Los abusos del MAS

Manfredo Kempff SuárezLos masistas trataron de arruinarle la vida al pandino Leopoldo Fernández como lo hicieron también con ciudadanos cruceños y benianos, en ese afán tan deseado por el actual régimen de «sentarles la mano a los cambas». El gran fraude del separatismo tenía que darle réditos políticos al MAS, porque es fácil sumar apoyos patrióticos si se señala que unos monstruos blancoides de la Media Luna (Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija) tienen la intención de partir en dos a la nación. Si vamos a ser sinceros, hubo gente que lo creyó de verdad, y cuando dejó de creerlo, conociendo el comportamiento de los mentirosos, el daño ya estaba hecho.Si el MAS no trataba de doblegar al oriente boliviano desde el comienzo, poniéndolo como al enemigo a batir, su repetido discurso cocalero y antiimperialista no hubiera sido suficiente como para que la mediocridad se enseñoreara hasta ahora en el Palacio de Gobierno. Tomó Pando por la fuerza al encarcelar a Leopoldo Fernández y provocar la matanza de Porvenir, pero fracasó en Beni, Santa Cruz y Tarija, aunque logrando grandes avances que hoy lo vemos con la enorme colonización y ocupación territorial y sindical masista que presiona, muerde, golpea, buscando la forma de desbaratar la resistencia cívica de quienes, pese a persecuciones, juicios, traiciones e infamias, aguantan firmes.Leopoldo Fernández es inocente de cuanto se le acusa porque jamás ordenó que se victimara a nadie. Ahora, según palabras de S.E., Leopoldo sería también un separatista, es decir un traidor a la patria. El exprefecto resultó ser el objeto de sacrificio sangriento que se requería para adorar al Pachacútec y como tal no lo van a dejar vivir en paz. Rubén Costas y Ernesto Suárez transitan cargados de procesos y de amenazas aunque eludiendo la cárcel o el exilio. Pero entre los sacrificados cruceños están quienes, también como terroristas y separatistas, guardan abominable prisión desde hace 8 años.Mirando lo que sucede con Leopoldo Fernández y con otros personajes que no son cambas, como Jorge Quiroga y Doria Medina, además de la cantidad de desterrados que están llevando una vida de sufrimiento con la sola esperanza de que cambie el Gobierno para volver, cualquiera se da cuenta de por qué los masistas no quieren soltar el poder por ningún motivo. Saben que la justicia (esta misma tal vez) los va a llevar al banquillo de los acusados y van a tener que pedir perdón o rogar clemencia por sus actos. Eso parece lejano cuando se disfruta del poder, pero no es así.