Estados Unidos, una perspectiva


corzo1Pedro Corzo*En amplios sectores de la comunidad internacional la tendencia es identificar a Estados Unidos con tres pilares de la civilización occidental: la democracia, la economía de mercado y el desarrollo tecnológico, pero hay otros factores de primordial importancia que distinguen a la sociedad estadounidense.El sentido de la solidaridad y la voluntad de ayudar a naciones en problemas, sin que cuente el tipo de relación que en ese momento sostengan con el país en cuestión.Otro elemento importante se aprecia con particularidad en los círculos intelectuales e informativos de este país, es no ocultar los problemas que enfrentan la nación y menos silenciar los excesos y abusos de las autoridades, incluidas las agencias gubernamentales.Existe una clara conciencia de que al gobierno hay que tenerlo a raya porque la soberanía de la nación radica en el ciudadano.La prensa en particular y el cine en especial, no reparan en abordar asuntos que en cualquier otro país se podrían considerar contrarios a la dignidad nacional o a la seguridad del estado; al extremo que en ocasiones exageran sobre los acontecimientos y obvian la objetividad y el balance que exigen cuando los asuntos tratados por otros no son considerados políticamente correctos.Una de las ventajas más importantes de la democracia estadounidense es que se puede informar sobre cualquier suceso, y el que guste, por oficio o simple interés, puede modificarlos en base a lo fecunda de su imaginación y llevarlo al cine o publicar un libro que mientras más impugne el “establecimiento”, más posibilidades tiene de convertirse en éxito literario o cinematográfico.Es improbable encontrar un país que haya hecho más filmes críticos sobre los servicios de inteligencia como los cineastas de Estados Unidos, o profesionales que hayan filmado más pietaje sobre conspiraciones del gobierno central contra los derechos ciudadanos, que los realizadores de Hollywood.Sin indagar en el pasado remoto, están las películas y otras publicaciones sobre Vietnam en la que solo se reflejaban los crímenes, reales o ficticios, en que incurrían las tropas estadounidenses, o las contemporáneas que muestran la actuación, por lo regular desde una óptica negativa, de las unidades militares de Estados Unidos en el extranjero.Es un privilegio vivir en una sociedad que permite a sus examinadores mostrar crímenes como los que tuvieron lugar en Abu Ghraib, denunciar el traslado ilegítimo de prisioneros a terceros países o la ilegalidad de que un individuo en base a la voluntad de un funcionario, no de un tribunal, por ser calificado como combatiente enemigo, pierda sus derechos ante la justicia y pueda padecer el flagelo de la tortura.A veces y esto tiene visos de morbosidad, se aprecia una clara deriva a la culpa ajena en algunos estadounidenses cuando arriban a la conclusión de que su gobierno, cualquiera que este sea, es el responsable de todos los males del planeta.El mundo de hoy es muy complicado. Los focos de tensión son muchos y es justo reconocer que durante la Guerra Fría la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada abonaba el miedo para no llegar a los extremos.Como única gran potencia esta nación tiene grandes compromisos, que en ocasiones pueden ser contrarios a los intereses de sus ciudadanos, pero el deber del gobierno es balancear la situación.Estados Unidos podrá ser odiado por muchos pero es un ejemplo para la mayoría. Su sentido de humanidad y solidaridad, más su concepto de libertad y derecho, son símbolos para los oprimidos.Estados Unidos ha tenido aciertos y desaciertos, pero independiente de la voluntad y acciones de sus gobiernos a través de la historia, es la nación que más se ha aproximado a respetar la condición humana.Es de anhelar que las naciones poderosas por venir, superen los compromisos humanitarios cumplidos por Estados Unidos, sin incurrir en sus errores.*Periodista de Radio MartíEl Nuevo Herald – Miami 


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