La denuncia del ex CEO de la constructora Odebrecht, en sentido de que el ex presidente Lula da Silva habría recibido sobornos en efectivo por 2 millones de dólares, supone el tiro de gracia para la versión brasileña del socialismo del siglo XXI, aparentemente más atemperada que las de otros países pero sujeta a coordinación con las variantes autoritarias del modelo.Estos vínculos no habrían sido solamente ideológicos, sino primordialmente cleptocráticos, configurando una auténtica Internacional de la Corrupción que compartió botines de Estado.En el caso de las relaciones Bolivia-Brasil, se ha hablado sobre el financiamiento de campaña para el Movimiento Al Socialismo proveniente del pool de corporaciones brasileñas favorecidas por Lula, si nos remitimos a declaraciones del fenecido ex ministro de hidrocarburos de Evo Morales, Andrés Soliz Rada.Igualmente, una reciente denuncia de la brillante politóloga guatemalteca Glora Álvarez, expone presuntos lazos insospechados entre los capitales corruptos del lulismo con la polémica Fundación Clinton…[email protected]