Todopoderosos de carne y hueso

Jose-Luis-BolivarJosé Luis BolívarDespertar temprano después de un feriado me fue difícil aquel jueves 17 de julio de 1980 cuando tuve que volver a madrugar para ir a mi colegio, el Instituto Bautista Canadiense, cuyas instalaciones humildes pero hermosas estaban en el fondo de la Iglesia Bautista en pleno Prado paceño, frente al Monje Campero, hoy en día ocupado por un enorme y horrible edificio.Aquella mañana transcurrió normal y cuando llegaba la hora de salir a eso de las 12:30 del mediodía, unos disparos y muchos bocinazos rompían la paz que reinaba siempre en aquel establecimiento.En lugar de protegernos y cobijarnos en los cursos, nuestros nerviosos maestros  optaron por enviarnos a casa rogándonos que vayamos rápido y evitemos los problemas.Recuerdo que bajamos corriendo aquel largo pasillo de piedras y cemento junto a la pared de la iglesia y al llegar al Prado nos dimos con un panorama diferente y preocupante. La calle estaba vacía de movilidades y la gente corría despavorida en dirección de la Plaza del Estudiante. A unos 100 metros de donde estábamos, una media docena de ambulancias parqueadas en todas las direcciones en el medio de la calle, escoltadas por decenas de hombres enternados y armados, daban clara muestra de que algo no estaba bien. Las movilidades se fueron llenando de gente que salía con las manos en la nuca y tras algunos disparos, los carros volaron por en medio de la peatonal hacia la calle Bueno a toda velocidad con rumbo a Miraflores. La suerte estaba echada, Bolivia tenía nuevo dueño.Pocos minutos antes, en esa casona entre el Banco de la Nación Argentina y una tienda de electrodomésticos, la COB encabezada por Juan Lechín y el CONADE, emitían un comunicado, indicando que no permitirían ninguna intentona golpista como la que se había llevado a cabo en el oriente boliviano durante la madrugada.La intensión no serviría de nada, mientras se pronunciaban palabras de valor y desafío, alguien entró gritando, “compañeros, háganse gas, estamos rodeados”. La advertencia no dio tiempo a la reacción, los golpes y los carajazos a gritos sembraron el miedo y dejaron a todos helados. Pocos  minutos después, mientras los arrestados bajaban las gradas, un fusil a manos de un enfermo mental escupía fuego y odio contra el cuerpo de un iluminado, cuya luz debía ser apagada por los cobardes que le tienen pavor a la justicia y la democracia.Así daba comienzo la asonada militar a cargo de Luis García Meza, un militar cuya idea era clara, iba a ser un régimen drástico, sin tibiezas y taxativo lo calificaría luego su matón principal. Muchas elecciones habían tenido lugar en los últimos 3 años lo que sembraba en la gente, la ridícula idea que en Bolivia podía haber democracia. Esa mala palabra tenía que ser desterrada de cualquier mente y para ello, nada mejor que el miedo. Este fin contó con los servicios de un coronel que más que militar parecía un cerdo, con una panza que daba la impresión que su primera víctima iba a ser quien se cruce con el botón que iba a salir disparado de su estirado uniforme verde.Ambos hicieron lo que les dio la gana, uno durante 8 meses, el otro un poco más de un año, pero las dos celebridades tiñeron nuestra historia de sangre, y cocaína entre sus principales legados.No contentos con asesinar de entrada a Marcelo Quiroga Santa Cruz, mataron a más de 130 almas y una cantidad inmensa de desaparecidos también engrosaron la lista de personas desgraciadas por su causa, junto a los confinados, deportados y todos los que de alguna manera eran afectados por las fechorías de este par de joyas.Los delitos contra las personas  que se vieron coronadas con la masacre de los líderes del MIR en la calle Harrington no fueron la única especialidad. El narcotráfico campeó en la nación e hizo del Chapare la tierra de nadie, con cuadros como el de aquellas cholitas vendiendo pasta base a la orilla de la carretera en Shinaota con romana como si se tratara de harina para el pan.Los vidrios rayban de la piscina olímpica, las piedras preciosas de la Gayba y miles de casos de corrupción en un país que empezaba a sentir la crisis de la deuda post petrodólares puso la situación al límite. Tuvieron que ser las propias Fuerzas Armadas, las que a la cabeza de militares como Natusch y Cayoja entre otros, presionen la salida vergonzosa de quien un año antes había indicado que gobernaría con mano dura durante los siguientes 20 años. Resulta curioso como a ciertos dictadores les encanta ese tipo de cifras, menos años les parecen poca cosa.Se alejaron del poder y pensaron que ahí quedaba todo, pero la historia a la cabeza del Dr. Juan del Granado, sentó a ambos en la silla de los acusados y después de un largo juicio en el que la amnesia de don Lucho Rajatabla llamaba a la sorna y pena, la Corte Suprema de Justicia condenó a ambos a 30 años de prisión sin derecho a indulto en la cárcel de Chonchocoro.Dije que su amnesia daba pena porque cuando uno lo veía de presidente en la tele con aquel rostro impávido, duro, marcial, sin un ápice de duda ni temor, y seguro como era para dar las órdenes, se esperaba al menos que tenga el valor de reconocer sus actos y asumirlos. No creo realmente que le haya cabido siquiera la mínima esperanza de pensar que por olvidárselo que había pasado, iba a salir bien librado. La Ley hizo lo suyo y después de una breve fuga y pasar un grato momento con una morocha voluptuosa en Sao Paolo, llegó a La Paz escoltado por dos policías encapuchados y protegido con un chaleco anti balas pese a que nadie iba a gastar pólvora en ese gallinazo el año 1995.Su estadía en la cárcel tuvo miles de matices, desde tener una celda de lujo con gimnasio y parrillero hasta pasar la mayor parte del tiempo en una habitación del hospital de Cossmil donde por poco le rendían honores militares. Pero así y todo está pagando su condena, y la viene cumpliendo hace 21 años ya y pasados 2/3 de la misma, ahora acude a un recurso inscrito en nuestro orden legal que se llama libertad condicional.Mucha gente cree que la condena “sin derecho a indulto” significa sin derecho a nada y está equivocada. No es otra cosa que no poder contar ni recurrir al perdón presidencial, pero aparte de ello, todos los derechos de un reo le asisten, todos los inscritos en la Ley, incluido el de la libertad condicionada a muchos requisitos (tengo entendido que los dos más importantes son no haber cometido otro delito y la buena conducta). Por lo tanto, así hubiera sido el representante del diablo en la tierra, le asiste el derecho de ir a un juez para que junto a régimen penitenciario evalúen su caso y si cumple con lo que ordena la norma, terminar su condena de los 30 años fuera del penal.El todo poderoso Ministro de Defensa, que aparte de genetista, adivino y celestino ahora nos muestra sus dotes de juez supremo y dueño de nuestras vidas y su destino, ha dicho que Luis García Meza no va a salir de la cárcel y que desea que se muera en ella.Ojalá este Ministro de Defensa que por cierto ni fue al cuartel como debía en su momento, entre en razón y se entere que sus poderes no están por encima de la Ley, que deje a los jueces hacer su tarea y que impere la Constitución, pues todos, absolutamente todos, incluso los delincuentes más perversos como este ex  general, están bajo su amparo y disposición.