De santos y marxistos

FERRUFINO1Claudio FerrufinoMarxistos, los llamaba mi padre, como periodistos a ciertos periodistas locales. Su idea era clara; no se equivocaba.Sigo las noticias venezolanas; hay algo de siniestro en ello, íntima esperanza de ver la debacle de quienes hicieron más por la derecha que toda la historia junta, los que en nombre de la revolución y ese dulzón vocablo que es “pobre”, amasaron tal poder y fortuna que Pinochets y otras aves de paso y de rapiña quedaron como bebés de cuna, simplotes e ingenuos.Macabro, digo, porque no niego que guardo una obsesión quizá malsana por el simbolismo de la guillotina.Tener la cabeza del o los déspotas huele a trofeo mayor. La caída de una estrella no obliga a pedir deseos, es un deseo en sí, y no veo la hora de satisfacer estos bajos instintos cuando ciertas cabezas rueden por el estrado de la historia como pingajos. Entre otros, por supuesto: diosdados y menosdados, maduros y verdes, rousseffs y ortigas, ortegas igual. Correa, el castrato (por la voz) ecuatoriano, ha visto que su tiempo se acaba y opta por una salida de grandilocuente ánimo. No lo hace por decencia y bonhomía; sabe que los sigloveinteañeros se agolpan en el embudo del fin, y lo que fue otro Reich sudaca va terminando mal.¿A qué recurre la recua de marxistos cuando se aproxima el telón? A la divinidad. Rescatan a Jesuses y dioses de toda laya para materializarlos entre sus líderes vivos y fallecidos. De pronto el comandantico Chávez excede a Bolívar con quien era par y se eleva hasta la Santísima Trinidad. Aparece como Cristo redivivo. Tal vez se lo ganó porque andaba en tanto llanto y con tanto crucifijo que algo de beato tendría. Era, a su modo, su zamba para no morir.Cristina Fernández, la Kirchner, vestía de punta en negro, con velo cubriéndole los ojos de pecado, para apresurarse a ir a besar mano y sotana de Francisquillo papa. Cuando las vacas de la economía comienzan a enflaquecer se agolpan los izquierdosos para rituales religiosos cuasi medievales. El falso inteligente, el tuerto entre los ciegos de Bolivia, Álvaro García Linera, por poco no predice eclipses y las diez o doce, o veinte o treintaicinco plagas de Egipto si no se reelige a “Evo”. Veleidades de modestos pensadores y eximios rateros.Ya comenzó así, cuando se coronó al “aymara” en Tiwanaco y creo que fue Eduardo Galeano que narró abrirse los cielos y la luz entre las nubes caer sobre la pelambre moralina como un augurio. No se observaron palomas en las alturas, o se olvidaron de registrarlas. Lo que sí, y mucho, el meadero colectivo que ensució las ruinas y se convirtió en vaticinio de lo que habría que esperar. Perdón por la ignorancia, olvido que quizá orinar y cagar a la intemperie protege el medio ambiente. Hay que “vivir bien”.La Iglesia tiene que convocar sínodos urgentes. Ahora que los marxistos están de caza ni las vírgenes están seguras. Pronto, si las cosas empeoran, le pondrán el rostro del Evo a la virgen de Urkupiña, luego a la de Cotoca y a otras, menos a La Bella (de Arani) porque en ese específico caso habría flagrante contradicción… Para detalles de esa índole nadie mejor que el vicepresidente añadiendo alguna opinión entre inteligente, mesiánica y críptica que conjuncione a los aparentes irreconciliables.France Presse publicó fascinantes fotografías de cuando retiraban los retratos de Chávez y de Bolívar desenterrado del recinto parlamentario en Venezuela, lo que dio origen a la comparación del coronelito con el nazareno; era una suerte de crucifixión, con la salvedad que el rostro hinchado del milico, orejudo y lampiño, ni se asomaba al mozo barbado y plácido que nos han presentado como el salvador.Evo también aparece de profeta y como dios, previa etapa en que quiso ser Miss Universo y presentarse en bragas y corpiño como delicia internacional gourmet, plato paceño.El Día – Santa Cruz