Desconocimiento de la historia

ericEric CárdenasEl martes 11 del mes que transcurre, en el canal estatal al servicio exclusivo del régimen de gobierno del MAS, se transmitió en vivo un extenso discurso del Presidente del Estado Plurinacional, en el XIV congreso ordinario de la Federación de Comunidades Campesinas de Tarija. En ese evento sindical, el Presidente se explayó sobre varios aspectos, algunos ya conocidos, como el anticapitalismo, antiimperialismo y otros antis, que son sólo discurso, pues es otra la realidad del país y su desenvolvimiento.Lo que sí nos ha llamado la atención es que según el Presidente del Estado, Túpac Katari (Julián Apaza) habría convocado a los no indígenas a unírsele en su campaña de libertad (entiéndase independentista), pidiéndoles que se organicen en ayllus, lo que contradice absolutamente lo recogido por la historia sobre esos acontecimientos que sembraron luto y dolor en los habitantes de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, en 1791.Julián Apaza era un indígena “amestizado” que desempeñaba las funciones de sacristán de la parroquia de Ayo Ayo y asesorado por el mestizo Bonifacio Chuquimamani o Manuel Clavijo y alentado por su valerosa cónyuge Bartolina Sisa -siguiendo el ejemplo de los hermanos Katari, en especial de Tomás, que se levantó en Chayanta contra el dominio español en 1780, aunque luego fue derrotado y ejecutado-, se rebeló en 1781.Julián Apaza aprovechó las condiciones que se dieron en el Alto Perú con la sublevación de los Katari, cuando el día 13 de marzo los paceños se vieron forzados a defender su amada ciudad ante el asalto de los indígenas, que al no poder tomar la ciudad la sitiaron. Julián Apaza con el nombre de guerra de Túpac Katari levantó una gran tienda de lona en la Ceja de El Alto, que era visible desde el valle de Chuquiapu. Se proclamó Inca Rey y lanzó una proclama que decía: “Manda el Soberano Inca Rey que pasen a cuchillo a todos los corregidores, sus ministros, caciques, cobradores y demás dependientes, como asimismo a todos los chapetones (españoles), criollos, mujeres y niños, sin excepción de sexo y edades, y de toda persona que se parezca ser española, o que al menos está vestida a imitación de tales españoles”.Como dice Víctor Santa Cruz en su preciada obra: “Historia Colonial de La Paz”, las frases del contenido de la proclama de Katari fueron lo suficientemente elocuentes para que todos los individuos que no eran indígenas e incluso aquellos que ya en este tiempo organizaban las luchas independentistas, como Pedro Domingo Murillo, se vieran obligados por esa cruel sentencia de muerte dictada por Katari, a defender la ciudad y sus vidas junto a los españoles.Túpac Katari no habló de independencia o república, sino del retorno al incario de antes de la colonia española, en la que los aymaras fueron también sojuzgados, con la característica que Katari se proclamó Inca Rey.El sitio de la ciudad duró más de 60 días, hasta fines de junio de 1781, cuando por un breve tiempo se consiguió levantar el sitio por fuerzas reducidas que llegaron enviadas por la Audiencia de Charcas. El 8 de agosto nuevamente se cerró el cerco, al retirarse las tropas de Flores por temor a ser también encerradas en la ciudad. El nuevo cerco duró hasta el mes de octubre, cuando llegaron de Oruro fuerzas bien equipadas comandadas por el coronel Reseguín, enviadas por orden del Virrey de Buenos Aires.Las penurias de los pobladores de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz fueron indescriptibles, pues se agotaron los alimentos, y a diario tenían que defender la asediada ciudad, y si algún paceño caía en manos de los sublevados, era cruelmente ejecutado luego de torturas indescriptibles. Además los indígenas sublevados llegaron a las puertas mismas de la ciudad, cerca de la Iglesia de la Recoleta por un lado y por otro en lo que hoy es el barrio de San Pedro. Arrojaban los indígenas una suerte de balas de algodón ardientes con las que ardían los techos de paja de las casas en los alrededores de la ciudad.Como señalaron muchos cronistas y estudiosos de este levantamiento, tuvo características evidentemente raciales, como dice Víctor Santa Cruz en su libro ya referido: “era la lucha del indio contra el agresor blanco, aun cuando éste fuese mestizo o criollo”. Esta es la verdad histórica, lo demás son discursos.El Diario – La Paz