El exprefecto de Pando, Leopoldo Fernández y otros acusados estuvieron ayer donde hace 6 años y 10 meses ocurrió la masacre.
Inspección ocular desvela grietas en el caso Porvenir
RUY D’ ALENCAR / PORVENIR, EL DEBER
El juez César Portocarrero llegó al corazón de la matanza. Es su primera vez en Filadelfia y en Porvenir, para no decir que acaba de conocer Pando. Y está parado en donde el 11 de septiembre de 2008 hubo un enfrentamiento que produjo más de una decena de muertos y terminó con la destitución y juicio del exprefecto Leopoldo Fernández.Un caso que cumplió seis años y 10 meses, antes de que el juzgador conozca los lugares donde ocurrieron los hechos.La cápsula de seguridad, 11 patrullas de policías armados más un bus, pasó por alto el lugar acordado y debió volver hasta el puente de Cachuelita (Filadelfia) para estar en el lugar donde una madrugada de septiembre de 2008 se pegaron los primeros balazos del conflicto.Karlo Brito, el abogado de Fernández, tuvo que reclamar a los policías para que se dieran cuenta de que se habían pasado de largo; aunque los agentes se descargaron señalando al juez como guía.Acusados
Fernández, Evin Ventura, Marcelo Mejido y Herman Justiniano bajaron del bus y caminaron hasta el acceso del puente de Cachuelita, donde se cavó la primera zanja para evitar que los campesinos opuestos a Fernández lleguen marchando desde Filadelfia hasta Cobija.Mary Carrasco, la abogada de los familiares de algunos de los muertos, inició una polémica. No coincidía con el juzgador ni con la defensa en señalar el lugar exacto de la zanja, pero tuvo que ceder ante Portocarrero. Eduardo Morales, el otro abogado de Fernández, buscó capitalizar aquello subrayando el desconocimiento de la acusadora.Cerca de Brito y de Morales, Fernández les susurraba al oído de los abogados. Al rato, la defensa hizo notar al juez que siendo aún julio, las aguas del Tahuamanu están muy por debajo del nivel que se ve en los videos que usan los acusadores como prueba del caso de septiembre, mes que es conocido como temporada de sequía.Después de Cachuelita, el recorrido posibilitó que el juez conozca Tres Barracas (Porvenir), sitio donde fue asesinado a balazos Pedro Oshiro, funcionario de la Prefectura. Entonces la defensa echó en cara que los campesinos no iban en son de paz, como dice Carrasco.La tercera estación fue el centro de Porvenir, donde el albañil Alfredo Céspedes, que había sido retenido y golpeado por los campesinos, perdió la vida de un tiro en el pecho. Según los acusadores, disparado por grupos de Leopoldo en Porvenir.Según Roy Céspedes, hijo y testigo del asesinato de su padre, muerto por la bala del grupo de campesinos. Otra grieta en la acusación formal. En ese lugar, donde hubo una cancha y ahora hay un coliseo, el juez prohibió las aclamaciones para ‘Leo’, bajo la amenaza de suspender la audiencia.