Estado y ciudadanos ¡engañados!

valverde2Carlos Valverde BravoLa señora Gabriela Zapata Montaño decidió cambiar la versión acerca del niño; igual, el asunto debe dirigirse donde debió ir siempre: el tráfico de influencias.En el Gobierno trataron de convencer a la opinión pública de que el presidente fue víctima de un engaño y que a partir de lo que definieron como una mentira (el niño) perdieron el referéndum del 21 de febrero, pero no contaron (nadie lo hizo) con que la señora saliera con una nueva versión y, entonces, la mentira ya no vendría a ser una mentira, con lo que el referéndum estaría bien perdido… pero eso se armó a propósito, para distraer lo que de verdad importaba, es decir, en el tema del tráfico de influencias.Sigo sosteniendo que el tema no pasa por si Morales fue o no engañado (que se lama solo sus heridas), porque lo que de verdad importa es lo que hizo Zapata desde 2010 hasta febrero de 2016, cuando fue retirada de la empresa china CAMC. Son como cinco años en los que la señora Zapata giró alrededor del poder del Estado, se benefició de él, Citic Group, Ministerio de la Presidencia, Oficina de Gestión Social, CAMC, son rastros fáciles de seguir. El ministro Juan Ramón Quintana aseguró que Zapata y la señora Cristina Choque encabezaron una “verdadera organización criminal” con múltiples operadores que usaban las oficinas de Gestión Social para sus reuniones con empresarios y obtener “réditos económicos”. Es el “caso más escabroso de la historia del país”, aseguró Quintana y, hasta donde sabemos, desde sus denuncias hasta hoy no se supo más, y es claro que hubo mucho rédito económico para la expareja del presidente.Consecuentemente, es importante no perder el enfoque en el tema que de verdad interesa; en esos cinco años y poco más se encuentran los indicios de que la señora aprovechó su relación con el presidente, es decir, con el poder, aprovechando el aparato del Estado, para acumular su propio poder y dinero. La vida que llevaba solo se pudo lograr y mantener contando con el apoyo de alguien poderoso.El ministro Quintana se sacó el problema de su hipotética relación con Zapata de encima y, además de la presencia de la señora en su ministerio y de unos chats que generaron burlas, no hay cómo ligar a ambos personajes en un mismo hecho, de manera que el presidente es la única cara visible relacionada con Zapata y se torna imperioso que el Estado investigue al presidente. Esta no es una cuestión opcional o de no hacerlo, porque al poder no le interesa; nos interesa a los ciudadanos, sobre todo si este no es un tema del “presidente como víctima”, sino del Estado como víctima.El Deber – Santa Cruz