Por cada obra original del arquitecto se edifican tres o cuatro réplicas que enorgullecen a El Alto y presentan a la ciudad como única ante los ojos del mundo.Foto: Juan Ignacio Severin (Chile). Los chalets alteños se reapropian de elementos precolombinos y occidentales.Marco Quispe* / El AltoEl Alto de hoy es la mayor expresión de éxito del mundo aymara, admirado por sus sentidos de lucha revolucionaria y por sus diálogos complejos con el mundo global neoliberal. Desde la cotidianidad, los alteños aprendieron a convivir con otros, asimilar las contradicciones y aplicar las lógicas del capitalismo en sentido propio; prueba de ello son las construcciones de estilo tiwanacota de Freddy Mamani.Para el alteño de a pie, estos momentos son de oportunidades, de retos para mirarse y admirarse pues es posible crear nuestro propio sueño sudamericano. En ese contexto, El Alto se muestra ante el mundo con un rostro nuevo, con gente luchadora, emprendedora que ha tomado la decisión de autoconstruir su propia ciudad.Freddy Mamani Silvestre, el arquitecto que empezó a diseñar los edificios con elementos tiwanacotas, es el depositario de confianza de emprendedores alteños que buscan, en última instancia, acumular la mayor cantidad de capital simbólico, para quedar en perpetua memoria, frente a sus pares más cercanos.Para Mamani -constructor de siempre y trabajador empedernido que nunca repite la misma obra- cada casa expresa un lenguaje, un sentimiento, una memoria plasmados en las líneas, en los trazos, en los colores y en las aspiraciones de vivir como otros qamiris del mundo.Recuerda Freddy que en plena crisis neoliberal comenzó su primera obra. Las jornadas de rebelión de octubre de 2003 fueron el detonador para Mamani, pues entonces comprendió que los aymaras necesitaban mostrarse, exhibirse construyendo casas de lujo como las hay en la zona Sur y en la grandes ciudades del mundo. Urgía para el arquitecto cambiar la imagen del aymara pobre por un aymara diferente.Desde 2005, Freddy ha logrado construir más de 100 edificios en El Alto y otras regiones, donde viven los aymaras en un promedio de casi 10 construcciones por año. Él mismo calcula que por cada obra hay unas tres o cuatro réplicas construidas. Si bien le molesta la copia, no deja de valorar que cada edificio es resultado de una construcción colectiva, hecha con el cliente y sus maestros. Por eso mismo, su estilo de trabajo responde a una lógica de comunidad,Hoy Freddy Mamani Silvestre es reconocido, de manera no oficial, como el referente de la Nueva Arquitectura Andina a nivel nacional e internacional. Ese simple hecho ha provocado debates duros y apasionados en las aulas de la academia y en festivales internacionales de diseño y arquitectura de Argentina, Perú, Chile, Costa Rica y Estados Unidos.Entre 2014 y 2016 medios internacionales como Univisión, CNN, BBC, Telesur, AssociatedPress, Al Jaazera, Deutsche Welle, El País, Radio y Televisión Pública Sueca, Washington Post, New York Times, Financial Times, New Yorker Magazine, Revista Valor y otros bolivianos y extranjeros han recorrido por las calles de El Alto, en busca de tan fascinante historia. El interés mediático creció con la presentación del libro La Arquitectura Andina de Freddy Mamani Silvestre.A la par se han escrito tesis, nuevos libros, artículos en revistas especializadas de arte, diseño, arquitectura y turismo sobre esta revolución de la arquitectura alteña. Las casas de Mamani se han transformado en escenarios para el registro de fotos artísticas que se exponen en Europa, videos musicales de famosos artistas internacionales, programas de televisión y han inspirado la creación de cómics, postales, ropa y ofertas de recorridos turísticos por El Alto.Los medios masivos y las redes sociales dan cuenta de que algo original está pasando en El Alto, la ciudad vecina de La Paz, sede de Gobierno de Bolivia. Por lo pronto, se sigue manteniendo el interés internacional por conocer el ajayu (espíritu) de Freddy, caminar por su arquitectura y comprender la emergencia del pueblo aymara en el país.El legado es resultado del trabajo de miles de emprendedores aymaras que radican en El Alto.Ellos encuentran en las obras de Mamani Silvestre la posibilidad de re-crear la belleza cotidiana de la mujer aymara que luce en fiestas patronales coloridos aguayos, mantas y polleras.Los aymaras bolivianos que viven en la ciudad de El Alto se exhiben ante el mundo con todo su poder económico. Los chalets, inspirados en la feminidad de sus parejas de vida, también expresan un momento político.Las obras de Mamani Silvestre han logrado posicionar a El Alto, y en consecuencia a Bolivia, como un territorio creativo, original, exitoso y digno de ser conocido. Éste es un hecho inédito en los 32 años de vida como ciudad de El Alto.*Comunicador social y alteño.Fuente: Página Siete