¿Quieres agua? Di: no Chepete, no coca ilegal

ivanIván Arias Durán“Paceños, sigamos haciéndonos los locos contra la deforestación y no tendremos agua y ni aire para respirar. El 60% del agua y el aire que respiramos los altiplánicos, se produce y viene de los bosques que están tras la cordillera, de la amazonia”, advertía con alarma una científica boliviana en un taller sobre las represas del Chepete y el Bala.Las personas que viven en la hoyada y El Alto no tienen conciencia que parte de nuestra vida depende de lo que hagamos detrás de la cordillera. La bajísima conciencia ambiental y amazónica de los kollas asentados en esta parte del territorio raya en la indiferencia y la estupidez suicida. Pero si los ciudadanos comunes muestran indiferencia, diputados, senadores, alcaldes, concejales y gobernador creen que las represas del Chepete y El Bala no tienen nada que ver con nuestras vidas y que el oponerse a semejante locura es oponerse al desarrollo del departamento. Alcaldes amarrahuatos han expresado su apoyo a las represas. Y los legisladores están sordos, ciegos y mudos convirtiéndose en cómplices de lo que está pasando y pasará.La Paz no tiene agua para sus necesidades básicas porque, aparte de la improvisación y politiquería que domina a EPSAS, estamos destruyendo los bosques amazónicos. Las represas del Chepete y Bala matarán nuestras fuentes de aire y agua. Por otro lado, es absurdo que el Gobierno gaste millones de bolivianos en el proyecto “mi árbol” con la idea de plantar árboles en todo el país, cuando con proyectos como Chepete-Bala y leyes como la 221 se autoriza la destrucción de millones de árboles de bosques naturales. Contrasentidos de un gobierno que se montó sobre la pachamama para vender un discurso para incautos (incas con auto).La locura y desprecio por la naturaleza si bien es dominante en tierras del altiplano, no lo es menos en tierras bajas. Estamos matando nuestros bosques. Bolivia pierde cada año cerca 300 mil hectáreas de áreas boscosas por la deforestación causada debido a la tala indiscriminada de árboles, quemas y expansión desmedida de la frontera agrícola. Según el investigador del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), Luis Goitia, hace 20 años atrás, la cobertura forestal alcanzaba a 53,4 millones de hectáreas a nivel nacional y las mismas se han reducido ya a solo 48 millones. Todos los niveles de gobierno son depredadores del bosque. La mentalidad agrarista que domina en los legisladores y gestores públicos son la punta de lanza para que los bolivianos vayamos acabando con nuestros bosques naturales. Hace 10 años, Bolivia era uno de los países modelo en cuanto a la conservación y uso sostenible de bosques. Teníamos más de 2 millones hectáreas de bosque natural bajo manejo certificado. Hoy no queda ni una hectarea.Según Lykke Andersen, del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD), Bolivia, uno de los países con menor nivel de desarrollo humano de Sudamérica, tiene emisiones de gases de efecto invernadero per cápita comparables a países de Europa: 93 millones de toneladas anuales. La causa de este desbalance es la deforestación, o “cambio en el uso de la tierra”, donde se combinan, además, la expansión de la frontera agrícola, subsidios a combustibles fósiles y un bajo nivel de control ambiental.Ante la situación que pasan las principales capitales de Bolivia, y La Paz en particular, Alicia tejada, en su portal de redes sociales lanzó esta pregunta a los ciudadanos y ciudadanas urbanas: “Entienden la relación entre deforestación y variaciones de los ciclos de lluvia los paceños ahora que el 30% no tiene agua para el consumo humano? ¿Entienden la importancia de los nevados de los andes para toda la amazonia? ¿Entienden el porqué de las Reservas Forestales y áreas protegidas? ¿Entienden que la ampliación de la frontera agrícola y la minería chupan millones de litros de agua que nadie controla? ¿O es que van a discutir de fugas y de cañerías sin remediar causas? ¿Entienden que hablar de bosques no es un tema de gringos ni de ecologistas?”.Por otro lado, las alcaldías y gobernaciones, sin planificación integral y coordinada, en los últimos años, han construido cientos de pequeñas represas en plenas cuencas afectando afluentes principales de los ríos que alimentas de líquido a las ciudades. El impacto ambiental, social, ecológico y económico que están ocasionando estas infraestructuras deben estudiarse con premura. El gobierno no sólo inundó de tinglados el área rural, sino también de represas en las mismas cuencas afectando la provisión de agua en Cochabamba, La paz, Chuquisaca, Oruro.En Yungas y el Chapare miles de hectáreas de bosque natural han sido quemadas para la siembra de coca y los efectos ya se sienten a través de las sequias y tierras en franco proceso de desgaste. Allá donde había frutas tropicales solo hay coca. Ríos y lagunas están siendo contaminadas por el uso de precursores. Caranavi, otrora húmedo y lluvioso, hoy sufre temperaturas infernales y sequías casi saharianas. La coca mata la tierra y el Gobierno quiere ampliar de 12 a 20 mil las hectáreas de este cultivo depredador. El 94% de la coca del Chapare va a actividades ilegales. La falta de lluvias en las ciudades de Cochabamba y La Paz tiene, en la deforestación cocalera, una de sus explicaciones. Entonces, si quieres agua, debes decir no a la coca ilegal y no a las represas del Chepete y el Bala.