Iván Arias DuránAlberto Barrera (Caracas, 1960) escribió Patria o muerte (2014), un libro que reúne historias con un lazo común: la destrucción de una sociedad. Luis Condori (La República, 2015) le hizo una entrevista en profundidad, en la que el autor venezolano habla sobre el Socialismo del Siglo XXI y señala que el mismo «es una ficción petrolera. Hugo Chávez, como gobernante, no hubiera podido existir en Guatemala o en Paraguay. Su retórica de izquierda setentosa, su política populista, sólo puede funcionar si el barril está a más de 100 dólares. La autoproclamada «revolución bolivariana”, el Socialismo del siglo XXI, ya fracasó. Sólo fue otro lujo de un Estado petrolero”. Barrera es claro al señalar que «Chávez tiene una enorme responsabilidad en lo que ocurre ahora en Venezuela. Chávez apareció y resucitó dos tradiciones terribles de nuestra historia: el militarismo y el sueño petrolero. A eso habría que agregarle su propia personalidad, su mesianismo. Actualmente, más de 45 días de continuas manifestaciones populares y el régimen chavista, encabezado por Maduro, ha optado por la represión y la descabellada idea de convocar a una Asamblea Constituyente como fórmula para, dicen, salir de la crisis. Esto no lo apoya el pueblo, pero, cual caballo cochero, Maduro y sus acólitos están empecinados en instalar una asamblea constituyente con representantes sociales, políticos y empresariales que ellos elegirán. La idea es cerrar el actual Parlamento de mayoría opositora y que, mientras duren las sesiones de la constituyente, no se puede convocar a elecciones ni se puede cambiar Gobierno. Como se verá, el objetivo es quedarse en el poder a como dé lugar por dos o cinco años que duren las sesiones de la Asamblea Constituyente. Cuando se conformó el Foro de Sao Paulo (1990), el objetivo de los entonces marginales izquierdistas latinoamericanos fue prepararse para tomar el poder vía elecciones. Fidel Castro les advirtió y empujó: «Los revolucionarios sólo vamos a elecciones si vamos a ganar y, en América Latina se abre un ciclo donde podemos acceder al poder mediante el voto y debemos prepararnos, y aprovecharlos”. Por ello, los bolivianos debemos estar conscientes que aquí, el régimen seguirá esa ruta y, por ello, ya está barajando las posibilidades para entornillarse en el poder sin someterse al voto popular porque saben que en una justa electoral no llevan las de ganar. Desde el centro de poder cubano, donde está de embajador Juan Ramón Quintana, se están elaborando dos opciones. Una, es la idea del enarbolar la reconquista del «mandato constituyente originario”, bajo el precepto que la Asamblea Constituyente de Sucre, en la que se establecía la reelección indefinida y vitalicia del Presidente y Vicepresidente, es la originaria y no derivada. Es decir, que lo que hizo después de Sucre (2008) en Oruro y La Paz, no «respetaron el mandato originario y los derivaron a acuerdos que distorsionaron el mandato del pueblo”. La segunda idea que están barajando los estrategas caribeños y andinos se refiere a la necesidad de abrir la actual CPE para modificarla en varios aspectos de forma y fondo. Esta idea la posicionarían en el ideario colectivo después del previsible fracaso de las elecciones judiciales de octubre de este año. El «brillante” planteamiento señalará que la actual CPE reconoce tres tipos de democracia: la representativa, la participativa y la comunitaria. Actualmente la representativa ya está electa en el Parlamento, por lo que no sería necesario elegirlos de nuevo, y simplemente se autoconvocaría, por mandato popular, a constituyentes. A esta democracia se le debe sumar los representantes de la democracia participativa (expresada en los movimientos sociales que son la base del proceso de cambio) y de la originaria (expresada en la organizaciones campesinas, indígenas, y originarias controladas por el MAS). Los 150 delegados participativos los elegirían los movimientos sociales según sus usos y costumbres al igual que los 100 delegados de los IOC. De esta manera, en 2019 se instalaría la Asamblea Constituyente con más de 400 miembros para hacer los cambios. Mientras se diseñe el «nuevo país” no se puede ir a ningún proceso electoral y todos los cargos elegidos en 2015 Presidente, Vicepresidente, diputados y senadores, convertidos en constituyentes, gobernadores, concejales y alcaldes se mantendrían en sus cargos durante los dos o cinco años que duren las sesiones de la Asamblea Constituyente. Alerta Bolivia porque el espejo roto de Venezuela devela la ruta de los socialistas del siglo XXI que no están dispuestos a dejar el poder. Página Siete – La Paz