Agua, mar y coca

Winston EstremadoiroDicen que será el agua la vertiente primigenia que desembocará en el caudaloso río de las guerras del Siglo XXI. No el socialismo del Siglo XXI, restriego en la cara de petacudos de regímenes corruptos que llegaron al poder mintiendo de cambiar el país en bien de los pobres. Pues bien, hurgo vínculos del agua, el mar, y la coca en Bolivia, que en el trance actual están entreverados, digo yo. El país es una de las primeras potencias mundiales en recursos hídricos. De poco nos sirve. ¿Alguien queda insomne porque los chaqueños de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz claman que se mueren sus reses por falta de agua? El Gobierno autónomo de indígenas, capital Charagua, ¿sabrá de tecnologías de sifonamiento que pudieran dar agua abundante de líquidos que yacen en el fondo de tuscales, que costarán a Bolivia miles de cruces en la derrota vergonzosa de la Guerra del Chaco? Poco importó la urgencia anual de migrantes en Cochabamba, sin agua ni para un “baño polaco” –patas, entrepierna y sobaco– hasta que la sede de gobierno sufrió la sequía en carne propia. Mientras tanto, hacen su agosto las cisternas que venden turriles a precio onerosos. Es cosa que poco preocupa a ricachos de apartamentos que convierten la ciudad en una selva de cemento. Sin embargo, los asomos de futuras “guerras del agua” ya se notan. Ayer, demagogos voceros revirtieron la privatización de servicios de provisión, muertos de por medio; hoy el agua es barata, pero no hay –y cuidado con rezar mucho a San Severino, que las viviendas se inundan. El alcalde de Palca ambiciona casi treinta barrios de La Paz, seguro que por los impuestos, ya que lo otro quizá poco le importa. Peor todavía, el cacique de Hampaturi amenaza con cortar el agua a La Paz. ¿Qué nos pasa?Como me hiciera cantar Tom Jobim de Río de Janeiro en su “Corcovado”, tengo “tiempo para soñar y una ventana que mira al Redentor” (en Cochabamba, miraba, ya que ahora la hermosa vista es vetada por bloques habitacionales de cemento), así que me interesé en el invento de un millonario que se impuso llevar agua dulce de donde sobra a regiones sedientas. Aun cuando surgen pregoneros del exceso de tecnología, no es algo que deba preocupar a un país todavía en pañales. Hay muchísimo que internalizar de nuevas técnicas hasta hacerlas nuestras. Las Spraggs son grandes bolsas de poliuretano que pueden transportar miles de litros de agua dulce, decía la nota. Hoy las fabrican en California, en Noruega, en España, entre otros. Soñé en llenar agua del río Mamoré, y con camellones de tarope, solucionar el odioso ciclo de sequía e inundación en el Beni. En carambola prodigiosa, se potabilizaría el agua de bolsas Spraggs y transportaría a lagunas paceñas; a embalses potosinos; a la Laguna Alalay y a las k’ochas que hicieran una pampa de lagunas a la Llajta en tiempos idos. En fin, adonde fuera. No tenemos mar desde que Chile lo arrebató en 1879, me recordó mi otro yo. Ni hablar de los manantiales de Silala: me late que cortar el agua robada desde fines del siglo XIX sería otro abusivo “casus belli”, como el impuesto de los diez centavos al salitre. A llorarle a Gardel, dirían los chilenos si apuntamos al costo de nuestro encierro no tener costa para transportar agua dulce por el océano. No ayuda el actual clima crispado entre Bolivia y Chile: aun si primara la razón y el Tribunal de La Haya reconociera nuestros derechos, el poder bélico lo tiene Santiago. No obstante, si el poliuretano sirve para bolsas inmensas, debe ser alternativa más barata a las cañerías. En última instancia, optar por tecnología incaica que diera agua a Machu Picchu por acueductos: con ayuda de la gravedad las montañas del país serían ventajosas, en vez de obstáculos. Las trabas reales son la corrupción y la distorsión demagógica de prioridades. El jefazo vuelve al país quizá solo para asegurar el pasaje de la llamada Ley de la Coca, y que se la chupen los afectados por sequías, inundaciones y la crisis que se avecina. Así sirva para poco más que nada, ¿acaso no tenemos satélite y pronto tendremos energía nuclear? Tal vez opera como presidente de cocaleros chapareños, cuando dice que los pobres acullican amarga coca del Chapare porque es más barata que la de Yungas. ¿No se da cuenta que 22.000 hectáreas de coca en Bolivia aumentarán el río de droga boliviana que llega a Brasil y Argentina? ¿Que Europa se preocupa de que la coca aumentada llegue como cocaína a los países europeos? ¿No sospecha siquiera del cerco al país del EEUU de Trump, el Brasil de Temer y su antibolivariano Canciller, la Argentina de Macri? Inclusive serían parte del muro el Perú de Kuczynski y el Chile de Bachelet.Con razón el Gobierno aguanta con estoicismo aymara la reacción de la Canciller venezolana en contra del Presidente peruano Kuczynski, economista letrado que se animó a señalar que la potencia del norte no se preocupa por América Latina, porque somos “como un perro simpático” que no causa problemas, excepto Venezuela. ¡Qué figura idiomática ni que ocho cuartos: es la verdad! Con razón la revista británica The Economist ficha al gobierno de Evo como un “régimen híbrido”: una mezcla de chicha con limonada, vale decir, un ají de fideos de autoritarismo con democracia.El Día – Santa Cruz