Bonos sociales en Bolivia

aglMaría Alejandra Serrate Jauregui*Los bonos otorgados por el gobierno de Morales a distintos sectores de la población se han convertido no solamente en el rostro de sus campañas (publicitarias) políticas, sino también en un mecanismo de presión y cultivo de temor a dichos sectores, por lo usual, marginales. ¿Cómo? ¿En qué consiste este modus operandi? Pues, en lo mismo que nos presentan los medios de comunicación día a día, en cada entrega de obra, escuela, o coliseo, vemos a un García Linera que pareciera al borde de la locura, con su característico discurso de repartición de odio, repitiendo a sus oyentes, que si se va Evo, los de la diabólica derecha les quitarán sus casas, además del dinero a los estudiantes y a los ancianos, por último ¡hasta el sol! claro, como él y Morales lo trajeron a Bolivia por primera vez el 2015, seguramente un próximo gobierno no será capaz de darlo.En nuestro país tenemos actualmente tres bonos y un subsidio materno, los primeros consisten en los siguientes: Bono ´´Juancito Pinto´´, destinado a los colegiales, Bono ´´Juana Azurduy´´ para las mujeres embarazadas e infantes hasta sus dos años, y la ´´Renta Dignidad´´ instituida en el año 2002 por Sánchez de Lozada como ´´Bonosol´´ (Ley de Bonosol, 28 de noviembre del 2002), posteriormente renombrado Renta Dignidad por Morales, modificando la modalidad de pagos, cambiando un desembolso anual dividiéndolo en doce mensuales, recibiendo así los ancianos, un absurdo monto mes a mes.Ahora la pregunta es la siguiente ¿cambian estos pagos la economía de sus beneficiados? Por supuesto que no, podemos decir, a lo mucho, que es una gota de agua al sediento, pero nada más, que no nos quede duda, los principales favorecidos de estos ´´bonos sociales´´ son Morales y su gobierno, ya que los utilizan a su antojo como medio de manipulación, para sembrar miedo, terror y odio. ¿Los principales afectados? Nosotros, la juventud y la sociedad en general. Nos has quitado el derecho que tenemos a ser trabajadores competitivos, al hambre de crecer económicamente por cuenta propia, la MERITOCRACIA ha sido totalmente abolida e intercambiada por la ley de la comodidad y la flojera.Personalmente, veo a la llamada ´´Generación Evo´´ no como se autodenominan los jóvenes partidarios del MAS: ´´socialistas revolucionarios´´, sino como personas que han crecido creyendo que ´´merecen´´ por el simple hecho de ´´ser´´ o ´´existir´´. Los verdaderos bonos o beneficios que deberíamos recibir por ser bolivianos, es una buena educación pública, el poder acceder a centros de salud gratuitos con profesionales capacitados y con los suplementos necesarios para salvar vidas, carreteras en buen estado, centros de acogida para adultos mayores, empleos, ¡los servicios básicos en general!, no regalos, no míseras limosnas, sino mejoras sustanciales en todo lo nombrado anteriormente.Recapitulemos, las personas que reciben las ayudas gubernamentales son: los colegiales, las mujeres embarazadas y sus hijos hasta los dos años de edad y los adultos mayores a partir a de los 65 años. Si realmente analizamos cada grupo por separado, es fácil concluir que el grupo que necesita más de un bono, es el de los adultos mayores de 65 años, por la incapacidad física que acompaña naturalmente a los años. Los colegiales pueden prescindir del ´´Juancito Pinto´´ si el estado compra materiales para las escuelas, si mejora el desayuno escolar, si inculca en la educación la MERITOCRACIA. Las mujeres embarazadas no necesitarían el ´´Juana Azurduy´´ si existieran centros de maternidad aseados, completos, y los centros de salud nombrados anteriormente.Si hablamos estrictamente de NECESIDAD, ¿Por qué las personas con discapacidad no están recibiendo bonos actualmente?, La respuesta que se me viene más rápido a la mente es simple pero terrible: por asquerosa conveniencia, hay muchísimos más padres de los estudiantes ´´Juancito Pinto´´, o muchas más madres beneficiadas del ´´Juana Azurduy´´ que discapacitados, por ende, para el gobierno es menos conveniente ayudar a los últimos, por ser un sector reducido (el último censo registro 380.000 discapacitados en Bolivia), quizás con menos recursos y definitivamente con menos participación en elecciones. Esa es nuestra grotesca realidad.*Abogada