La temporada de huracanes, que comienza cada 1 de junio en el hemisferio norte, se hizo sentir este lunes en Orlando con la lluvia que cayó durante el partido Bolivia-Panamá y que concluyó con el 1-2 que marcó el debut con derrota del seleccionado nacional en la Copa América Centenario.
Se trata de una época del año plagada de ciclones, tifones, huracanes, tornados, depresiones y tormentas tropicales. Pronosticarlos y hasta bautizarlos (Ike, Mitch, Katrina) no evita la estela de susto, daños y hasta luto que causan.
A seguir con la terminología meteorológica, el 1-2 ante Panamá no se lo puede calificar como depresión, porque ya a estas alturas no deprime una derrota de la Verde, habida cuenta de la falta de jerarquía de muchos futbolistas, pobres condiciones de trabajo que aportan los dirigentes y elección (más bien exclusión) de convocados en las que falla el entrenador.
La derrota tuvo, eso sí, los efectos de una tormenta tropical, anunciada, pero que igual no se pudo evitar. Bolivia fue superada en la primera etapa y se salvó de encajar más goles. En el complemento reaccionó, logró la paridad, pero errores propios le costaron caer ante un rival que, salvo la diferencia física, no fue ampliamente superior.
Según el refrán, después de una tormenta viene la calma, pero tras lo poco que mostró este lunes Bolivia, el panorama se ve aún peor. Los pronósticos anticipan el riesgo de que se repita la lluvia de goles (0-5) sufrida en la última Copa América de Chile ante los anfitriones y a la postre campeones. Y para cerrar la serie, el actual subcampeón del torneo, Argentina, amenaza con dar el tiro de gracia.
Al Servicio Meteorológico de EEUU le quedan nombres sin usar para este 2016, como Nicole, Tobías y Otto. En plena Copa América, no hay que sorprenderse que a Bolivia la bambolen el ‘ciclón Alexis’ o los no menos terribles ‘tifón Agüero’ y ‘huracán Messi’.
Fuente: diez.bo