300 millones en canchas

Agustin-EchalarAgustín Echalar AscarrunzLa idea de construir buenas canchas de fútbol en todo lado, especialmente en las más alejadas regiones del país, parece a primera vista una buena idea. ¿Quién puede pensar que el deporte es algo malo? Por lo demás, el fútbol es la disciplina más querida no sólo en buena parte del mundo, sino también aquí en Bolivia, donde despierta las más increíbles pasiones, pese a que es fiesta de otros.De hecho, hace más de 20 años que se veía en el campo a equipos femeninos jugando con la pelota y poniendo las polleras al aire. Sí, una cancha de fútbol bien construida, con césped sintético, sobre todo en esos fines de mundo, a más de cuatro mil metros de altura, parece una idea genial. Darle algo de verde al páramo, aunque sea de plástico, hasta puede alegrar la vista.El entusiasmo cundió y 10 años después de la entronización en Tiahuanaco tenemos mucho más de un millar de canchas de fútbol desperdigadas por todo el territorio patrio, y nos hemos enterado que éstas han costado la friolera de más de 300 millones de dólares. Ahí el asunto cobra otro cariz, y es que toca preguntarse si esa enorme cantidad de dinero no pudo ser utilizada de mejor manera.Vayamos por partes. El fútbol es el deporte más popular de América Latina y otras partes del mundo, precisamente porque se lo puede jugar en las calles o en cualquier explanada. Se puede improvisar un arco con dos chompas o dos piedras, sin importar siquiera que haya un declive en la cancha o que se tenga que interrumpir un partido para que pase un carro por la calle bloqueada en bien del deporte.El paisaje rural de la República de Bolivia tenía una enorme cantidad de canchas de fútbol. De hecho, el niño Evo, descrito tan cándidamente por su jefa de gabinete en libritos para niños, también aprendió a jugar fútbol en una cancha de Orinoca, hace casi 50 años, y hace 30  fue en una cancha de fútbol sin césped sintético, ni vallas ni candados, donde Evo comenzó su rutilante carrera sindical y política.¿Es mejor una cancha bien diseñada con vallas, eventualmente con iluminación, y con césped sintético?Posiblemente sí, aunque es posible que también tenga grandes bemoles. No me metería con temas técnicos, porque quienes siguen esta columna saben que yo sé poco o nada de fútbol, pero hay un asunto: esas canchas requieren mantenimiento, deben ser cuidadas de una manera diferente y es posible que terminen siendo menos utilizadas que las que fueron hechas por las comunidades.Tengo entendido que en estos 10 años el fútbol profesional boliviano no ha mejorado, por lo que desde esa perspectiva, las canchas de Evo no han servido de nada. El comentario del Primer Mandatario de que una cancha vale más que un hospital no merece ni siquiera ser tomado en cuenta, menos refutado. Una cancha es algo bueno, pero cuando no hay mucha plata es mejor no tener el Mercedes Benz de las canchas, y quedarse con una estructura más casera.Si una familia tuviera un canchón en la parte trasera de su vivienda podría preparar también un lugar de juegos para sus hijos con pasto sintético, pero antes debería tener  la alcantarilla, el agua potable, los libros para el colegio, los zapatos y la vestimenta adecuados, un presupuesto para comer sanamente y otro para pagar los servicios. La cancha de pasto sintético estaría al final de la lista.La construcción de las más de 1.600 canchas de fútbol es una muestra prístina de un mal manejo de la cosa pública. Inspirado en una idea romántica, este proyecto, hecho a la medida de las aficiones del Primer Mandatario, es posible que haya sido hecho sin medir mínimamente prioridades.Lo que está claro es que los más desprotegidos de nuestra sociedad no están siendo atendidos adecuadamente, lo demuestra claramente la triste marcha de los discapacitados. La indiferencia del Gobierno ante estas necesidades torna aún más superfluas esas manchas de vegetación de plástico en el paisaje.Los Tiempos – Cochabamba