Carlos Morales Peña – [email protected] –
Thomas Field se ha sumergido en toneladas de documentos clasificados para correr la cortina de un pasaje de la historia desconocido de las relaciones entre Estados Unidos y Bolivia: la alianza estratégica entre los Gobiernos de John F. Kennedy y Víctor Paz Estenssoro entre 1961 y 1963, en el marco de la Guerra Fría.
El producto de la investigación que contiene más de 50 entrevistas exclusivas acaba de salir a la luz en el libro Minas, balas y gringos. Bolivia y la Alianza para el Progreso en la era de Kennedy (Plural, 2016), el mismo que llega a una conclusión inquietante: la cooperación estadounidense disfrazó la ayuda para los más pobres con una abierta intervención política y militar contra los movimientos comunistas en el país en el periodo previo a la llegada del Che Guevara a Bolivia el 3 de noviembre de 1966.
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La Alianza para el Progreso que inauguró JFK tuvo su brazo operativo en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) que, según la indagación de Field, colocaba ministros, proponía políticas y hasta armaba a campesinos afines al Gobierno para combatir a las milicias de mineros que buscaban una verdadera revolución proletaria. Conocedor de la historia y la realidad boliviana desde hace décadas, Field habló con EL DEBER sobre los resultados obtenidos.
_ Concluye Ud. que la cooperación de EEUU tuvo objetivos loables, pero también móviles políticos autoritarios…
Así es. Hubo una alianza tácita entre los liberales del Partido Demócrata y los “revolucionarios” del MNR. Como dijo Ramiro Otero Lugones, uno de los líderes del PC en Bolivia, “el partido liberal de Bolivia era el partido de los ingleses, el MNR era el partido de los gringos”.
Durante la Guerra Fría hubo un consenso entre demócratas y republicanos para buscar soluciones moderadas para la pobreza y políticas reformistas para evitar las opciones comunistas en la región. De esta forma, Washington busca acuerdos con partidos de la izquierda no comunista, como era el caso del MNR. Entonces, EEUU apoyaba a partidos liberales de izquierda o demócrata cristianos que pudieran tener una línea coincidente con EEUU. Hay que recordar que el programa del MNR no era precisamente socialista, sino más bien de alianza de clases y con un discurso fuertemente nacionalista. El MNR no tuvo que hacer muchos cambios en su programa para ganar la confianza de los norteamericanos.
Washington nunca creyó en las quejas de la oligarquía boliviana que pintaba al MNR con la pintura roja. En los años 40 pelearon contra el MNR no por su corte comunista, sino más bien, al revés, por su perfil fascista.
_ ¿Aun con la presencia de Juan Lechín Oquendo?
Por su filosofía política, Lechín pudo haber sido un problema para los Estados Unidos por su intención de mantener las milicias obreras y su visión radical del proceso. Pero Lechín tenía otras cosas que le interesaban a Estados Unidos y, de hecho, Lechín tenía muchos amigos en Washington. Lechín decía, incluso, que la potencia del norte podía favorecer al gobierno del MNR. Lechín tenía una línea trotskista y el trotskismo era muy favorable a los intereses de Estados Unidos, por su antagonismo al estalinismo. Lechín no era tan rojo como lo pintaban.
_ ¿Cómo encaja ese perfil de progresista de JFK con la realidad de un programa intervencionista?
Había ideas autoritarias dentro de estos programas que se plantearon como progresistas para el mundo. El programa de la Alianza para el Progreso no fue impuesto totalmente a Bolivia, sino que surgió desde el comienzo mismo de la Revolución de 1952. Washington tenía la idea de que había que modernizar los pueblos, dando la espalda al pasado tradicional. El programa “progresista” del MNR encajaba perfectamente en ese enfoque. Mi investigación demuestra que quisieron implementar un proceso de modernización con mayor eficiencia y con políticas autoritarias sin consulta con los pueblos que eran vistos como caóticos. Paz Estenssoro era ideal para este proyecto porque tenía una idea progresista y al mismo tiempo propugnaba una política de mano dura con los sectores más radicales de la misma revolución. Hay que saber que los asesores de la Alianza del Progreso para América Latina habían sido formados en la Guerra en Vietnam, con una visión militarista del conflicto con el comunismo. Primero optaron por un proyecto modernizador por la vía civil y democrática, como con el MNR, pero después la impondrán por la fuerza con los militares a partir de René Barrientos en 1964.
_ ¿Cómo fue el caso de Usaid?
La cooperación, en realidad, tenía como fin el desarrollo del capitalismo. El fin era hacer de Bolivia un país más eficiente y más lejano de castrismo de Cuba y el comunismo que impulsaba la ex Unión Soviética en el mundo. Este proceso lo vemos hasta nuestros días. Evo Morales expulsó a Usaid tras acusarla de impulsar políticas intervencionistas en Bolivia. Usaid rechazó esas acusaciones por no tener fundamento. Esta no era la primera vez que se acusaba a Usaid de intervenir en Bolivia. En julio de 1963, Usaid envió 100.000 dólares en equipo militar para armar milicias campesinas encargadas de “eliminar” a dos líderes sindicales de izquierda: Federico Escobar e Irineo Pimentel, descritos por los hombres de Washington como obstáculos para la modernización en Bolivia. Cuando Escobar y Pimentel fueron arrestados cuatro meses más tarde, un grupo de mineros comunistas tomó represalias reteniendo como rehenes a cuatro funcionarios de la cooperación durante nueve tensos días en una sede sindical repleta de dinamita.
En 1961, Kennedy lanzó un amplio programa de desarrollo de los países pobres, pero en privado reconocía que “las Fuerzas Armadas pueden contribuir sustancialmente al desarrollo económico”, particularmente en América Latina, donde “los militares ocupan una posición estratégica extremadamente importante”, en marco de la Guerra Fría.
La ideología del desarrollo de la agencia de cooperación Usaid se construyó, en consecuencia, en un entorno geopolítico específico, con una teoría y una estrategia plenamente imbricadas
Fuente: eldeber.com.bo