Marcelo Ostria TrigoHace unos días, el Consejo Permanente de la OEA se reunió para debatir sobre la agudización de la crisis venezolana y adoptó una resolución por consenso. Pero lo extraordinario fue que el embajador de Bolivia, que preside por turno las sesiones, se hubiese empeñado, sin éxito, en bloquearla no presentándose en el recinto de las sesiones de este órgano. Quizá tuvo la errada idea de que para obstruir una sesión es suficiente estar ausente.No reparó en que, para estos casos, hay una regla que, en esta oportunidad, fue cumplida: el artículo 6º del Reglamento del Consejo Permanente, que establece: “En caso de ausencia temporal o de impedimento del presidente, lo sustituirá el vicepresidente y, en caso de ausencia temporal o de impedimento de ambos, ejercerá la presidencia el representante titular más antiguo”. Como tampoco estuvo presente el vicepresidente —el delegado de Haití— asumió la presidencia el delegado más antiguo.El embajador de Bolivia ya había esgrimido un argumento insólito para justificar su empeño en forzar el aplazamiento de la reunión convocada: deseaba informarse mejor, pero, claro está, a destiempo y sin consulta previa. Lo cierto es que procuró evitar que se debata sobre la grave crisis venezolana y las violaciones del Gobierno chavista de las libertades democráticas, de los derechos humanos y del Estado de derecho. El presidente del Consejo ya tenía un libreto definido. Al final, si fue desafortunada la fallida intención de forzar la suspensión de la sesión del Consejo, resultó también deplorable que el presidente de turno —el representante de Bolivia— “declare” ilegal la reunión celebrada en su ausencia y nula la resolución adoptada. No tiene atribuciones para resolver la validez o no de una sesión o de una resolución. Continuando con los desaciertos, el representante de Bolivia ante el Consejo de Seguridad de la ONU pidió una reunión urgente para tratar el ataque de Estados Unidos contra una base aérea de Siria, en represalia por el bombardeo a una ciudad con gases letales prohibidos. Reunido el Consejo, el delegado lanzó una insólita propuesta: que la sesión se realice a puertas cerradas —lo que por supuesto no fue aceptado. Pero lo peor: se informa que en su intervención dijo que Bolivia no tiene ejército, lo que no es cierto.Sobre el caso en la OEA queda lo dicho por el representante de México, Luis Alfonso de Alba: “Fue un abuso del ejercicio de la presidencia” y, en el segundo, se advirtió la demasía de quien recurrió al embuste.El Deber – Santa Cruz