George ChayaCuando se trata de la guerra contra el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), debemos prepararnos para lo más duro. Se necesitará mucho tiempo y esfuerzo para derrotar al ISIS, de igual forma que lo sucedido con Al-Qaeda que, aunque todavía activa, ya no es tan poderosa como lo era hace una década.Aquellos que creen que la guerra contra el ISIS será un camino de rosas se distancian de la realidad. Y los que piensan que los riesgos que encarna el ISIS desaparecerán pronto se engañan a sí mismos.Esta es una guerra internacional, un virus que se extiende día tras día a través del mundo. ISIS es una organización terrorista transfronteriza. Su derrota y neutralización no va a suceder en el corto ni mediano plazo. La eliminación del grupo extremista tomará varios años.La actividad terrorista del ISIS no está vinculada a un determinado lugar geográfico, ella depende de los objetivos del grupo para facilitar el movimiento y la captación de sus elementos de un país a otro y así, atraer la mayor cantidad de reclutas como sea posible para mantener el control de sus principales bases operativas en Irak y Siria, y su estrategia en el corto plazo es expandirse a Jordania, Líbano, Egipto, Libia, Túnez, Marruecos y Gaza, para luego ir a por los Emiratos, Arabia Saudita y, desde luego, Europa e Israel.Los ideólogos del ISIS son muy conscientes que la actividad terrorista del grupo, independientemente de su tamaño, no puede por sí sola garantizar un punto de apoyo sobre el terreno para sus miembros. Por ello, en el presente tiende a organizar sus operaciones en diferentes ubicaciones geográficas, desde Arabia Saudita a Kuwait pasando por los Emiratos Árabes Unidos y hasta llegar a Europa, ya que su objetivo final es atraer a la mayor cantidad posible de adherentes y «combatientes» para su «Estado».Según Manuel Valls, Primer Ministro francés, hay en toda Francia entre 10.000 y 15.000 adherentes a los extremistas islamistas, de los cuales 475 personas que viven entre Paris y Marsella están en capacidad de llevar adelante ataques sorpresivos dentro de Francia.Según datos de agencia europeas de seguridad, alrededor de 7.000 ciudadanos europeos están -físicamente- luchando con los extremistas islámicos en Siria e Irak, aunque la agencia de espionaje francés estima en 15.000 el número a finales de 2014. El crecimiento exponencial de combatientes europeos en las filas de los terroristas confirma que la guerra contra el ISIS es de carácter internacional y no se refiere a una región o país específico. Es una guerra que sin duda será larga y se debe tratar con ella sobre esta base, y siempre esperando lo peor.Es cierto que el aspecto militar y de la seguridad en la guerra contra el terrorismo ha tenido ciertos éxitos, como lo demuestra la estrategia antiterrorista saudita. Sin embargo, el trabajo en el frente ideológico-propagandístico aún se encuentra en un punto muerto, el ejemplo de ello son las redes sociales y los medios de comunicación que han permitido espacio a los extremistas para reclutar individuos sin importar dónde se encuentren en el mundo.Los gigantes de internet como Twitter y Facebook no han hecho lo suficiente para limitar la capacidad de los terroristas para beneficiarse del espacio y la posibilidad que las redes sociales les ofrecen para difundir su propaganda, su ideología y sus criminales ejecuciones.Por supuesto que el bloqueo de los sitios web no sería la solución. Pero ni Facebook, YouTube o Twitter han dado un solo paso legal serio para detener a los extremistas que utilizan ilegalmente sus plataformas. Algunos incluso consideran que tomar medidas en esa dirección configuraría una violación de las libertades de expresión y/o personales.Lo cierto es que ISIS se ha convertido en algo similar a una epidemia; no es diferente a, digamos, el cólera que ha matado a millones de personas. Sin embargo, el ISIS no puede ser eliminado en un país mientras se siga propagando en otro.La neutralización de la epidemia del ISIS requiere tiempo, esfuerzo, cooperación internacional y, lo más importante, una verdadera voluntad de luchar contra ella.El Diario Exterior – Madrid