Hegemonía resquebrajada

ROLANDOKRolando Tellería A.*Los referendos aprobatorios de los estatutos autonómicos de los departamentos de la Paz, Chuquisaca, Potosí, Oruro y Cochabamba, realizados el 20 de septiembre pasado, se desarrollaron bajo circunstancias muy especiales, además de algunas contingencias que subvirtieron el espíritu mismo de la consulta, donde la noción y la demanda de autonomía quedaron en segundo plano.  Más allá de algunas interpretaciones reacias a observar la consulta desde ese horizonte, ésa fue su característica sustancial.Incidieron en la construcción de este peculiar escenario la escasa información sobre la esencia de la consulta, así como la nula socialización de los documentos autonómicos, aspectos que ciertamente desviaron la atención del electorado. Así mismo, la torpe y prematura campaña desatada por el partido de gobierno para la re-re-reelección, contaminó intensamente el proceso, al extremo de desvirtuar la consulta, convirtiéndola -tal vez a propósito- en un plebiscito.Visto así el escenario, la inclinación del electorado, por el Sí o por el No, guardó estrecha relación con el voto a favor o en contra del  régimen masista. Los resultados fueron sorprendentes, sobre todo para la élite azul, que jamás imaginó semejante «batacazo”. El No se impuso rotundamente en los cinco departamentos, alcanzando en promedio casi el 66%. En las ciudades capitales, donde se concentran las clases medias, la negativa fue abrumadora, sobre todo en Potosí -claro por circunstancias muy especiales- donde el No llegó al 93%.En esa perspectiva, la lectura de estos resultados, que guardan una interesante relación con los últimos comicios subnacionales, es clara: las clases medias urbanas, que le dieron precisamente los abrumadores triunfos a Morales el 2006, 2009 y 2914, desencantadas con el «proceso de cambio”, comienzan a dar la espalda y mostrar su desacuerdo con la concentración, el abuso del poder y la creciente corrupción.Si tomamos en cuenta que el voto duro del MAS alcanza a un tercio del electorado, mientras que en el otro extremo el voto duro de los que nunca votarían por ese partido y su caudillo, también alcanza a una tercera parte; son las clases medias de las ciudades capitales las que definen los procesos electorales.El deterioro electoral del MAS en las clases medias se acentuó considerablemente en esta última consulta. También, aunque en menor grado, se observa un resquebrajamiento de su voto duro en algunas zonas rurales, donde el No, inesperadamente, fue contundente. Esto último, preocupa en sumo grado a los estrategas de la oligarquía azul, pues se confirmaría una tendencia electoral que pondría en peligro la próxima consulta modificatoria de la Constitución para habilitar a Morales y García Linera a una tercera reelección.Lo cierto es que el resultado de estos referendos recalcó el inicio de la crisis hegemónica del bloque dominante, que ya se había expresado en las elecciones subnacionales, en las que perdió cerca del 25% del electorado nacional. Esa pérdida se ubica, precisamente, en las clases medias de las ciudades capitales que contundentemente -en estas dos ocasiones- han expresado su hartazgo con el «proceso de cambio”.Se esfumó la ilusión y el idilio con las clases medias. Al parecer llegó a su fin. Esto, claramente, se refleja en las urnas. Las clases medias, cada vez más conscientes y menos manipulables, no toleran el exasperado autoritarismo, ese ejercicio del poder sin limitaciones, que se expresa en el sometimiento de todos los órganos del Estado.También -claro está – para nada les agrada ese obsesivo afán de perpetuarse en el poder, pues su ejercicio habría resultado un re-re-renegocio para los nuevos ricos azules que forjan enormes fortunas en la administración de los fondos fiscales, con adjudicaciones directas sin estudios previos y de factibilidad nada transparentes, como el caso del tren eléctrico metropolitano para Cochabamba.¡Ojo con las clases medias!*Profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San SimónPágina Siete – La Paz