Justicia sabor a óxido

joseluisbolivarJosé Luis Bolívar Aparicio* 

La mañana del 24 de marzo de 1944, el Condado de Claredon en Carolina del Sur era movilizado casi en su totalidad, buscando a dos niñas que habían desaparecido el día anterior y de las que no había pista alguna.

Entre la muchedumbre ansiosa se encontraba Geroge Junius Stinney Jr., un joven afroamericano de 14 años, que trataba de colaborar en encontrarlas y cuyo peor pecado fue informar a la gente que había hablado con ellas en la mañana del día anterior.



Betty June Binniker de 11 años y Mary Emma Thames de 8, habían desaparecido de sus hogares y la desesperación de los padres puso en vilo a todo el Condado, desesperado por hallarlas si fuera posible con vida. Lastimosamente, el hallazgo fue nefasto, ambas niñas se encontraban en un fango, al interior de una fosa, tenían la cabeza destrozada lo que había causado la muerte de ambas.Los ojos de todos se pusieron inmediatamente sobre el menor, fue el último en hablar con ellas por ende el último en verlas con vida y por osmosis el sospechoso directo. Fue arrestado al día siguiente e interrogado por la Policía, no lo asistieron debidamente y sus padres no tuvieron acceso a él.La Policía sacó como conclusión, y basado en una confesión hecha por el menor de la que no guardaron ninguna prueba testimonial escrita y menos firmada, que quiso tener acceso carnal a una de las niñas y como no quiso las mató con una durmiente de riel golpeándolas en la cabeza.Llevarlo a tribunales demoró un mes exactamente, el 24 de abril un jurado de 12 hombres blancos escuchaba las declaraciones de testigos y acusadores, mientras que el abogado de George Stinney, un cobrador de impuestos blanco, que además estaba en campaña electoral, no hizo las preguntas correctas, llevó muy pocos testigos y no les preguntó lo debido y pues definitivamente lo defendió poco si no nada.Terminados los alegatos, al jurado no le tomó más de 10 minutos declararlo culpable, y de acuerdo de la Ley de Carolina de aquellos años, un menor de 14 años ya era imputable como adulto, el juez lo condenó a la silla eléctrica, que terminaría con su vida un 16 de junio del mismo año.Se trataba de 1944, y Las Carolinas como Giorgia o Missisipi entre otros eran estados donde los derechos civiles estaban claramente desequilibrados y favorables a quienes tenían la piel clara. La segregación era terrible, y la suerte de cualquier ciudadano de color estaba casi hechada si es que pisaba la corte ante la acusación de un blanco. Pero por todas las formas en la que este niño fue juzgado y luego condenado, daba claras muestras de que, lo que se estaba cometiendo en aquel momento era una terrible injusticia.70 años después, una jueza del mismo estado de nombre Carmen Tevis Mullen, luego de una ardua investigación, determinó que aquel proceso, que llevó al hombre más joven de la historia a morir de esa forma, no fue justo.Según la jueza, el proceso completo había estado lleno de “violaciones fundamentales y constitucionales a un proceso regular”, la Policía no presentó una declaración debida y legal, y por último se verificó que la durmiente que era el arma del delito, pesaba casi 20 kg., peso casi imposible de levantar para aquel menor de cuerpo esmirriado, incapaz de golpear a muerte a aquellas niñas, aparte que la hermana del muchacho también demostró que estuvo con ellas cuando acontecieron los hechos.En resumen con aquel joven, dadas las circunstancias y la fuerza del odio que se ejerció sobre él, la injusticia tuvo un rol preponderante y acabó con su vida sin darle oportunidad alguna, ya que cuando se aclaró todo, o por lo menos le hubieran otorgado el beneficio de un proceso justo y debido, todo estaba consumado y los responsables viéndose cara a cara con el condenado en el más allá, sin remedio posible al alcance, por lo menos, no el terrenal.El abogado (para mi sigue siendo abogado) Eduardo León viene enfrentando, ya no en condición de defensor sino de acusado, a las Leyes de nuestro país desde hace más de dos semanas, de forma muy desventajosa dadas las condiciones que le plantean quienes están a cargo de su juzgamiento.No le voy a ayudar a descubrir absolutamente nada, usted y yo sabemos perfectamente que el Poder Judicial en su totalidad está sometido al Poder Ejecutivo y a las órdenes que emanan de él. Si no es porque jueces y fiscales están por convición y filosofía alineados al proceso de cambio, pende sobre ellos una espada de Damocles que les hace temer el dictar un veredicto diferente al deseo del Gobierno cuando es este el que acusa.Por otro lado, quienes están en función de acusadores, fiscales y litigantes del Ejecutivo, se toman todas las posibilidades a su alcance y medida para lograr lo que requieren y mantenerse en los plazos que les permitan destrozar la vida de quien cae en sus manos. Que el sistema de Migración se haya caído justamente en el momento en que se tenía que arraigar a León, no hacía otra cosa que dibujar una sarcástica sonrisa en la cara de quien no podía dar crédito a tanta sinvergüenzura por decir lo menos.Pero entre de todas las barbaridades que se están cometiendo sobre este ciudadano, la que más llamó la atención y puso los pelos de punta a cualquiera que entendiera la gavedad del asunto, fue el que en menos de un pestañazo, el Ministerio de Educación le haya quitado su licencia como abogado, borrando de un plumazo su profesionalidad y todo ello amparado en la supuesta comisión de un delito que además, así hubiera tenido lugar, su temporalidad ya le hubiera otrogado la prescripción del mismo.Tan sólo haciendo un somero análisis, uno conjura que para poder ser profesional, el único requisito que le piden en una universidad es el Carnet de Identidad y el Título de Bachiller, y si uno presenta estos dos documentos tiene abierto el camino para cursar los 4, 5 ó 10 años que requiera su carrera. Una vez culminada deberá defender su tesis, examen de grado o su trabajo dirigido, como sea el requerimiento de su campo y una vez finalizada esta etapa, si lo hace satisfactoriamente, la casa de estudios a la que asistió le dará el título de profesional de su área, a modo de diploma. Recién, si el profesional “así lo desea”, puede acudir al Ministerio de Educación para obtener el documento de alcance territorial. Si no lo hace, estará impedido de ejercer ciertas tareas, pero jamás dejará de ser profesional.Los abusos e injusticia cometidos contra este ciudadano, tienen un sello tan grande de lo que es capaz el Ejecutivo a la hora de mostrar su fuerza, que sólo muestra en primera plana lo inclinada de la balanza y sobre todo, la pobre calidad de sus funcionarios, incapaces de hacer las cosas como se deben, o por lo menos como manda la Ley.Pero lo que realmente deja la boca con sabor a óxido es que el segundo hombre al mando, puede bañar a su perro en libertad, cuando si se midiera a todos con la misma vara seguramente debería estar mirándole los caninos a un perro policía detrás de las rejas como el sí profesional Eduardo León. *Es paceño, stronguista y liberal