El tontómetro y el engañógrafo

Juan Cristóbal Mac Lean E. El tontómetro, que no debe confundirse con el engañógrafo, es un dispositivo de filiaciones lógicas que se emplea para medir el grado de tontería, estupidez, superchería, idiotez, impostura o imbecilidad de las frases de alguien. Para dar un ejemplo de su rango de aplicación y resultados, si se someten las frases de, digamos, un Nicolás Maduro a sus análisis, el tontódromo alcanza su límite o puntuación máxima: 100. Si fuera un aparato material, sin duda que se recalentaría. O si se lo aplicara, en el caso boliviano, pongamos que al “canciller” Choquehuanca, ocurriría lo mismo y el dispositivo alcanzaría sus límites máximos.Pero, alguien se preguntará ¿cómo funciona un tontómetro? Las ideas básicas para la construcción de un tontódromo las da el ilustre filósofo inglés Max Black, cuya obra discurre, sobre todo, por los difíciles campos de la filosofía analítica anglosajona. A más de ello, a veces el también traductor de Frege se divertía a lo grande, como lo demuestra su precioso artículo The prevalence of humbug (http://www.ditext.com/black/humbug.html) que podríamos trasladar como “El predominio de la impostura”. Pero justamente, la palabra humbug, de incierta traducción, puede también ser tontera, pamplina, boludez, embuste, mamada, etc., etc. En sus búsquedas semánticas, ya desde el principio del artículo Black revela su preocupación por el Morbus fraudulentus, literalmente la enfermedad fraudulenta o por lo fraudulento (fraudulent disease), más afín ella a la impostura que a la mera estupidez, por lo que más vale aplicarle, conste, un engañógrafo antes que un tontómetro.¿Y cuál es la unidad de medida de un tontómetro? En ese sentido, hay más de una propuesta. El muy buen columnista y especialista en Venezuela Ibsen Martínez, por ejemplo, dice en un artículo (El País 13.12.16) “propongo a la Oficina Internacional de Pesas y Medidas una unidad universal para ponderar la estupidez: el maduro”. A este experto en las disciplinas de la tontometría y la engañografía, sin embargo, le parece que esa unidad de medida sería demasiado grande y que por fines prácticos y para manejar unidades más modestas, más valdría emplear el nanomaduro, es decir, la millonésima de un maduro. En otras partes, sugieren otras unidades de medida como el tontonio o el ebolio para el tontómetro, mientras se propone el garcil para el engañógrafo. En palabras de Max Black, las palabras que se agrupan en torno a la de impostura se prestan particularmente a ser medidas en garciles: “pretensión, pretenciosidad, afectación, deshonestidad y engaño”. Para colmo, añade Black, “a menudo hay un detectable dejo de auto satisfacción y auto complacencia: la impostura va bien con un mohín sobrador (smirk).”Despejado el problema de las unidades de medida, aunque su denominación oficial quede al antojo de cada cual, es hora de que veamos cómo se aplican concretamente el tontómetro o el engañógrafo. Si bien el campo de aplicación que tienen es universal y pueden hacer una mensuración del grado de idiotez de, por ejemplo, un programa televisivo o una película o también de una obra urbanística, donde su empleo es más requerido sobre todo en el campo político. Ya Montaigne decía que “nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”. Y es, en efecto, en los terrenos y estrados políticos donde campean el énfasis y la desmedida vociferación. Ni qué decir del morbus fradulentus… Ahora bien, para poner en funcionamiento uno de nuestros aparatos en su forma más básica y rápida (hay otras más complejas pero las dejamos para otra ocasión) lo mejor es simplemente tomar desde media a dos páginas transcriptas. Considerando que muchos sujetos del campo político no saben escribir, sólo discursear, es forzado atenerse entonces a las transcripciones periodísticas de sus discursos. Teniendo ya los fragmentos elegidos, se procede a calibrar el tontómetro con un conjunto lexical adaptado al caso. Y, a la manera de la búsqueda de marcadores lógicos en otros campos afines, aquí se emplean ciertas palabras o frases como tales marcadores. Para el caso más básico que deseamos enseñar aquí podríamos emplear como marcadores de idiotez, por ejemplo, las siguientes palabras: imperialismo, derecha, pueblo, neoliberal, revolución, aplastar, patria, traición, venceremos, foráneo… El tontómetro hará el análisis de la frecuencia y el énfasis con que dichas palabras se repiten y, muy importante, hasta cuántas de ellas entran en un mismo párrafo. Según las variabilidades, combinaciones, volúmenes vocales, articulación de las proposiciones, continuidades gramaticales, puntos de inflexión o enardecimiento, validez de enlaces de sentido y otros giros lingüísticos, el tontómetro irá arrojando sus resultados.Otro problema con que se enfrentan nuestros aparatos es el constante deseo de engañarlos y es en este sentido que deben hacer, paralelamente, detectores de mentiras. ¡Cómo se recalientan lógicamente! Es que una de las dificultades, señaladas por el mismo Black, no sólo radica en “el contenido del mensaje comunicado o en la intención de engañar implantando creencias falsas, sino más bien en la sofisticación de los medios usados para lograr esos propósitos”. ¡Cuánto más trabajo, pues, para la tontometría!Y si bien es posible que el récord mundial de puntaje obtenido en un tontómetro lo detente Nicolás Maduro, en verdad son legión los que se disputan tanto honor. Dios los cría y ellos se juntan, reza el proverbio y todos recordamos que Evo Morales condecoró a Maduro nada menos que ¡con el Cóndor de los Andes!Otro problema menor con el que se enfrentan un tontómetro o un engañógrafo es el de la verificabilidad o validación de sus resultados. A los idiotas, en efecto, las palabras que usamos como marcadores de idiotez les parecen, por decir lo menos, encantadoras. Pero no nos haremos líos con su escepticismo, pues en estos casos simplemente empleamos la verificación o validación vía lo Real. El bloque de realidad al que nos referimos en este caso es a la actual realidad venezolana. No más comentarios.Y por último, ¿no es acaso necesario un tontódromo para que desfilen en sus instalaciones quienes, como Maduro, obtienen los puntajes más elevados del tontómetro universal? Pues ya lo hay. Ahí está, y justamente se llama algo así como Escuela Antimperialista de las Fuerzas Armadas. Pero ante ese solo nombre, nuestros apariticos ya no pueden más y funden sus bielas lógicas…Los Tiempos – Cochabamba