¿Arde Caracas?

Cayo Salinas Sirve la analogía. Hitler, la noche del 24 de agosto de 1944, cuando los aliados se encontraban en las puertas de París, ordenó a Dietrich von Choltitz “reducir a escombros París”, lo que implicaba destruir los sitios más emblemáticos de la Ciudad de la Luz. Se dice que la mañana del 25 de agosto preguntó: ¿Arde París?, frase que en todo caso resulta apócrifa porque no existe constancia documentada en sentido que efectivamente así lo haya dicho. En todo caso, lo que sí se presume haya consultado es si París estaba reducida a escombros fruto del derribo de edificaciones como la Torre Eiffel, la Iglesia de Notre Dame, el Arco del Triunfo o los puentes sobre el Sena. Hitler, ante el inminente ingreso de Leclerc a París, entendía que los aliados debían encontrarse con una ciudad devastada y aniquilada.La historia da cuenta de que von Choltitz desoyó las órdenes impartidas desde Alemania lo que significó que París no sea destruida. En tiempos actuales, y dada la gravedad de lo que acontece en Venezuela, vale la pena cuestionar: ¿Arde Caracas?El régimen chavista de Maduro —demás está señalar que nada comparable hay con lo que aconteció entre 1938 y 1945— es para Venezuela en tiempos modernos, lo que los fascistas fueron para Europa en la Segunda Guerra Mundial. El Presidente venezolano manda reprimir a gentes que exigen en la calle respeto de sus derechos, la Constitución y la ley; manda asesinarla, recluirla en cárceles militares y como todo buen discípulo, aplica las enseñanzas del fascismo hasta tanto, creo yo, “no aparezcan varios von Choltitz” que le resten la autonomía que tiene para el ejercicio de la fuerza.Bajo ese razonamiento, es evidente que el chavismo sigue el libreto de manera rigurosa. Han individualizado a un solo enemigo. La derecha, la MUD y toda la clase media que responde a los intereses de EEUU. Luego, atribuyen a ese adversario sus propios errores, y responden al ataque atacando más. Básico: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. Y en eso, el fascismo venezolano es muy hábil. Pasan después a transformar una anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave, para luego aterrizar en el emblema: “si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Y así lo hacen. Pasan después a emitir reiteradamente información nueva, con el propósito de que al responder el adversario, las gentes tenga ya otro tipo de interés. En eso, los chavistas son expertos. Ese método genera que las respuestas del adversario nunca puedan contrarrestar las constantes acusaciones contra el régimen. Por eso la permanencia en el poder, a pesar de tanta hambre y miseria.Piensan también que una de las mejores maneras de minar al adversario es disimulando toda noticia que le sea favorable, para lo cual, utilizan a los medios estatales de comunicación y a los afines que desvirtúan la información con el propósito único de controlar la noticia en función a sus intereses. Las acciones contra la Fiscal General va por ese camino. Finalmente, lo que buscan es convencer a “mucha gente de que piensa como todo el mundo, creando una falsa impresión de unanimidad”. La receta es clara. Los fascistas la siguen religiosamente. Goebbels estaría de plácemes.Termino aquí: Alguien dijo: “los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos antifascistas”, y son los que ahora se encarnan en el poder enarbolando un discurso en favor de los más desposeídos pero bajo una retórica que a diario, pierde más adeptos. La pregunta es obligatoria: Al fin, ¿arderá Caracas?Los Tiempos – Cochabamba