La economía de lo invisible


CRISTIANCristian Hillmann Joffre*La paradoja de la ventana rota es un dilema el económico que constata lo siguiente: un malviviente arroja una piedra y rompe el cristal de una panadería, el panadero ahora va a tener que gastar 100 Bs. en comprar otro cristal lo cual beneficiará a la persona que vende vidrios, quien podrá utilizar esos 100 Bs. en comprarse una bicicleta y beneficiar al que vende las bicicletas y así sucesivamente, lo cual moverá y mejorara el flujo de la economía beneficiando así a varias personas. La falacia de este planteamiento la redactó Frederic Bastiat en su ensayo traducido como “Lo que vemos y lo que no vemos” en el año 1850. Analizando el problema desde una óptica de los costos de oportunidad que no se verían si se analiza el problema superficialmente dejando de lado el trasfondo.La falacia de este razonamiento, según Bastiat, consiste en que se consideran los beneficios del cristal roto, pero se ignoran los costes escondidos; el panadero está obligado a comprar una ventana nueva, cuando quizás con ese mismo dinero pudo haber comprado un pantalón al costurero. Al final, mirando el conjunto de la industria, se ha perdido el valor de un cristal, llegando Bastiat a la conclusión de que la sociedad pierde el valor de los objetos inútilmente destruidos y que la destrucción no es beneficio. Porque por ejemplo en el caso de que no se haya roto la ventana el panadero pudo haber gastado esos 100 Bs. en comprarse un pantalón beneficiando al costurero y el costurero podrá comprar leche con ese dinero beneficiando así al lechero, de manera que se mueve la economía de la misma manera que con el ejemplo, solo que con la diferencia que en el primer caso el panadero se queda solamente con un vidrio y en el segundo con el vidrio y con un pantalón de nuevo, llegando a la conclusión que en el primer caso se estaría reponiendo la riqueza y en el segundo creándola.Este mismo ejemplo lo podremos llevar un siglo más tarde para refutar así la teoría keynesiana del gasto público, la cual considera que la economía necesita una chispa para prenderse que en este caso es el gasto público del estado, el cual considera que se necesita gastar para mover el flujo económico, que hubiera sido movido en el caso que ese dinero, que viene de los impuestos, lo hubieran ocupado los individuos para perseguir sus fines moviendo de la misma manera la economía sin que sea necesario primero quitárselo de manera arbitraria y segundo sin tener que gastarlo en cosas sin una finalidad de inversión, ya que tenemos que diferenciar el gasto público de la inversión pública. Ya que en el primero el estado simplemente la gasta sin obtener una posterior remuneración, como en el caso de los bonos o la burocracia y en el segundo se invierte en el individuo, como por ejemplo la educación o salud la cual, por cuestiones de ganar el voto popular, siempre queda en segundo plano.*Director Académico – Casa de la Juventud