Cleptocracia + impunidad = Corruptocracia

yanezArturo Yáñez CortesNo se sí para el ciudadano es más insultante la corrupción que campea en esferas gubernamentales (alguna que otra procesada, según el nivel del fusible que se trate) o la impunidad en que quedan esas actividades non sanctas, gracias a sus “operadores lavandina” (dedicados a lavar esas fechorías), aunque estoy seguro que ambas (Cleptocracia + impunidad), además de afectar los intereses del estado del que tanto se cacarea defender en los discursos, ofenden a cualquier ciudadano que pese a todo, mantiene algo de sentido común y algo tendrá que decir o hacer… en consecuencia.A propósito, recientemente un Senador de la oposición presentó estos datos escalofriantes sobre el manejo del FONDIOC: Un total de 978 personas recibieron desembolsos en sus cuentas personales esos recursos y de ellos, sólo 60 desembolsos se hicieron en cuentas institucionales de los proyectos. De un total de Bs. 728.590.917,67.- desembolsados desde esas ubres estatales, los recursos que fueron a dar a cuentas particulares fueron Bs. 685.886.306,65.- (94%) y sólo Bs. 42.704.611.- a las cuentas oficiales, su 6%. Aunque cabe dilucidar cuánto de esos recursos fueron usados efectivamente en favor de los proyectos de sus supuestos destinatarios o, sirvieron –como todos olemos a esta altura del auge de la cleptocracia – para el traslado de los herman@s de un lado a otro para vitorear a su jefazo, comprar sus conciencias y dignidades con algunas migajitas de la torta del poder y la eterna campaña electorera para su jefazo y Cia, por el momento, esa tarea esclarecedora parece imposible… pura lavandina no más.Pero, como decía Borges nunca se sabe cuan bajo se puede caer, la hoja de coca en la torta se la llevó el mismísimo Ministro de Economía que sin un mínimo de vergüenza siquiera, dijo que a su entender: “no hay nada de malo en poner dinero público en cuentas personales”.Pues bien, el “entender” de ese funcionario público además de ser un soberano disparate, prueba el significativo grado de desconocimiento de sus elementales obligaciones o, aunque no es lo mismo pero suena igual, su enorme capacidad para encubrir a sus herman@s del partido, en perjuicio de sus funciones y los intereses que –dice- defiende. Veamos: las más elementales de las definiciones de corrupción, coinciden en que se trata del abuso del poder público o posicional para la obtención de beneficios privados de cualquier naturaleza, lo que ocurre cuando se utiliza el cargo en beneficio propio o de terceros y en contra de los intereses de la institución o de la comunidad, para aumentar el poder o la riqueza.Tanto es así que hasta la misma Ley 04 de lucha contra la corrupción, la define como el requerimiento o la aceptación, el ofrecimiento u otorgamiento, directo o indirecto, de un servidor público, una persona natural o jurídica nacional o extranjera que comprometa o afecte recursos económicos del Estado, de cualquier objeto de valor pecuniario u otros beneficios como dádivas, favores, promesas o ventajas para sí mismo o para otra persona o entidad, a cambio de la acción u omisión de cualquier acto que afecte a los intereses del Estado. En similar sentido, se pronuncia la Convención Americana contra la Corrupción de 1996 o la Convención de las NNUU de Lucha contra la Corrupción de 2003; ambas por si acaso, ratificadas por Bolivia.En consecuencia, decir que “no hay nada malo” en que los recursos de tod@s nosotr@s pues son públicos, vayan a dar a cuentas particulares de sus hermanos del partido para que se le meta no más en sus fines sectarios y/o particulares, constituye un genuino avance para afianzar el estado plurinacional en una cleptocracia (del griego clepto “robo” y cracia ‘fuerza’ = dominio de los ladrones), es decir, el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político o el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes. Marmolejo Rojas, dice a propósito: “La impunidad es el primer síntoma de la conversión de un Estado en una corruptocracia”.Correo del Sur – Sucre