La crisis económica

Diego-Ayo1Diego Ayo SaucedoHe leído con sumo interés el último libro del economista Gabriel Loza, expresidente del Banco Central durante la gestión de Evo Morales, Bolivia. El shock externo de 2015: efectos y medidas anti-shocks. La conclusión ratifica algunos análisis hechos por diversos profesionales, cuya tesis central tiene que ver con el periodo económico actual catalogándolo como un “periodo de crisis económica”. El Gobierno no ha admitido esta tesis. El vicepresidente García Linera afirma reiteradamente que “nuestra economía es diferente y que a pesar de la crisis que afecta a nuestros países hermanos, Bolivia sigue creciendo”. A esta interpretación sigue una frase de cabecera de los apologetas del proceso: “No, estamos mejor que nunca, si hasta los organismos internacionales nos felicitan”.En un escenario de este tipo resulta muy sano leer el aporte de Loza. Más allá de su afinidad política, su reflexión es de un rigor académico encomiable. No hay pues que desestimar su conclusión con argumentaciones como que ‘es opositor, está mintiendo’ o ‘se inventan cosas para perjudicar al hermano Evo’. Nada que ver. Lo dice un profesional que se puso al servicio del ‘proceso de cambio’.Y, ¿qué es lo que dice? Veamos: “Este shock externo es más prolongado e intenso que la caída de precios de la gran recesión global de 2009 y la más severa desde 1929… La duración de la caída de los precios de exportación de Bolivia fue de 11 meses de mayo de 2008 a abril de 2009, mientras que en la crisis actual la caída de los precios de los minerales ya se prolonga por cuatro años y de la soya y combustibles por más de tres años. El colapso del petróleo en 2008-2009 fue del 70,8% en intensidad, pero duró solo 8 meses; en cambio actualmente el desplome es ya similar en magnitud 71,1%, pero su duraciónes mayor, ya son 20 meses de declinación….”.Loza continúa: “Comparada con la crisis que atravesó la economía boliviana desde el siglo pasado, la caída de las exportaciones del 32,3% en 2015 fue similar a la caída de las exportaciones en la crisis de los años 30, pero el desplome del precio promedio anual de exportación del gas (un 36,2%) fue mayor a la del precio del estaño en el primer año (un 31,1%). Y finalmente concluye con un párrafo muy categórico: “Bolivia, estaría, por tanto, enfrentando el shock externo más adverso de su historia económica desde el siglo XX….”.Repito: “el shock más adverso de nuestra historia económica”. No es fácil asumir esta verdad. ¿Resulta novedosa? Por supuesto que no. Se le dijo al Gobierno hasta la saciedad que no se podía echar por la borda más de una década de bonanza económica, la mayor de nuestra historia. Sabíamos que luego de una fiesta descomunal, sobrevendría el chaqui. Lo sabíamos. No se puede chupar impunemente, creyendo que al día siguiente vas a jugar como Messi. No, y no se puede planificar trenes eléctricos, nuevos satélites o segundas y terceras fases del Teleférico, en medio de una crisis económica ya en curso.Es verdad, en descargo del Gobierno, que hay factores internacionales que atentan contra nuestra salud económica: la menor demanda de nuestras materias primas desde China, la apreciación del dólar, el incremento de las tasas de interés en la Reserva Federal de EEUU (solo esta medida ha implicado que salgan de nuestra economía en 2015 más de 1.000 millones de dólares frente a los poco más de 60 millones que salieron en 2014), la depreciación en las monedas de nuestros vecinos y la caída en los precios del petróleo. Vale decir, todo este montaje internacional no puede atribuirse al Gobierno.Entonces, ¿qué se le critica? Como lo dijimos, la enorme fiesta desplegada impidió dar el paso anhelado a una economía que se base menos en sus recursos naturales. ¿Sucedió eso? No, las exportaciones de productos primarios representan el 30% del PIB, siendo el más alto nivel de Sudamérica. Asimismo, el 93% de sus exportaciones son commodities (minerales, gas), el 12,7% del PIB proviene de los ingresos fiscales por concepto de exportación de hidrocarburos, que a su vez, representan el 39,9% del total del total de los ingresos fiscales que genera el Gobierno. Esas estadísticas nos sitúan como el tercer país más dependiente de la renta hidrocarburífera detrás de Ecuador (en crisis económica desde 2013) y Venezuela (en decadencia económica desde hace un par de años).No es fácil llegar a este punto. Resulta no solo la constatación de que el MAS no ofreció nada nuevo. Tuvo la enorme suerte de heredar los pozos de gas y los gasoductos del periodo neoliberal, adoptar el hijo no deseado que fue bautizado como Ley de Hidrocarburos de 2005 (que el MAS rechazó en el Congreso) y disfrutar de la mayor bonanza de nuestra historia. ¿Qué hizo con esa suerte? Lo mismo que hicieron los españoles durante la Colonia, los aristócratas durante la República o los revolucionarios durante el periodo del ‘Estado del 52’: vivir del recurso natural hasta que se acabase, dar rienda suelta al festejo mientras la cosa durase y llorar amargamente culpando a todos los imperios una vez que invadiese la resaca.El ‘proceso de cambio’ tuvo y tiene poco de cambio: repite pautas de conducta que tuvieron todos los oligarcas, cuya malhadada existencia ha permitido al presidente Evo Morales, y a sus acólitos, repetir discursos anticoloniales y antirepublicanos, que a estas alturas resultan falsos. Hoy, hay que heredar un país para recomenzar de cero (el mismo Loza asevera que “hemos vuelto a la situación precaria de 2002”). ¿Y son estos señores que quieren eternizarse en el poder? No, gracias.El Deber – Santa Cruz