Mujeres, maternidad y pobreza

Norma Casanova, investigadora IIES JOM*

Los hombres no abortan, abortamos las mujeres. Aunque estoy en contra del aborto, la conciencia exige discutir sobre un fenómeno de salud pública y un problema social, de ayer, de ahora y posiblemente del mañana. Difícil posicionarse en un contexto de condena moral, de ilegalidad, clandestinidad, de tabúes y estigmas, con etiquetas de pecado a quienes no tuvieron otra alternativa que practicárselo, poniendo en riesgo su prestigio y la vida.

Tomar una posición pública ahora, es denunciar las ilegalidades, la incapacidad de los gobiernos y la debilidad del Estado, que no ha logrado erradicar la pobreza extrema, ni la violencia contra la mujer que es violada cotidianamente para satisfacer al macho y luego condenada a cargar sola la tarea de crianza de sus hijos. Es denunciar la falsa moral de los que enarbolan la maternidad y la virginidad, de quienes dicen estar en contra del aborto, pero se costean vírgenes y se practican abortos en condiciones de salubridad.



Son los valores sociales que adjudicamos al manejo de la sexualidad de hombres y mujeres los que condicionan a la mujer a llegar a un aborto, por lo tanto, los valores sociales en condiciones de pobreza son distintos a los que se estructuran en individuos que han tenido acceso a mejor educación, a mejores condiciones de salud, información y goce pleno de su sexualidad, derecho que cada ser humano tiene y que el Estado boliviano no ha podido garantizarle.

Las causas para un aborto son diversas, desde fisiológicas, patológicas, emocionales y traumáticas, pero nuestra legislación sólo y buscando penalizar, pregunta si es espontáneo o inducido. La vivencia de llegar a un aborto está preñada de miedo, de dolor, de secuelas físicas, psicológicas y sociológicas, éstas últimas contienen y ocultan estigmas, culpa, inacción, etc. El gran debate es si la pobreza es casual de despenalizar el aborto, Sí, lo es.

¿Cuáles deberían ser los temas centrales de discusión?: 1) El sistema educativo boliviano debe ofrecer una formación en valores sobre el ejercicio responsable de la sexualidad, de goce y placer para hombre y mujeres; 2) La mujer no es objeto sexual, es dueña de su cuerpo y de su sexualidad, tiene la capacidad de decidir sobre cuántos hijos tener y cuándo tenerlos, pero debe tener la garantía de una atención de salud para esterilizarse sin pedir permiso al macho con el que copula; 3) Hay que diseñar estrategias para enfrentar los estigmas y la culpabilización a las mujeres que por sus condiciones de pobreza, exclusión y marginalidad social, no pueden acceder en condiciones de salubridad a un aborto que no dañe su salud ni su reputación.

*Socióloga. [email protected]