Tras descubrirse que una concesión minera china en la zona del Illimani sería parte del problema del desabastecimiento de agua en la sede de gobierno, se refuerza la percepción negativa sobre la dependencia de Bolivia con la dictadura asiática, que puede pasarle factura a nuestro país de diversas maneras.El hecho de que los créditos de China vengan condicionados por la concesión de mega-proyectos lleva a que éstos sean prácticamente exentos de la legislación laboral y ambiental, algo que en el caso referido ha derivado en el uso de agua para el emprendimiento minero en detrimento del consumo urbano. La sino-dependencia equivale a la entrega de Bolivia a un nuevo imperialismo, más rapaz por cuanto proviene de un régimen que aún conserva características totalitarias, por mucho que se haya abierto a una variante deformada de capitalismo desde los días de Deng Xiaoping.Además, la opción evista por China puede ser definitivamente una mala apuesta, teniendo en cuenta que en el reacomodo geopolítico mundial que se avecina en la era Trump el gigante asiático puede verse frenado de manera abrupta por una denuncia ante la OMC por manipulación monetaria y mediante otros mecanismos contra sus políticas de competencia desleal… [email protected]