Digámoslo sin muchas vueltas: el fraude electoral sería un medio por el cual los corruptos buscan preservar el blindaje de impunidad que da el poder, pero significaría también el entierro de más de tres décadas de democracia boliviana.Respecto a lo primero, sin duda el valor principal de la reciente campaña ha sido el de desenmascarar por completo a los detentadores de la autoridad estatal, comenzando por el Gran Timonel, envuelto en un escándalo de más de 550 millones de dólares.Sobre lo segundo, decretar una falsa victoria del reeleccionismo cuando todo evidencia lo contrario equivaldría a pasar lisa y llanamente a la dictadura.Lo cierto es que los propios resultados preliminares del Órgano Electoral muestran, con 81,2% de transmisión segura de actas, una ventaja de 8,4% en favor del NO, reforzada por el triunfo de la misma opción en el exterior del país.En este contexto, una inversión del resultado adelantado por las encuestas en boca de urna sería una imposibilidad estadística, algo sólo realizable mediante un “robo descarado”, como señaló un legislador…[email protected]