El legado de Marcela Inch

ERIKOKErick Fajardo Pozo*Cuando la directora del Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia Marcela Inch fue presionada a renunciar y finalmente destituida por orden del gobierno de Evo Morales, a fines de 2011, quedó claro que al gobierno le importaba tanto truncar la carrera de una brillante historiadora, o una década de prolija administración del Archivo histórico nacional, como frenar la carrera política de un joven dirigente chuquisaqueño que entonces terciaba como alternativa al oficialismo y su devaluada oposición tradicional, en la contienda por la alcaldía de Sucre.“Que Horacio Poppe dimita de su postulación a edil” fue la condición que pusieron a Inch para salvar su cargo y fue la explicación que dieron los consejeros de la Fundación Cultural Banco Central de Bolivia, cuando la prensa, la academia y la sociedad en su conjunto cuestionaron su injustificable destitución: «Resultado de las tensiones políticas en Sucre», adujeron.El único vínculo que tenía una apolítica e institucionalista bibliotecaria con las «tensiones políticas» en su ciudad natal, era la candidatura a alcalde de su hijo Horacio. Ese fue el precio que el senador oficialista David Zanquis instruyó «negociarle» a Inch a cambio de su estabilidad laboral. Tu carrera por la de tu hijo, tus principios por el pan; el chantaje propio del ruin.La defenestración de Inch fue el violento testimonio de que la institucionalidad cultural había sido intervenida por el régimen, igual que antes lo fueron la justicia, la descentralización, las autarquías y las entidades de regulación y control. Fue un extremo de ultraje que Lupe Cajías, en una carta a la historiadora destacó como «la primera vez, en más de un siglo que los políticos y buscapegas asaltan la institucionalidad del ABNB».El cáncer habrá sido un enemigo de marras, apenas un postrer rival para Inch, tras haber sobrevivido a las indignas presiones y chantajes de un gobierno al que Marcela tuvo que ver desbaratar todo un sistema de preservación de la historia, publicación de documentos y promoción de la investigación gestado por ella entre 2002 y 2011.Hoy Homero Carvalho, el interventor de la cultura puesto por el régimen, autor del peor atentado contra el patrimonio republicano y de la más anodina compilación de «menciones» al país en los clásicos de la literatura, con molestia disfrazada de culpa instruye velar en instalaciones de la ABNB el cuerpo de una madre que le regaló a su hijo una vida como custodia de la memoria documental de Bolivia, para garantizar una incursión en la política que llevaría a Poppe de tercero en las municipales de 2012 a ser el diputado uninominal más votado en las elecciones generales de 2014 y una voz clara en medio de una oposición legislativa que flota a la deriva en un océano de mediocridad.Marcela Inch, historiadora y bibliotecóloga posgraduada en Europa, distinguida por la Unesco y reconocida por todo entendido en la historia e investigación en Bolivia, dejó a quienes le sobreviven un ejemplar legado: la irreductible y digna actitud de que los principios no se transan a cambio de una posición y la generosa claridad de saber que muchas veces debemos estar dispuestos a sacrificar nuestro presente para garantizar a los nuestros su futuro.*Exiliado políticoEl Día – Santa Cruz