En momentos en que el gobierno de Dilma Rousseff se encontraba jaqueado por las protestas masivas contra la hiper-corrupción, el ex presidente y ex terrorista uruguayo José Mujica voló raudo hacia el Brasil para respaldar a la administración del PT.Casi al mismo tiempo, los países de la ALBA hacían bloque común para evitar que la OEA tratase la crisis fronteriza entre Venezuela y Colombia, contribuyendo a blindar a la narco-dictadura de Caracas.En simultáneo, Lula da Silva y Evo Morales se trasladaban hacia Argentina para apuntalar la campaña presidencial de Daniel Scioli, delfín de un gobierno signado por los escándalos de enriquecimiento ilícito.De esta forma, la Internacional populista nucleada en torno al Foro de Sao Paulo se ha convertido también en la Internacional de la corrupción, como bien señala el analista internacional Héctor E. Schamis desde las páginas de El País de Madrid.Es así como las cleptocracias latinoamericanas se cuidan mutuamente las espaldas y mientras las oposiciones republicanas no comprendan la naturaleza trasnacional del proyecto neo-autoritario al que se enfrentan, no podrá empezar a revertirse la hegemonía política de los corruptos socialistas del siglo XXI…[email protected]