Alejandro Brown I.*Hace poco más de 34 años que la democracia volvía a Bolivia, luego de tres décadas de completa dictadura, donde cientos de bolivianos fueron apresados, torturados, asesinados y exiliados por los regímenes que gobernaban el país.Hoy, la figura no es tan distinta, las dictaduras del siglo XXI que implementaron los países del ALBA, no tienen ninguna diferencia con las dictaduras militares en términos de atropello a los derechos humanos, represión, exilio, persecución política, muertes, más de 100 presos políticos y el extraño caso de cerca de 1.234 exiliados en un país supuestamente democrático y de ellos, 184 están en Brasil. La diferencia está en los métodos que utilizan, antes se utilizaban paramilitares, mercenarios o militares mismo en la represión. Hoy la represión es más sofisticada, se toma el Poder Ejecutivo mediante voto, se des institucionaliza el país, se criminaliza a los actores políticos vigentes, y se toma el Poder político total, es decir el Legislativo, el judicial y el Ministerio Publico.El Poder ejecutivo destroza la reputación de las personas, en el Poder Legislativo sus miembros hacen coro de las acusaciones del Ejecutivo y el Poder Judicial primero a través del Ministerio Publico que se encarga de judicializarte y enterrar tu prestigio y amenazar tu libertad y el Poder judicial de darle forma al juicio y encarcelarte u obligarte a salir del país como es el caso de nosotros.Entonces, como veras es un sistema de represión muy eficiente y la comunidad internacional todavía se hace la de la vista gorda mientras hayan elecciones y como a América Latina le ha tocado vivir un periodo bastante largo de buenos precios de las materias primas, entonces eso dificulta entrar con un discurso principista.En Octubre del año 2013, un encuentro casual entre tres de las víctimas del régimen del MAS (Branko Marinkovic, Jorge Quiroga y Roger Pinto) en Brasil, coincidieron que la persecución político judicial contra los opositores por parte de fiscales y jueces afines al gobierno del MAS no son otra cosa que un allanamiento del camino de Evo Morales rumbo al totalitarismo.Dos de estas víctimas tienen asilo político en un país que ha recibido a muchos bolivianos desde la época del caso Porvenir (registrado el 11 de septiembre del 2008 en Pando). Brasil ya recibió a más de 184 asilados de casi los 1.234 que tiene el país, reconocidos por el CONARE que tienen pedido de asilo político.¿Pero cuáles son las condiciones para pedir un asilo político y abandonar su país, peor aún si es democrático? Simple, debe existir un temor fundado de persecución política y también, eventualmente, por su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social determinado u opinión política. Algunos países ponen como condición primordial para dar el asilo político que la persona corra riesgo de vida o que haya una situación de conmoción pública que haga peligrosa la vida en el lugar.Teniendo en cuenta esta figura y la realidad de que Paraguay, Uruguay, Perú, España, Brasil y EEUU tienen asilados a perseguidos políticos bolivianos, la mal llamada democracia en tiempos de Evo no es otra cosa que una dictadura moderna disfrazada de una revolución narco-indígena-cocalera llena de cizaña.En el pasado, los dictadores perseguían de la misma forma a sus adversarios políticos, solo basta recordar que durante la centuria pasada también fueron exiliados Montes, Saavedra, Hernando Siles, Víctor Paz, Siles Suazo, Banzer, Guevara, Paz Zamora, Chelelo Añez por nombrar a algunos. Unos se sujetaron al asilo diplomático y otros huyeron a trancas y barrancas. Los únicos que se habían salvado, porque entraron tarde a la política seguramente, fueron Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Sánchez Berzaín; claro, ahora asilados en EEUU. Esos caso fueron los primeros de criminalizar un sistema, más allá de simpatías o antipatías, pero a través de ese juicio perfeccionaron su maquinaria e introdujeron un elemento muy importante para ellos, la criminalización con delitos que tengan un impacto muy fuerte en la prensa internacional. A Goni se lo acusa de Genocida, a nosotros de Alzamiento Armado, Sedición, Terrorismo y Organización Criminal”, a otros de corruptos, o de enriquecimiento ilícito etc. Todos son delitos ficticios pero que tienen buena cobertura de prensa y un efecto devastador en el prestigio de quienes recibimos esos motes.Y es que el Gobierno perseguidor no puede calificar si a una persona le corresponde o no el asilo. Como sucedió con el senador Roger Pinto, cuando el séquito de Evo Morales desconoció las convenciones pactadas sobre la materia donde ha quedado establecido, indiscutiblemente, que es el Estado receptor o protector (en el caso que nos ocupa, Brasil) quien califica a la persona, observando si se trata de un acusado político o de un delincuente común.El MAS trató de todas las formas de impedir el asilo a Pinto y le negó el salvoconducto, pero ni los pedidos personales de Morales Ayma hacia Dilma Rousseff reprimieron el refugio al opositor, ya que corría en riesgo su vida. Una vez que ese Estado protector adopta la decisión de otorgar el beneficio, nunca va a echar pie atrás, porque no se puede jugar con la seguridad y la confianza de las personas que acuden bajo su bandera en busca de amparo. Esperar que Brasil, por un favor de la presidenta Rousseff, retroceda, fue una ingenuidad. Sobre todo, en América Latina, la institución del asilo es inviolable, y ninguna nación jugaría con eso. Y otra cosa: más les vale a los actuales gobernantes obrar bien, prudentemente, sin presiones, porque nadie sabe cuándo necesitarán del asilo… Ese asilo que tanto han cuestionado a los países que aun respetan las leyes, los derechos humanos y el disentir de pensamiento.Porque no hay democracia con exiliados, presos, ni perseguidos políticos: ¡Amnistía general e irrestricta que permita el reencuentro de todos los bolivianos y restablezca la democracia en Bolivia!*Perseguido político