinión pública nacional e internacional, ¿cómo ve la posición boliviana?

Hay señales interesantes. La presencia de dos expresidentes, tres excancilleres que no son del gobierno y una senadora de la oposición muestran que efectivamente se está tratando el tema como un asunto de Estado, de interés nacional, y la reacción del país ha sido positiva. El sentimiento de unidad nacional ciertamente se ha fortalecido y hay que preservarlo. Eso se desnaturalizaría si es que se intentara manejar el tema como un asunto partidario, pero no creo que eso vaya a ocurrir. Nuestra posición también se ha fortalecido externamente. El hecho de que Chile se haya visto obligado a comparecer en La Haya para dar explicaciones durante tres horas es un momento verdaderamente histórico. Chile no pensó nunca que iba llegar a ese punto, confiaba que tenía un escudo con el Tratado de 1904, y porque confiaba en su fuerza. Pero resulta que nosotros tenemos la razón y eso le ha planteado un problema que no esperaba, un escenario que creía que nunca iba a llegar y eso lo tiene muy incómodo.

¿Qué se puede  esperar después de los alegatos?

Estamos en la fase de la excepción preliminar, una excepción que Chile plantea para que la Corte se declare incompetente y su argumento es que la demanda toca el Tratado de 1904. La demostración de que no es así está en los propios actos de Chile. Entonces, con esta lógica, deberíamos esperar que la decisión sobre el incidente  favorezca a Bolivia. Eso es lo que  deberíamos esperar. Luego viene el tratamiento de fondo que no sabemos cuánto tiempo llevará. Esa es otra historia, otro momento, pero el juego está planteado de esta manera.

«Bolivia tiene una política exterior de larga data que no nació hoy”

Fernández dijo que la demanda presentada en La Haya «demuestra que sí hay una política exterior consistente de larga data que no nació hoy, que se construyó a través de toda la historia del país”.

«El planteamiento boliviano se nutre de las iniciativas de política exterior de toda la historia boliviana. No tendríamos el actual caso si no tuviésemos las notas del 50, las negociaciones de Charaña, las asambleas de la OEA. Todo eso es parte de la historia del país que se refleja en este momento”, declaró Fernández, considerado el artífice de la resolución de apoyo a la demanda marítima boliviana que aprobó la Asamblea General de la OEA de La Paz en 1979.

«La afirmación de que Bolivia nunca tuvo política exterior, de que todo fue un fracaso, no es cierta; se fue construyendo  ladrillo a ladrillo. Y eso permite presentar este edificio. Es una construcción histórica. Ahí está la mano de muchos diplomáticos y políticos bolivianos”, agregó.

Fernández elogió la organización y el manejo logístico de la delegación boliviana en La Haya, pero sobre todo el trabajo jurídico de preparación de la memoria y de los alegatos. «Es una tarea muy compleja con abogados de varios países, hablando varios idiomas, y que pertenecen a formaciones jurídicas muy distintas. El haber logrado armonizar sus puntos de vista y presentarlos de la manera como lo hicieron demuestra que hubo un trabajo profesional muy bien hecho”, subrayó.