El gobierno de Evo Morales parece muy apresurado en la sustitución del Defensor del Pueblo, Rolando Villena, una prisa que contrasta con la lentitud para acabar con interinatos de largos años en varias de las principales instituciones del Estado.El apuro tal vez obedezca a que Villena no resultó ser el funcionario dócil que esperaba el oficialismo, a pesar de haber sido designado con los votos del Movimiento Al Socialismo en el Parlamento.Sucede que el hecho de ser elegido por 2/3 tercios de votos da una estabilidad y legitimidad que parece blindar cierto espacio de autonomía, que en cambio no tienen los interinos designados a dedo por el presidente, que pueden ser inmediatamente removidos por igual procedimiento discrecional ante la mínima desobediencia.El Defensor del Pueblo cumplió su labor de manera independiente e imparcial, sobre todo durante la crisis del TIPNIS, y en días recientes dijo que “no hay que tapar el problema del narcotráfico”, en relación a los cuestionamientos realizados por los obispos y a la furibunda reacción gubernamental.El proceso para la designación de un nuevo Defensor del Pueblo ha comenzado y esperemos que el oficialismo no acabe consagrando a una figura tan funcional que termine haciendo las veces de un “Defensor del Régimen”.Es crucial que la sociedad civil boliviana siga de manera crítica este proceso y que la opinión pública se movilice en torno al objetivo de una Defensoría independiente, consagrada a la protección de los derechos de los ciudadanos frente a los abusos del poder…[email protected]